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Conchita 'Amancio'con Maradona, en Nápoles, cuando ganó el Scudetto 1991-1992. «Él era nuestro presidente honorario. Esta foto es inédita», señala la propia exfutbolista en conversación telefónica desde Bristol (Inglaterra).
Conchita 'Amancio', la leyenda «no reconocida» del fútbol femenino español

Conchita 'Amancio', la leyenda «no reconocida» del fútbol femenino español

Concepción Sánchez Freire vivió del fútbol durante más de dos décadas. Ganó Ligas y Copas, le compararon con Maradona, Platini y Zidane, pero en 25 años nunca le hicieron una oferta en España y nunca cotizó por su trabajo. Ahora va a abrir una escuela deportiva para niñas en Inglaterra

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Jueves, 21 de noviembre 2019, 01:01

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8 de diciembre de 1970. Es martes y hace mucho frío en el campo del Boetticher, en el barrio madrileño de Villaverde, cuando las jugadoras del Mercacredit y del Sizam hacen historia. La gente pisa el campo. Allí no había habido nunca tanta gente. Hasta hay que retrasar el encuentro porque las taquillas no dan abasto. Han puesto un precio muy barato, 25 pesetas. El público, congregado para ver lo que ningún organismo oficial se atreve, a lo que muchos se oponen. La Sección Femenina dice que las mujeres no pueden jugar al fútbol, solo le gusta un poco que practiquen baloncesto con pololos largos. Y la federación obedece, hasta tiene un observador cuya misión es desprestigiar el fútbol femenino. Su presidente, José Luis Pérez-Payá, ha dicho: «No estoy en contra del fútbol femenino, pero tampoco me agrada. No lo veo muy femenino desde el punto de vista estético. La mujer en camiseta y pantalón no está muy favorecida. Cualquier traje regional le sentaría mejor». Con esas ideas, no es de extrañar que el fútbol de mujeres no se reconociera hasta 1980. Pero a su manera, nombrando director a Antonio Alberca, un hombre del fútbol sala que no sabía nada del asunto.

Selección española en el Estadio del Arcángel de Córdoba en 1971.
Selección española en el Estadio del Arcángel de Córdoba en 1971.

En fin, el partido es un éxito. Aquel día ganó el Sizam, por 5-1. Los cinco goles los mete una adolescente de 15 años a la que su padre había comprado el día anterior sus primeras botas, con las que durmió, Concepción Sánchez Freire (Madrid, 957). Su irrupción le mereció el sobrenombre de Conchi 'Amancio', en honor a una de las figuras históricas del Real Madrid en los sesenta, un apodo que todavía hoy en día le acompaña, a pesar de que a lo largo de su carrera deportiva recibió otros: la Maradona, la Platini, la Zidane... «Fue un honor, además, a Amancio tuve ocasión de conocerle, y llegó a decirme que se alegraba mucho de que me llamaran Conchi Amancio, porque era mucho más guapa que él. A esa edad, cualquier cosa te hace ilusión y más si te llaman como un crack, recuerda la propia Conchita. «Mi hermana y yo llegamos en autobús y no había más de 20 personas, pero cuando salimos del vestuario el campo estaba hasta arriba. Había unas 8.000 personas, fue algo mágico. Ese día había muy buen rollo. No me dijeron ninguna burrada, y eso que yo sacaba los córners pegada a la gente. Al final se echaron al campo y tuvimos que salir escoltadas. Fue una fiesta«, continua esta madrileña, precursora y pionera, artífice fundamental del despegue del fútbol femenino en España y orgullosa de que las futbolistas hayan podido sortear a estas alturas un sinfín de obstáculos y terminar con el tabú de que las chicas no pueden tratar bien el cuero.

Conchi 'Amancio' atiende a EL CORREO por teléfono desde Inglaterra, donde reside desde hace más de dos décadas. «Se dice pronto. He vivido 15 años en España, 23 en Italia y llevo 24 aquí», comenta la que también fue la primera capitana de la Selección Española femenina en un debut que tuvo lugar el 21 de febrero de 1971 en La Condomina de Murcia, frente a Portugal, con un marcador definitivo de 3-3 además de un rosario contratiempos. Las 19 integrantes de aquella selección, que todavía tardaría casi una década, hasta 1980, en ser reconocida como oficial, eran muy jóvenes, 15 y 16 años. Las portuguesas eran tres años mayores. Al árbitro, federado, le prohibieron salir de negro, con la vestimenta oficial, así que se puso un chándal para sacar el partido adelante. Las españolas no pudieron salir con el escudo, pero querían jugar. Había unas 3.000 personas en las gradas y otro buen número protestando fuera del campo y hacía mal tiempo. Empataron.

En Madrid en 1972 con el Olímpico de Villaverde, una de los equipos históricos de aquella época. Conchi 'Amancio' es la que está agachada en el centro con el número 9 y apoyada en el balón.
En Madrid en 1972 con el Olímpico de Villaverde, una de los equipos históricos de aquella época. Conchi 'Amancio' es la que está agachada en el centro con el número 9 y apoyada en el balón.

Después jugaron otros siete partidos más. «Fui la única que los disputé todos y con una buena media de goles», recuerda. Luego llegaron los cruces con Italia, una selección que iba muy por delante. Uno de los partidos se jugaba en la ciudad italiana de Padua, allí había observadores del Gamma 3, un equipo cuyo nombre venía de un negocio de lámparas de diseño. «Me vieron y se enamoraron de mi juego. Era un equipo puntero, el más profesional. Hacía lo que se está tratando de hacer ahora. Eran emprendedores«, evoca Conchi 'Amancio'. Y ante las escasas perspectivas del fútbol femenino en España, con 15 años, una ficha de 75.000 pesetas y con su familia de su parte acabó mudándose a Italia para vivir del fútbol.

«En España ganaba unas 400 pesetas al mes. Fui la primera futbolista española que tuvo sueldo, aunque no un contrato profesional, porque no existía el profesionalismo y eso me impidió cotizar durante 23 años . En circunstancias complicadas, como cuando me rompí los ligamentos con 31 años, lo notas. Al no tener contrato, la indemnización fue ridícula. Me pagué la operación y me gasté todos mis ahorros en mi rehabilitación. Pero lo cierto es que a mí siempre me han pagado, nunca he jugado gratis. Eso solo lo he hecho con los niños en el parque. En Italia, como era la más pequeña del equipo, estaba alojada en la casa del entrenador, con su familia. Después me buscaron con otra compañera un apartamento, pero seguíamos yendo a comer a casa del entrenador y su familia«.

Conchi 'Amancio' vestida con los colores del Verona Stadio Bentegodi a finales de los años 80.
Conchi 'Amancio' vestida con los colores del Verona Stadio Bentegodi a finales de los años 80.

«Aquí jugaba de delantera, pero los italianos me pusieron de mediapunta. Era la máxima asistente, una jugadora genial», afirma contundente. Jugó hasta los 40 e hizo casi toda la carrera en Italia, en diez clubes (el Gamma, el Lazio y el Nápoles), donde levantó ocho Ligas y siete Copas, y anotó casi 600 tantos. Luego se fue a Inglaterra y acabó su carrera en el Arsenal. Allí se quedó. «Estuve en los mejores equipos y, aunque nadie lo consideraba profesional, presumo de haber vivido en exclusiva del fútbol durante 25 años«. Pero no en España. La Federación Española se olvidó por completo de ella. Nunca jugó con la selección femenina oficial, que disputó su primer duelo en 1983. Ella se retiró en 1996, en el Arsenal. »Eso me ha perseguido toda la vida. No sé por qué ocurrió. En España siempre ha habido mucha envidia y también bastante desinformación. Llegaron a decir que me había nacionalizado italiana. Sería bonito que me hicieran un homenaje. Fui la mejor«, explica. «Yo ahora apoyo a las chicas en sus reivindicaciones, pero también fui directora deportiva y entiendo los problemas de los clubes. Deberían invitarme a las mesas redondas. Tengo mucha experiencia internacional y visión del fútbol femenino. He sido una leyenda, pero no me he sentido reconocida en mi país«, concluye la gran referente de este universo.

Medicina holística

Tras el fútbol, Concepción Sánchez Freire consagró su carrera a los idiomas y a la medicina holística, «a la que me acerqué al final de mi carrera futbolística como terapia complementaria». Es especialista en Terapia y Nutrición y ha sido profesora de idiomas. «Cuando me lesioné estuve un año en el dique seco y empecé a frecuentar otros ambientes culturales. Tenía un vacío en los estudios y necesitaba crecer como persona. Empecé por los idiomas», señala. Cuenta que en estos momentos está montando una academia en Bristol que combina idiomas y deporte y que prevé abrir en enero o en febrero a más tardar. «Sobre todo esperamos atraer a niñas desde los tres a los cinco años. Sobre todo, son las niñas las que suelen tener más problemas con la motricidad, incluso viendo a las jugadoras de la élite lo veo«.

Este proyecto le ha hecho en parte evocar su infancia. «De pequeña jugaba mucho en la calle y eso me ayudó mucho. Recuerdo que los niños pasábamos horas muertas en la calle jugando. Yo no quería ni oír hablar de los deberes y el colegio no me gustaba, porque había muchas restricciones. Levantarme por la mañana para ir al colegio a cantar el 'Cara al sol' no me hacía ninguna gracia. Mis tíos vivían en un séptimo piso y subía y bajaba continuamente las escaleras. Jugaba con todo tipo de pelotas, corría... Sin darme cuenta estaba desarrollando unas capacidades motrices. Desarrollé velocidad y mucha fuerza, sin hacer pesas, pero hacía mucho deporte. Mis padres se habían separado cuando yo era muy pequeña y para mí el deporte fue terapéutico«, subraya. «Prácticamente jugaba siempre con chicos. Aprendí mucho de ellos. Tienen una manera de ser muy peculiar. Entre ellos son muy solidarios. Aunque yo fuera mejor o tuviera razón, siempre se elegían y escudaban entre ellos. Era difícil de entender, pero aprendí de esa situación. Nosotras no somos así, integramos más que excluimos. Es algo sobre lo que he pensado mucho».

Concepción Sánchez añade que en su época dorada tuvo la suerte de jugar con «grandísimas jugadoras» como la danesa Susanne Augustesen, «delantero centro, fue campeona del mundo en los primeros mundiales que todavía no eran oficiales y que se celebraron en México. Hacíamos una pareja increíble, era un espectáculo vernos«. También con Anne O'Brien, que falleció hace tres años. «Era una futbolista de Dublín, llegamos a Italia en la misma época, una centrocampista buenísima». Estaban asimismo las escocesas Rose Reilly, cuya figura está reconocida en el Museo del Fútbol de Escocia, su país, «cosa que aquí en España no sucede con las futbolistas», y Edna Neillis, centrocampista también. «Es mi generación, éramos las mejores jugadoras del mundo en nuestras posiciones. Subimos el nivel del campeonato en Italia y vivimos del fútbol en esa época«.

Sánchez cree que «al fútbol español le vendría bien su experiencia. Hay que adaptar más el fútbol a las mujeres en lugar de seguir el sistema de juego masculino, hay que innovar. Sé que algunas jugadoras no están de acuerdo, pero yo que soy mujer y he jugado creo que habría que hacer algunos cambios». Hace unos días, las integrantes del primer combinado nacional de 1971, la capitana de la primera selección oficial de 1983 y las jugadoras con más de 50 internacionalidades, recibieron un reconocimiento en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas. Entre ellas estuvieron las jugadoras que protagonizaron los seis primeros encuentros, entre ellas la capitana Concepción Sánchez Freire. Además de la capitana de la Selección española de 1983, primera oficial, Inma Castañón. El presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales les entregó una insignia de oro y brillantes, además de una camiseta conmemorativa. «Creo que he recuperado el contacto con España. Perdono el abandono al que he sido sometida, porque no se puede vivir con rencor, pero olvidar me resulta más difícil», se congratula Conchita 'Amancio'.

Concepción Sánchez Freire en la actualidad.
Concepción Sánchez Freire en la actualidad.

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