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Las jugadoras hacen una piña antes de comenzar el encuentro. Luis Ángel Gómez
32.068 fieles al Athletic femenino

32.068 fieles al Athletic femenino

San Mamés vuelve a responder a la llamada para empujar al cuadro de Ángel Villacampa que no encuentra recompensa a su esfuerzo ante el líder Barcelona (0-3)

Domingo, 5 de enero 2020, 14:11

San Mamés vuelve a mostrar su fidelidad al Athletic femenino. Otra vez. Es cierto, no fue la inolvidable y espectacular explosión de espectadores de la Copa de la Reina de hace casi un año –es un recuerdo imborrable y quizá insuperable con 48.121 personas–, pero este domingo, víspera de la noche con más magia del año, 32.068 aficionados abrazaron a la escuadra femenina, y le dieron su calor en una mañana fría, con alrededor de ocho grados en Bilbao. Porque cuando La Catedral abre sus puertas, la hinchada responde. Ocupó algo más del 60% de los asientos. Da igual que juegue el conjunto de Gaizka Garitano o la escuadra de Ángel Villacampa. Si hay algo que caracteriza a la grada rojiblanca es que apoya a los suyos, les acompaña, les respalda y les reconforta si es necesario. Y el 5 de enero de 2020 marca otro hito en la historia del fútbol femenino, en continuo y precioso crecimiento, y que se expande con iniciativas como las que Ibaigane impulsa desde 2003. Son quince ocasiones en las que esta formación compite en el estadio bilbaíno, tres con la actual directiva, testigo en el palco de una espectacular lucha rojiblanca, sin recompensa (0-3).

Era la jornada perfecta. Domingo por la mañana, un día antes de Reyes, a unas horas de una Cabalgata que parte a un paso de San Mamés, y con los más pequeños de la casa todavía de vacaciones. También por el oponente, el líder Barcelona, un transatlántico que navega por la Primera Iberdrola con la misma facilidad que un cuchillo corta la mantequilla. Se daban todos los ingredientes. Y, no había duda, la afición respondió, acudió a la llamada del Athletic para que el equipo femenino destrozara el carácter de invicto del actual subcampeón de Europa.

11.54 horas. Los dos equipos saltan al campo, acompañados de las colegiadas. Primera ovación de la mañana de un estadio que todavía estaba cogiendo color. Porque la gente esperó casi hasta el arranque del partido para ocupar sus asientos, aunque el metro 60 minutos antes del arranque del duelo ya iba lleno. «Madre mía», soltó un usuario de Bilbao Intermodal, cuando veía la marea que salía del suburbano. Aunque el público, bufandas al cuello y alguna camiseta, se demoró, a medida que pasaban los minutos, los huecos libres se evaporaban, y las gargantas entraron en ebullición. El anillo inferior estaba casi completo, y el central también presentaba un aspecto notable. Por supuesto, con los niños y niñas como protagonistas.

Engancharse al fútbol

Porque muchos se encontraron el día 25 de diciembre por la mañana con un regalo especial del Olentzero: las entradas para acudir a este encuentro. Ése era uno de los objetivos de trasladar uno de los 'clásicos' del fútbol femenino en España a San Mamés: que las chicas y los chicos se enganchen a esta disciplina. Sobre todo ellas, que miren al campo y comprueben que, por qué no, en unos años pueden pisar ese césped, defender la camiseta rojiblanca, que esta disciplina también está al alcance de sus pies. Vamos, que este deporte ha venido para quedarse y que ellas están en disposición de ser las protagonistas dentro de unos años, y que cuentan con la posibilidad de ser Erika, Damaris, Oroz, Lucía, De la Nava, Garazi o Nekane. Son espejos en los que reflejarse, guías para que tomen el camino del balón. Aunque también aplaudieron Ainhoa Hernández, jugadora del Zuazo, subcampeona del mundo,que realizó el saque de honor.

Fue una mañana de fotografías, de primera vez en La Catedral, pero también de emoción, de gritos, y de ánimo a un Athletic que peleó pero se encontró con una derrota abultada e injusta fraguada en la segunda parte. Cuando el Barcelona agobiaba, había un cántico, se coreaba el himno, sonaba un aplauso. Ese mismo gesto surgía de la grada cada vez que el grupo de Villacampa construía una acción de peligro –Lucía la tuvo cerca del descanso en una extraña salida de Paños–, una forma de agradecer el esfuerzo. Y, por supuesto, se protestaban con ahínco, con muchos pitos, algunas decisiones de la colegiada, como una amarilla a Ane Azkona en el minuto 43. De hecho, en el intermedio sonó una pitada contra el trío arbitral.

Pero la gente había ido a disfrutar. Durante el descanso, muchos aprovecharon para inmortalizar otro momento que quedará en el catálogo de mejores entradas del deporte femenino en España. De hecho, en Euskadi, es el tercer duelo con más gente, detrás de la Copa de la Reina y de un Athletic-Hispalis con 35.000 personas en el extinto San Mamés, en 2003.

Aquello destrozó una barrera. Como muchas que está tirando el deporte femenino en los últimos tiempos: los 60.000 del Wanda, los 13.400 de un Estudiantes-Magec Tías de baloncesto femenino, los 5.500 del Lointek Gernika en el Bilbao Arena... Y los 32.068 de este domingo en La Catedral. Es una ola imparable. Igual que la sucesión de 'ondas' que realizó el estadio bilbaíno a falta de 20 minutos. El Athletic perdía, 0-1, pero la gente se había acercado al campo a disfrutar, a estar con el equipo femenino. Y, entonces, con el marcador en contra, trató de levantar a sus futbolistas. Quería la remontada. Una sucesión de aplausos, una tremenda pitada cuando Yulema cayó en el área culé en el 76. Pero anotó Oshoala. Era imposible. «Athletic, Athletic». Una mano amiga. El tercero. No pudo ser. Pero lo que queda es la fidelidad al Athletic. Da igual masculino o femenino. Es el Athletic. 

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