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Lunes, 4 de febrero 2019, 00:45
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Las jugadoras y el entrenador, Joseba Agirre, habían sido los primeros en avisarlo. Las ondas sísmicas del histórico partido del Athletic femenino en San Mamés, 48.121 espectadores invitados el pasado miércoles a presenciar el choque de Copa ante el Atlético, no sacudieron ayer Lezama. El club no precisó cuánta gente acudió a la matinal de la Liga Iberdrola para recibir a un Rayo en mitad de la tabla. A simple vista se congregaron cientos de personas, en la franja alta de la asistencia a los encuentros de las leonas, pero «sin salirse demasiado de lo normal o ligeramente por encima», según explicó un seguidor habitual de las rojiblancas.
En teoría ayudaba el horario, 11.30 de la mañana, el más cómodo para salir de casa con los críos y el que una parte del público suele reclamar a la Liga Iberdrola. Sin embargo, perjudicaba la climatología desapacible, los frentes de lluvia y frío que azotaron intermitentemente las instalaciones del Athletic y que pudieron dejar en casa a unos cuantos aficionados. Ello no impidió, de todos modos, que se firmara probablemente la cuarta mejor entrada de la temporada, tras las visitas ligueras de Barça, Atlético y Real. Por supuesto, la adversa meteorología no amilanó al presidente, Aitor Elizegi, que cumplido su primer mes en el cargo volvió a arropar al primer equipo femenino desde la grada, acompañado de sus colaboradores y de algunas jugadoras lesionadas o a las que el entrenador dio descanso esta jornada.
El mandatario de Ibaigane culminaba un fin de semana frenético, en el que pasó por Mondragón (peña local del Athletic), estadio de Anoeta (derbi masculino decepcionante) y Frontón Bizkaia (velada de boxeo). El 1-0 al Rayo y los apuros al final fueron para él un suave aperitivo tras el empacho de emociones de la semana, a la espera del que a buen seguro será un derbi femenino concurrido el próximo domingo en Anoeta (la temporada pasada lo presenciaron 21.500 personas).
Pero ayer en Lezama había otras cosas en que pensar. «Debemos estar atentos por si hay 'overbooking'», advirtió un empleado del Athletic sobre las 10.30, a una hora del inicio del partido liguero de las leonas. El club había escarmentado tras los problemas logísticos del miércoles en la Catedral, cuando cientos de vizcaínos con invitación o carné de socio que llegaron a última hora se quedaron a las puertas del estadio sin presenciar el duelo copero, y otros muchos deambularon por los graderíos repletos sin saber dónde ubicarse. «Llegué a las siete menos cuarto y no pude entrar», se quejó ayer un asiduo del Athletic femenino. «Dentro de San Mamés no sabíamos dónde sentarnos», añadió una aficionada.
Eso no fue obstáculo ante el Rayo, ya que el fútbol base vizcaíno y los colegios no se movilizaron esta vez. A diferencia de la cita de Copa, no había iniciativas institucionales ni redes sociales. Aquello había sido un aldabonazo para recordar a la sociedad vizcaína que se avecinan nuevos tiempos y para proyectar al Athletic sobre ese escenario a medio y largo plazo. Fuera de Euskadi, el mundo del fútbol tomó nota, pero el domingo se trataba de recuperar la normalidad, de seguir echando cimientos y acomodar en la tribuna principal de Lezama a familias con niños y niñas. Sobre todo a los pequeños, dando por sentado que ese entorno no suscita en ellos la misma fascinación que la primera visita a San Mamés.
Por contra, en la 'fábrica' del Athletic estuvieron muchos habituales de los partidos de cantera y exjugadores como Gurpegui, espectador anónimo entre innumerables bufandas rojiblancas, sentado no lejos de Damaris Egurrola, la gran promesa deportiva que se fotografiaba y charlaba con grupos de niñas.
Bajo el cielo encapotado, el ambiente tenía su propio sello. Porque la música del grupo de animación, una batucada que toma posición tras una de las porterías, es distinta de la de San Mamés y parecida a la de otros estadios de la Liga Santander. Más festiva y persistente, animando no por fases, sino todo el partido. Y se apreciaba otro detalle. La cercanía que rodea los partidos de Lezama permitió a varias leonas agasajar a los críos al borde del césped. Agotadas tras el partido y ateridas de frío, firmaron y se hicieron cuantas fotografías y retratos les pidieron. Ellas construían silenciosamente el futuro del Athletic bajo el influjo de la noche del miércoles en la Catedral.
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