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Las imágenes de pretéritos debates electorales en 'La clave' ofrecen la estampa de media docena de señores trajeados repantigados en la butaca, mientras las volutas ... de humo de la pipa de José Luis Balbín envolvían discursos sosegados en los que nadie se interrumpía. En nuestra sociedad del espectáculo, los contendientes políticos tienen que sufrir de pie aferrados a un atril y preocuparse por mucho más que sus palabras. Su aspecto es una declaración de intenciones, que van del jersey lleno de pelotillas de Pablo Iglesias a la sonrisa de Joker de Pablo Casado.
Casi nueve millones y medio de espectadores y un 49% de cuota de pantalla obtuvo el debate de Atresmedia, que ha batido claramente a Televisión Española, donde los aspirantes a presidente de Gobierno se vieron las caras el día anterior. Contemplarles de nuevo con 24 horas de diferencia provocaba cierta familiaridad, como si fueran concursantes a la búsqueda del bote millonario. 'Los Lobos' de la política.
Las formas agresivas y los discursos populistas han llevado a algunos comentaristas a mentar a Donald Trump. En realidad, el show que no hubiera resistido una tercera entrega remitía más a 'Sálvame' y su versión 'seria' en el 'prime time' de los sábados, 'La Sexta Noche'. Quizá Eduardo Inda haya dado unas clases a Albert Rivera sobre cómo desestabilizar cualquier debate a base de interrumpir al contrario e introducir potenciales elementos de 'meme', como esa tesis de Pedro Sánchez que todavía no sabemos dónde llevaba oculta el líder de Ciudadanos. Pablo Iglesias debería haberse situado junto a Ana Pastor y Vicente Vallés: buena parte de sus energías se fueron en tratar de poner orden y reconducir el tono barriobajero y bronco.
Un espectador al que no le interesara la política hubiera disfrutado, como cuando asistes a una tertulia de 'Gran Hermano' sin tener ni idea de qué hablan, pero te dejas arrastrar por el mal rollo reinante. Atresmedia envolvió el encuentro de mayor sofisticación audiovisual que el ente público, aunque la pomposamente bautizada 'sala del tiempo', con cuatro periodistas contemplando sin pestañear una pantalla para medir el tiempo que hablaba cada candidato, movía a la hilaridad. ¿Para cuando la edición Deluxe?
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