«Es un valor añadido que un cómic te lance un desafío»

Ganó el Premio Nacional de Cómic en 2007 con 'Bardín el superrealista' y siempre es recordado como el creador de Peter Pank y uno de los fundadores de 'El Víbora', cabecera imprescindible en la historia del cómic español. Ayer, Max, esto es Francesc Capdevila (Barcelona, 1956), autor de una obra que solo puede calificarse de inquieta y en continua evolución, ha recibido en la Romo Kultur Etxea junto al autor bilbaíno Rober Garay el homenaje del Salón del Cómic de Getxo, un encuentro al que ya había acudido en anteriores ocasiones, la última vez «en el año anterior a la pandemia».

– Lo del homenaje en Getxo le ha pillado por sorpresa?

– ¡Totalmente! No me esperaba algo así para nada.

– ¿Y cómo lleva esto de recibir premios y homenajes?

– (Ríe) Ah, bueno, ¡los premios muy bien! Siempre son bienvenidos ¿no? En cuanto a los homenajes, la verdad es que este será el primero que me hacen como tal. No sé... Me gusta, pero al mismo tiempo me está indicando que a lo mejor debería ir pensando en la jubilación (ríe mucho).

– ¿Cuando le dieron el Premio Nacional del Cómic, en 2007, dijo «ya era hora de que el cómic se equiparara a otras actividades artísticas». ¿Se ha alcanzado esa equiparación?

– Salvo enemigos recalcitrantes, yo creo que sí. está asumido que el cómic está en plena igualdad con cualquier otro arte. Y eso es positivo, claro.

– ¿Vive una buena época el cómic en España?

– Bueno... Sí y no. Desde el punto de vista creativo, desde luego que sí, porque hay mucho talento creativo. Pero desde el punto vista del mercado, la sitaución es más problemática. Simplemente porque se edita mucho más de lo que los lectores pueden llegar a asimilar. Pero bueno, pasa lo mismo en novela, poesía o en cualquier otro arte.

– ¿Hay un exceso de publicación?

– Eso puede ser peligroso porque puede acabar en una debacle. Pero de lo que se trata es de ampliar el número de lectores en lo posible y para eso hay que hacer obras buenas e interesantes. Y los editores deben saber reconocerlas. Es un poco tarea de todos.

– Echando la vista atrás, ¿aquel boom de cómic en los 80 fue real?

– Real fue. Lo que pasa es que estaba basado en un mercado que funcionaba de una manera distinta al de ahora. Fue un boom de las revistas mensuales. En un momento dado llegó a haber docenas de cabeceras distintas en los kioscos. Y también coincidió con cómo estaba la sociedad en aquel momento. No hacía tanto que habíamos estrenado democracia y parecía que todo era ilusionante y posible. De la mezcla de estos dos factores surgió el boom. Que cayó en una debacle precisamente cuando había mucha más oferta de la que los lectores podían absorber. Por eso decía lo del peligro, porque ya lo hemos visto.

– ¿Qué piensa cuando ve que es considerado como un clásico del cómic?

– Bueno, es que yo no me considero un clásico. Quiero decir que el hecho de que ya estuviera publicando en aquella época más o menos con éxito podría indicarlo así, pero a lo que yo me he dedicado es precisamente a lo contraro de la figura del clásico que suele ser la del autor que triunfa con algo y lo va repitiendo. Y mejorando, ojo, que no lo digo con mala intención. Esa era la fórmula antigua, la fórmula del éxito en Europa, y también en otros sitios. Crear un personaje y mantenerlo toda la vida. Yo he huido totalmente de eso y por ello no me veo como un clásico. Me considero un autor en perpetua revolución.

– A pesar de que su obra es amplia y diversa, siempre se le cita como Max, «el de Peter Pank y 'El Víbora'»... ¿Eso le molesta?

– Molestarme, no. Porque al fin y al cabo, eso sucedió. Y gracias a que tuve éxito con eso he podido hacer las otras cosas. No reniego de ello, pero agradezco muchísimo cuando me encuentro con lectores que me felicitan por mis trabajos más recientes.

– ¿Suele repasar aquellos primeros trabajos?

– No suelo releerme. Lo he tenido que hacer alguna vez con ocasión de hacer alguna exposición antológica. Ahí he tenido que repasarlo todo. Y bueno, qué te voy a decir. No reniego de nada de lo que hice, pero estaba siendo muy naif, o demasiado ingenuo... cosas así. Pero lo asumo todo porque cada uno es como es en cada momento y yo he intentado dar lo mejor de mí en cada momento.

– ¿Es capaz de desligarse de su faceta de autor y leer cómics como cualquiera?

– Sí, pero a veces no puedes evitar fijarte como autor, cuando te encuentras cosas que son como un desafío. Sigo mucho lo que hacen los más jóvenes, y claro, ahí te encuentras cosas que de entrada te plantean dficultades. Y eso lo disfruto, porque para mí es un valor añadido que un cómic te lance un desafío. Cuando te dice «intenta entender lo que te estoy diciendo de esta manera». Desde ese punto de vista quizá no soy un lector normal, sino uno que tiene ya toda una carga de vida de cómo se hacen los cómics, qué fronteras tienen, o no, y quién se las salta. Por ese lado quizá los disfruto de otra manera.

– ¿Puede recomendar algún cómic que le haya sorprendido últimamente?

– Sí, el que hizo Lorenzo Montatore sobre Paco Umbral, 'La mentira por delante' (Astiberri). Me pareció prodigioso. Hacer una biografía, o una semblanza de un personaje como Umbral y salir vivo en ello sin caer en lugares comunes, me pareció un desafío muy bien solucionado por Montatore. Yo sé quién era Umbral pero no había leído nada de él salvo algunas columnas. Siempre me había parecido un escritor madrileño para madrileños. Y el cómic de Montatore me ha sacado del error, me ha enseñado otra perspectiva humana y artística de Umbral. Y eso es muy de agradecer.

– ¿En qué trabaja ahora?

– Estoy terminando un libro nuevo. Me presenté al premio Finestres al cómic catalán, que convocó esta editorial por primera vez el año pasado. Gané con el proyecto y ahora he estado todo el año trabajando con este libro, que saldrá a principios del 23.

Temas

• Cómics
• Romo
• Getxo