Me imaginaba con el brazo remangado y la aguja haciendo sangre. Lo de no querer vacunarse me parece una barbaridad tremebunda. Hay cosas con las ... que no deberíamos jugar. Negar una vacuna -la que sea- es como aquel troglodita que se escindió de la tribu el día que descubrieron el fuego. Se apartó, libre y voluntariamente, porque veía en las llamas un esperpento innecesario. Su determinación hizo que un numeroso grupo de hombres y mujeres con barbillas prominentes le siguieran. Pero nadie se acuerda de ellos. Absolutamente nadie.
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Les decía que me imaginaba ese día, el día que me toque vacunar, cuando me acordé de una escena de 'Perdidos'. Seguro que recuerdan el final de la primera temporada, cuando Michael construye una balsa para salir de la isla y Los Otros secuestran a Walt. Ahora mismo me siento así: confundido. No porque dude la vacuna, que no es en absoluto el caso. Sino porque tengo la sensación de que en marzo aterrizamos en una isla desierta y, tal vez, un día, consigamos salir. ¿Se imaginan recuperar nuestras vidas donde las dejamos? Recuperar la normalidad me parece una fantasía.
Ahora veo personajes de 'Perdidos' a mi alrededor: Jacks que solo entienden de ciencia, Lockes que redimen el alma, Sawyers que sobreviven con el cinismo, Hugos que agotan su bondad infinita, Charlies que no dejan de caer, Kates que sufren por empatía, Sayids que buscan la utilidad, Benjamins maquiavélicos... Pero todos con algo en común: estamos profundamente perdidos. Y, al igual que la serie, me temo que el final de todo esto no contentará a todo el mundo y habrá partes que nunca entenderemos. Pero ojalá tenga un final. Ojalá 2021 sea el principio de otra historia más bella, más nuestra, más viva. Feliz año.
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