«El uso de palabras como borracho o yonqui anula la personalidad de los adictos»
El psicólogo clínico Jon Ruiz Plágaro abordará las adicciones y sus estigmas hoy en el Aula de EL CORREO
El 'boom' del consumo de drogas en los años ochenta generó una honda preocupación social y, también, dio lugar a prejuicios en torno a sus afectados, estereotipos que permanecen en el imaginario común. «El estigma asociado es un problema añadido para la recuperación», advierte Jon Ruiz Plágaro, psicólogo clínico y director de Tratamiento de la Fundación Etorkintza. «Siempre ha estado vinculado al consumo de sustancias y ha etiquetado a los individuos. El uso de palabras como borracho o yonqui anula las características de los aludidos, suprime su personalidad». El especialista abordará esta cuestión en un encuentro del Aula de EL CORREO que tendrá lugar hoy, a partir de las 19.30, en el Salón El Carmen de Bilbao y que cuenta con el apoyo de BBK.
La charla

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Ponente El psicólogo clínico Jon Ruiz Plagaró, director de tratamiento de la Fundación Etorkintza y responsable de su comunidad terapéutica en Kortezubi. Charlará sobre 'Las adicciones y sus estigmas'.
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Lugar y hora. Salón El Carmen (Bilbao), hoy a las 19.30 horas.
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Con la colaboración: u Fundación BBK.
La estigmatización tiene un poderoso componente moral. «Se responsabiliza al sujeto, se le dice que él se lo ha buscado, cuando lo cierto es que se ve atrapado en algo que no ha decidido», alega. «Nadie elige ser adicto, sí consumir», apunta y aduce que ese primer paso no conduce necesariamente al abuso y que, a menudo, olvidamos la incidencia de los espacios de socialización en la aparición de la enfermedad.
No somos conscientes de la realidad de la adicción, en opinión del conferenciante. Tal y como señala, el mayor número de afectados corresponde a consumos legales como el tabaco y el alcohol, y otros no permitidos como el cannabis. «Curiosamente, los que generan más preocupación social implican a menos sujetos», indica.
Pocos recursos
La droga se ha asociado tradicionalmente al delito, otro estigma habitual. «La persona relacionada con la heroína se consideraba un delincuente potencial». Esa visión, tan generalizada, ha cambiado gracias a la ampliación del apoyo. «Se han ampliado las entidades dedicadas al tratamiento y ahora también se abordan las consecuencias sociales».
Pero la vergüenza persiste. «Para los implicados resulta difícil llegar al médico y hablar de su problema como se puede hacer de otra enfermedad», advierte y, además, señala la existencia de cierta discriminación añadida por cuestión de género. «En el caso de ellas el prejuicio se agrava debido al rol atribuido», apunta y explica: «No es lo mismo el alcoholismo de una mujer embarazada o con hijos».
El estigma ha afectado incluso a los propios centros de rehabilitación. «Las comunidades terapéuticas han contado, durante muchos años, con pocos recursos, casi residuales, y han sido construidos y mantenidos por los propios usuarios como si se tratara de una forma de resarcir el daño causado», recuerda y reconoce que, entonces, permanecían encerrados y aislados. Aunque hoy, tal y como admite, tampoco existe un acceso libre, se pueden hacer encuentros y otro tipo de actividades antes inusuales. «Estaban en la cola de las instituciones de atención ciudadana».
La supresión de los prejuicios ha de ser un empeño social, según Ruiz Plágaro. «Hay que modificar muchas ideas que existen sobre la adicción y gran parte de la responsabilidad de ese propósito radica en los medios de comunicación, vosotros podéis cambiar el foco e impedir que se siga culpabilizando a los individuos y a sus familias».
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