Con vocación de llenar el escenario
La antigua iglesia de Otxarkoaga cumple diez años como centro de innovación escénica. Sus salas de ensayo han visto crecer 120 producciones
Bilbao sabe cómo encender la llama de la cultura en los templos que quedan en desuso. Mientras Bilborock y el Museo de Reproducciones Artísticas proclaman ... su historia a través de su arquitectura, es más difícil seguir el rastro de la iglesia del Santísimo Nombre de María en Otxarkoaga. Solo un Cristo y un ángel tallados en piedra sobre la pared de ladrillo delatan la antigua vocación de Harrobia, que ha cumplido diez años como centro de producción e innovación escénica. La escalera interior de terrazo se ha pintado de un rojo muy teatral y el antiguo coro es la zona de control de luz y sonido, con una pequeña sala de descanso para las compañías.
Este espacio 'chill out' es más que un detalle de buen anfitrión. «Probablemente una administración pública no habría pensado en eso, ni en poner una lavadora y una plancha para toda la parte de vestuario», afirma Amaia Ibáñez, gerente de Eskena, la asociación que agrupa a una veintena de productoras vascas. El Ayuntamiento decidió que fuera el propio sector el que gestionara este centro, un refugio para la inspiración de más de mil metros cuadrados. Mientras están aquí -por lo general, entre dos y cinco semanas- los artistas utilizan las instalaciones «con total libertad», sin horarios, y tienen a su alcance lo necesario para concentrarse en el proceso creativo.
Esto ha supuesto un cambio importante en el método de trabajo. Además de espacio, ganan tiempo. Antes «te dejaban el teatro cinco días antes del estreno para hacer el alzado (cuando la escenografía, las luces y todo lo planeado sobre el papel se pone en pie) y te lo descontaban del caché», explica Ibáñez. Hubo que hacer «mucha pedagogía» para que los profesionales asumieran el nuevo modelo, que en diez años ha dado servicio a 120 producciones de teatro, danza y circo. Para celebrar el aniversario han reunido en un documental a distintas personalidades del sector.
Se mantiene un ritmo estable de diez o doce espectáculos al año porque el uso del espacio es intensivo. «A veces unos vienen por la mañana y otros por la tarde, siempre que no estén a punto de estrenar» y necesiten las instalaciones al completo. Además del escenario principal, disponen de una sala de ensayos con suelo de madera y pared de espejo, muy adecuada para la danza. Las solicitudes se presentan con meses de antelación y los precios están bonificados. La tarifa habitual es de 70 euros al día por utilizar el espacio y 90 si se requieren recursos técnicos, pero la subvención municipal permite reducirla en algunos casos a 20 y 40 euros, respectivamente.
Aunque se trata de un centro para profesionales, Harrobia no ha querido convertirse en «una isla de artistas» sin raíces en el barrio. Desde el principio se implicó en un grupo de teatro comunitario, Aullidos de Otxar, que ensaya en estos locales y cada año presenta un espectáculo. A la sala principal se han incorporado dos gradas retráctiles que suman 84 asientos y permiten una «exhibición controlada» de montajes de pequeño formato. Para los vecinos fue emocionante asistir a la representación de 'Caballo/Dostoyevski', la obra de Richard Sahagún inspirada en los estragos que causó la heroína en Otxarkoaga en los años 80.
Además de espacio, las compañías han ganado tiempo. «Antes, te dejaban el teatro cinco días antes del estreno»
Proyecto con Andrés Lima
El centro se ha convertido este año en la sede principal del BAD, el festival de teatro y danza que explora nuevos lenguajes y con frecuencia derriba la cuarta pared. Sin embargo, su principal cometido es dar cobijo a proyectos creativos, «tanto de compañías consagradas como emergentes». A estas últimas se han acercado a través del programa 'Transiciones', que ofrece asesoría, acompañamiento y recursos económicos (1.200 euros para gastos de realización y 440 para contar con un mentor artístico). Cada año seleccionan cuatro proyectos de personas que nunca han recibido una ayuda a la producción, «la mayoría con un perfil joven». Los nueve que han pasado por este aprendizaje han conseguido entrar en las convocatorias del Gobierno vasco.
Eszenabide, el escaparate de proyectos escénicos que hoy celebra una nueva edición, también tiene premio. Es un encuentro entre creadores y un público asiduo al que muestran parte de un espectáculo en construcción. Se hace una votación entre cuatro proyectos y el elegido recibe 2.200 euros y dos semanas de uso gratuito del centro.
Las vocaciones artísticas siguen creciendo y el centro de innovación está empeñado en ser «algo más que un contenedor». Han impartido unos 30 cursos especializados, el último de la mano del dramaturgo Javier Liñera, y siguen «atentos a las nuevas necesidades» mientras añaden títulos a su cartelera. Ahora Harrobia es la casa de 'Todas las hijas de Bernarda', un proyecto de Erre Produkzioak dirigido por Andrés Lima. A partir de talleres e improvisaciones con Gemma Martínez - impulsora de la idea- Maribel Salas y Ane Gabarain en el reparto, David Caiña hará la dramaturgia. Se estrenará dentro de un año y Andrés Lima se desplazará a Otxarkoaga en distintos momentos del proceso.
Los programas
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Eszenabide. Escaparate de proyectos escénicos, pone en contacto a los creadores con un público asiduo y diverso.
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Transiciones. Acompañamiento y ayudas económicas a artistas y colectivos aún no profesionales.
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