Nieves Zarza y Lourdes Gómez de Segura posan en El Prado, lugar habitual de entrenamientos IGOR MARTÍN
Atletismo

Un adiós a 40 años de puro atletismo

Con miles de kilómetros en sus brillantes trayectorias como atletas, Nieves Zarza Y Lourdes Gómez de Segura se retiran de la competición cuando el cuerpo les ha dicho basta.

Olga Jiménez

Viernes, 14 de diciembre 2018

En puertas de una nueva edición de la media maratón de Vitoria, es inevitable buscar datos, estadísticas, nombres, a la caza del mejor reportaje. Ese que presentamos cada año como destacado entre las páginas de EL CORREO. Y, sin embargo, no nos hemos tenido que ir muy lejos, porque lo teníamos muy cerca, en los parques vitorianos, corriendo día tras día. Incansables y fieles a una filosofía de vida instalada desde su niñez. Son tan nuestras que forman parte de la estampa cotidiana de atletas «VTV», es decir, vitorianas de toda la vida. Ahora que han dicho adiós, parece que las hayamos revalorizado. Suele ocurre, como el buen vino o los discos de The Beatles.

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Nieves Zarza, duda entre los 50 o 51 años. «He perdido la cuenta. Pero tengo 51, recién estrenados en septiembre. Yo he pasado ya mi duelo porque hace casi tres años que decidí dejar de competir con dorsal. Creo que he hecho todo lo que tenía que hacer en el atletismo. Yo he dado y él me ha devuelto muchas cosas» afirma sin pestañear mientras nos enseña orgullosa las varias camisetas con las que ha corrido estos 40 años. Nos reunimos en El Prado, el templo del atletismo vitoriano, donde «en otoño el paisaje es precioso». Lo dice Lourdes Gómez de Segura, quien ha vuelto a recuperar parte de su tímida sonrisa que perdió en septiembre cuando anunció amargamente que colgaba las zapatillas. «Es una decisión que tengo que asimilar poco a poco. Sé que otra gente lo verá como que no es ningún drama, pero para mí, es duro. Mi vida era la competición y ahora, aunque no estoy desvinculada y entreno, ya no es lo mismo porque esa adrenalina que me daba la competición ya no la tengo». Definitivamente el encuentro será una terapia de grupo. «No lo dudes. Siempre es agradable desempolvar recuerdos. En esta ciudad, siempre hay momento para correr, entrenar y hablar de atletismo» comentan ambas.

Vencedoras en la Media maratón de Vitoria

Todo lo que hablan lo han vivido. Por eso, tienen un álbum plagado de vivencias. Por empezar con un nexo vinculado al evento deportivo de mañana, ambas aparecen en el palmarés de la media maratón vitoriana. Nieves venció en 1997 y en 1999 estableció el mejor tiempo de la prueba en 1:17:45 que aún permanece. «Son cosas que hacen mucha ilusión» dice la autora. Lourdes se proclamó vencedora de la prueba decana en Euskadi en 2005 y 2006. Pero su palmarés tiene también un récord indestructible. «El mítico record de Euskadi de 4x400 con el club Michelin, junto con Blanca Lacambra, Marisol Morquecho, Milagros Álvarez» recuerda con una sonrisa. Aquella marca de 3:44:76 establecida en Barcelona en el año 1987 continúa vigente y parece que por mucho tiempo.

El sueño de ser internacionales

De aquellos «campos de ceniza en Gamarra» a la pista de Mendizorroza o los muchos circuitos embarrados de cross. Nieves fue más especialista en el campo a través y los 10.000 metros, Lourdes más fondista. La primera pudo ser internacional, una vez, quizás el momento más dulce de su carrera. «Me llevaron a Japón en 1998, en mi única internacionalidad. Siempre me quedaba en preselección y el año que fui corrí un maratón por relevos. Tengo esa camiseta enmarcada». Eran otros tiempos. Nieves pudo ir al centro de alto rendimiento de Madrid, pero decidió quedarse con los suyos y compatibilizar deporte, familia y trabajo. Lourdes tiene esa espina clavada. Consiguió rse internacional en categoría máster. «Mi sueño hubiese sido ir a Madrid y dedicarme profesionalmente al atletismo. Pero mis padres eran de la antigua usanza, yo era muy tímida y no fui capaz de dar ese paso como hicieron Blanca Lacambra o Maite Zuñiga. Estoy convencida de que teníamos nivel para haber hecho cosas importantes en el atletismo». Y con todo, son grandes, porque más allá de los títulos que poseen en campeonatos de Álava, Euskadi y España. Ambas han sido rivales, Nieves en el Aurrera, Lourdes en el Michelin, para coincidir en su última etapa en las filas del club La Blanca, donde también lograron dos títulos de campeonas de España de cross veteranas.

Cuatro días a la semana Nieves acude a El Prado con su grupo «de siempre». A trotar, a socializar, a sentirse parte de su segunda familia, a fomentar la amistad. Los valores del deporte y de la vida, esos son los que ella traslada a su hijo. La joya de la corona y principal motor de su vida. A caballo entre el fútbol y la carrera a pie, ya la reta a su madre a alguna tirada larga «por el bosque de Armentia».

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Lourdes entrena a grupos de running y es una deportista querida y muy respetada. Madre de dos hijas, una de ellas, Mireia Guerra es una velocista que ha tomado el testigo de su madre. Encontró el mejor antídoto para su timidez en el atletismo. «Después de los años, y son ya 40 en el atletismo, me ha dado muchísimo. Yo he crecido mucho como persona. Me he dado a la gente, y la gente me corresponde, me aprecia, y tengo muchas amistades».

La terapia ha concluido por hoy. Dejamos en el aire la posibilidad de que Nieves o Lourdes vuelvan a ponerse un dorsal. Será ya para ellas y como hobby. El cuerpo les ha dicho basta, aunque en sus cabezas, ese instinto competitivo perdure. Para siempre. Como ellas. Eternas.

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El maratón de Nieves y el «Conquis» de Lourdes

Nieves Zarza sólo ha corrido dos maratones en su vida. Uno siendo muy joven, y el segundo más duro e imborrable. Fue una apuesta con su padre que luchaba contra un cáncer. Su padre falleció en agosto de 2003, en noviembre Nieves corría ese maratón interminable en Donosti. «En el kilómetro 37 ya no veía nada. La llegada a meta fue muy amarga, con una sensación terrible de vacío». Ahora persigue el sueño de intentar la distancia o los 21 kilómetros en Nueva York con su hijo.

Lourdes por su parte, afrontó en 2012 el reto del programa de televisión «El Conquistador del fin del mundo». Fue eliminada pronto y se quedó sin ver el Perito Moreno. «Me presenté siete veces al programa y me cogieron. Soy muy atrevida. Cuando se me mete una cosa en la cabeza, no paro. La experiencia fue muy dura física y mentalmente. Casi te diría que más mental. Lo peor fue el frío y las relaciones personales donde todo el mundo era muy competitivo» explica mientras no duda en afirmar que «volvería a ir hasta ganar el concurso».

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