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Una historia de superación en la que tuvo que volver a aprender a caminar. En el año 2011 un accidente de tráfico cambió para siempre la vida de Sara Andrés. A la madrileña le tuvieron que amputar ambas piernas, desde las rodillas. Tenía tan solo 25 años, toda una vida por delante. Admite que al principio «todo fue un duro golpe», pero que ahora está «alegre». ¿Y por qué? Porque fue el comienzo de la carrera de una deportista que acumula récord tras récord. El último este pasado fin de semana en el XXI meeting Paralímpico de Basauri, donde la atleta pulverizó la mejor marca mundial. Lo hizo en la categoría T-62 de salto de longitud. 4,11 metros que la colocan entre las leyendas de este deporte.
Y lo hizo mejorando, hasta en dos ocasiones, una marca que ella misma fijó hace dos semanas en L'Hospitalet. «Hemos mejorado mucho estos días», bromeaba. En aquella ocasión su salto llegó hasta los 3,96 metros. Le bastó para poner su nombre en lo más alto del ranking. Pero quería más y llegó a la cita vizcaína con la intención de superarse. Por delante seis intentos. «Me veía con fuerzas y, además, teníamos el viento a favor», recuerda. Admite que el primer salto «no fue muy bueno». Aunque en su mente ya cabía esa posibilidad. «Los primeros intentos me los tomo como calentamiento ja, ja, ja. Los mejores saltos los realizo cuando cojo confianza», confiesa. Y debió de cogerla rápido, porque ya en la segunda prueba mejoró su registro hasta los 4,02.
Aunque, lo mejor estaba por llegar. Sería en el sexto, y último salto, cuando voló sobre la tierra para aterrizar en los 4,11 metros. «Corrí a tope, sin miedo a caer en la pista. Era consciente de que no tenía nada que perder». Es por ello, por su incansable impulso de superación, por lo que EL CORREO destaca a Sara Andrés como 'Campeona de la Semana'. «Es un orgullo que se reconozca tu trabajo. Es bonito poder compartir los éxitos que cosechas», agradece la atleta.
Pero quiere más. En mente ya ha fijado su siguiente objetivo: «Quiero superar los 5 metros». No se cansa, no tiene suficiente con haber mejorado hasta en tres ocasiones el récord mundial. «Soy muy competitiva», confiesa. Y muestra de ello es su plena dedicación al deporte. «He pedido dos años de excedencia en el trabajo para poder dedicarme al 100% a este deporte». Era profesora de educación primaria, pero su jornada laboral no le permitía exprimirse al máximo en los entrenamientos. «Antes no conseguía rendir porque llegaba del colegio agotada a la pista. Ahora es al revés, salgo de los entrenamientos agotada. Siempre me tengo que echar una siesta después de los ejercicios que se estiran durante cuatro horas», ríe la campeona.
Y sus frutos le ha dado este sacrificio, porque en sus vitrinas lucen un quinto puesto en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, un doble bronce en 400 metros y 200 metros pista en el Mundial de Londres y un segundo puesto en el Europeo del año pasado. Y es que, a pesar de que ahora sea la reina en la disciplina de salto de longitud, antes corría por cruzar la primera la línea de meta. Pero se vio obligada a abandonar esa modalidad. «Quitaron las carreras de 200 y 400 metros. Me fastidió, porque me veía capaz de ser oro en menos de tres años. Además, un nuevo deporte necesita de una adaptación de, por lo menos, cuatro años». No es su caso. Un año ha necesitado para demostrar su potencia en el salto. «Me he adaptado bien», confiesa con humildad.
Después del accidente de tráfico que sufrió necesitó un año para volver a aprender a caminar. Pero esos pasos los daría con más fuerza que nunca. Y encontró en el deporte el mayor aliado para superarse. «Me ha permitido volver a sentirme libre», confiesa. «Nunca pensé que tendría esta vida de deportista, antes no practicaba ningún deporte». Por eso, anima al resto de deportistas a no rendirse nunca. «No hay que pensar en los fracasos, sino en los éxitos. Nos tenemos que fijar metas factibles, sueños que podamos alcanzar. Entonces, encontraremos el éxito», aconseja la mundialista que ha dado un salto de superación histórico.
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