Risto Mejide y Máximo Huerta se emocionan al hablar de sus madres: «Somos dos almas heridas»

Siete días duró en el cargo. Máximo Huerta fue un breve ministro de Cultura. Pasajero, pero discreto. El escritor se dejó llevar por Risto Mejide, que llevó su 'Chester' hasta Buñol, pueblo al que se ha retirado para cuidar a su madre. El presentador indagó sobre su corto periodo como ministro y preguntó si ya sabe por qué ocurrió aquello. «Macron acababa de hacer dimitir a uno para quedar él bien y algunos de dentro del PSOE, con cargos muy importantes, me dijeron que lo mismo habían hecho conmigo», arrancaba.

«Te han utilizado para presumir de limpieza. ¡Si lo mío estaba pagado desde hace doce años! Yo era alguien exótico que llamaba la atención. Y claro, si lo haces con Carmen del Montón… Eso no tiene los mismos titulares», ironizaba. Huerta torcía el gesto antes de seguir disertando. «Zapatero no lo habría hecho», apuntaba serio. Y argumentaba: «Él habría salido, con ese tono que tiene ahora de párroco, y habría dicho que eso era una multa pagada y ya está. Fin. En el caso del astronauta y algunos otros, no. Eso sí que me dolió, ver cómo defendían al astronauta y a algunos otros, y a mí no». El reproche apuntaba a Pedro Duque. «Se me había olvidado el nombre», se excusaba. Y tiraba de sorna: «Ahora dirán que yo creo en la teoría de la conspiración. ¡Qué va! No me creo tan importante».

Dolido, pero con el ánimo de haberlo superado, Máximo Huerta continuó el relato de su despedida como ministro. Ningún dirigente se puso en contacto con él durante varias semanas, pero un mes después sonó el teléfono. «Yo estaba en Almería. Necesitaba no estar en casa. Cuando dimití, Pedro Sánchez me dijo: Y ahora, si puedes estar callado, mejor. Yo te llamaré en un mes, cuando todo se calme. Y así fue, sonó el teléfono. No pude cogerlo. Llamé yo después y no me cogieron. Volvieron a llamar y yo no estaba… Al final, Carmen Calvo me dejo un mensaje 'naíf'. Porque ella es naíf», dijo con cierta sorna. Tras varios intentos, la llamada 'presidencial' tuvo lugar. «Cuando conseguimos hablar yo estaba muy nervioso. Es que me costó mucho estar bien. Y el presidente me llamó para ofrecerme un cargo. Le dije que no debió ofrecerlo ni yo podía aceptar», recordaba. Mejide preguntó cuál era el cargo y, tras negarse en un primer intento, Máximo largó. «Habría sido muy bonito porque siempre fue un sueño para mí estar en el Instituto Cervantes. Pero tenía mucho miedo lo que iban a decir, no podía soportar esa presión», afirmó. Y cerró el tema dejando caer una queja dirigida a sus compañeros de aquel Gobierno. «Ninguno me dijo quédate», censuraba.

Pero la conversación no giró siempre en torno a la política. También hubo momentos en los que la faceta personal del invitado y el presentador salieron a relucir. Ambos confesaron no estar en su mejor momento. Lo de Risto es más sonado: una ruptura reciente, pública, y con la sombra de la infidelidad por medio. Lo de Máximo, desconocido hasta ayer. El exministro vive retirado en Buñol donde cuida de su madre. Y, precisamente, sobre eso trata el último libro del invitado: 'Adiós, pequeño'. «A mí me ha costado leerlo», confesó el presentador. «Estás hablando todo el rato de tu madre y de lo que tú sientes hacia ella y hacia su vida. Y claro, para los que estamos todavía arreglando las cosas con nuestros padres, como es mi caso... con mi madre hace cuatro años que no me hablo», desveló.

El escritor se preocupó por la situación de Risto y quiso saber si estaba bien. La respuesta del presentador significó mucho para Huerta: «Estoy en ello», admitió Risto. Y Huerta apuntó que «estamos igual». «Somos dos almas heridas», zanjó el presentador mientras se miraban a los ojos.

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