El peor momento en la vida de Agatha Ruiz de la Prada

Una furgoneta rosa, réplica de la que ella llevaba cuando era joven, recogió a Agatha Ruiz de la Prada para comenzar un periplo que recorrió su vida. Samanta Villar era la conductora en un viaje repleto de anécdotas buenas y malas. La diseñadora tenía muy claro cuáles han sido sus peores momentos: «La depresión de mi madre y pelearme con mis hermanas». Ambos hechos perteneces a épocas distintas, pero han marcado a la modista. Sus tías Isabel y Mercedes protagonizaron la primera parte del recorrido que retrocedió hasta la infancia de la artista, cuando pasaba largos periodos de tiempo en Badalona, en casa de sus abuelos. Su padre era un gran arquitecto y un exquisito amante de la pintura. «Se compró un cuadro de Antonio López, 'La alacena', por cien mil pesetas y lo vendió luego por cien millones», revelaba Agatha orgullosa. Pero ser hija de un coleccionista de arte no fue fácil. «Están más pendientes de sus cuadros que de su familia», contaba. Y el matrimonio no funcionó del todo. «Creo que el día que se casaron, a los pocos días de conocerse, se dieron cuenta de que habían cometido un error. No tenían nada que ver el uno con el otro», opinaba la entrevistada. Su madre tenía problemas al tener una salud mental delicada y este fue un hecho que impactó notablemente en la hija.

Cuando la creadora decidió montar su propio estudio se llevó a sus dos hermanas a trabajar con ella. Estuvieron colaborando juntas siete años, pero la cosa acabó mal. «Me sentí traicionada», declaraba Agatha. Un día les estuvo llamando durante mucho tiempo y no le cogían el teléfono. Cuando por fin le atendieron preguntó a ver qué pasaba. «Vengo de casarme», respondió una de ellas. «Y no lo entendí», confesó la diseñadora. Ellas tenían el 66 por ciento de la empresa, «el mayor error de mi vida fue repartirlo así», explicaba dolida. «Me da mucha pena llevarme mal con ellas», zanjó.

El programa visitó también una finca de la protagonista donde coincidió con Rosario, quien fuera su cuidadora cuando era niña. Allí se descubrieron un caballo «que me ha regalado Luismi», su anterior pareja de la que parece que guarda buen recuerdo. Del que no quería ni hablar es de Pedro Jota Ramírez, su exmarido, al que llama «el innombrable». La única pista del periodista radicaba en un perro al que ha bautizado como Jota. «Perro Jota», puntualizó. En cuanto a influencias profesionales, su mayor inspiración fue el modisto Yves Saint Laurent y su nombre también tiene historia. «Me iban a llamar Agheda, como mi bisabuela, pero a mi madre no le caía bien y me puso Agatha en honor a Agatha Christie», descubrió divertida.