Una de obras expuestas en el museo. Jordi Alemany

Nueva exposición en el Guggenheim

Yiadom-Boakye en el Guggenheim: el realismo de los personajes ficticios

El museo bilbaíno presenta 70 obras recientes de la artista británica

Jueves, 30 de marzo 2023, 13:01

Observar, divagar, pintar, evocar, escribir. Estas palabras describen el proceso de creación y presentación de los cuadros de la británica de origen ghanés Lynette Yiadom- ... Boakye (46 años). Los personajes representados en los cuadros podrían ser cualquiera, porque no son reales. Nacen de la invención de la pintora a partir de lo que ve en calle, de las fotos y de las revistas que guarda. Es el realismo de sus figuras ficticias, a las que sitúa en escenas íntimas invitando al espectador que se invente su propia historia.

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El Guggenheim presentó ayer bajo el título de 'Ningún ocaso tan intenso', con 70 obras de los últimos tres años de trabajo de la artista. Como explicó Juan Ignacio Vidarte, director general del museo, la muestra que la Tate Britain organizó sobre Yiadom-Boakye iba a llegar a Bilbao en el verano de 2020.

La pandemia frustró la exposición y de esa frustración surgió la oportunidad de presentar su obra más reciente, con el añadido de unos dibujos al carboncillo y a la tiza marrón. Nunca antes había expuesto al público este tipo de obra.

«La soledad y la incertidumbre ante el destino me ayudó a abrir muchas y a explorarlas. Este trabajo es el resultado de esa exploración, con la que aún sigo», expresó la pintora. La muestra se desarrolla en la segunda planta del Guggenheim, en la misma planta en la que se exponen los cuadros del expresionista del siglo anterior Oskar Kokoschka, de los que se puede tirar algún hilo de conexión a través de la composición de la figura con la obra de la británica, aunque ambos utilicen el color de una manera muy diferente.

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La comisaria de la muestra, Lekha Hileman Waitoller, que el recorrido queda al albedrío del visitante. No hay un orden entre las cuatro salas pero sí «secuencias», indicó la artista, un elemento de «mucha importancia, como el orden de las palabras o de las notas musicales, porque son las que le dan el ritmo a la experiencia».

Se encontró con el problema de tener que exhibir sus cuadros, de dos metros de altura por 1,20 y de menores dimensiones, en espacios cuyo techo está a seis metros del suelo. Lo solucionó pintando las paredes de un verde casi oliva que acota el espacio.

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Confesó que nunca ha sido capaz de trabajar sobre un tema concreto decidido de antemano. «Dejo que mi mente divague y luego focalizo sobre algo más específico».

Los animales -cuervos y gatos, entre otros- aparecen con frecuencia en sus cuadros. Le permiten «introducir otros ojos y otras bocas que no sean humanas». Todas sus figuras son negras. ¿Por qué? Invitó a los asistentes a la presentación a que se fijasen en el color de su piel para encontrar la respuesta.

«Siempre hay una intención política en las obras, como en la vida. Pero nunca la he querido expresar a través de las palabras». Algo similar le ocurre con las atmósferas íntimas que respiran los protagonistas de sus cuadros. «La intimidad es un estado complejo. No lo puedes forzar ni generar. El lenguaje de las emociones se resiste a la expresión verbal».

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En sus cuadros rara vez aparecen mujeres y hombres para evitar la narrativa de la pareja heterosexual. «No planteo a mis personajes desde una perspectiva de género porque cada somos lo que somos. Prefiero la fluidez», explicó la pintora, que subraya esa característica con la ropa, intercambiable entre sus protagonistas.

Con sus 70 obras en el Guggenheim y su éxito en los museos internacionales, además de en el mercado, Yiadom-Boakye confirma la vuelta a la pintura que se viene produciendo entre los artistas jóvenes y en la mitad de su trayectoria, como ella.

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Recoge en su obra lo fugaz, lo cotidiano, lo íntimo, la vida sin sucesos excepcionales, con unas formas nada rupturistas y unos formatos aptos para poner en casa. El misterio de la obra de la pintora es como algo tan clásico puede ser indiscutiblemente contemporáneo.

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