Karlos Arguiñano desvela la tragedia de su vida en 'El Hormiguero'

Llegó a 'El Hormiguero' con ganas de bailar –«qué envidia me dan las coreografías que hacéis», ensalzó- y pronto pasó a filosofar sobre la pandemia que nos rodea. Karlos Arguiñano tiene un magnetismo que atrapa al espectador. La naturalidad que destila y su forma de expresar la vida ante las cámaras engancha a la audiencia. Y es que el chef lo mismo provoca la risa contando un chiste malo que emociona revelando un dato triste sobre su vida. «En mi casa ha habido ocho partos», dijo refiriéndose a toda su prole. Pero uno de los momentos más difíciles de su vida fue cuando su mujer, Luisa, dio a luz por primera vez. «Los dos primeros se nos murieron. Eran dos niños y nacieron muertos con siete meses», desvelaba el cocinero vasco. Arguiñano contaba cómo su mujere «lloraba y lloraba» y él la consolaba: «Tranquila que tienes un pedazo marido y esto lo vamos a intentar las veces que haga falta». Y sus palabras fueron proféticas. «Luego vinieron seis, más una que tengo adoptada…», enumeraba con el salero que le caracteriza. Y claro, con tantos hijos la familia es muy grande. «Ahora me toca aprenderme el nombre de mis nietos», bromeaba.

Cuando empezó el confinamiento, Karlos llamó a Pablo Motos para dejarle una de sus interesantes consideraciones. «Éramos felices y no lo sabíamos», expresó. Y tras descubrir que ha andado 800 kilómetros sin salir de casa en estos últimos meses, admitió que la situación es compleja. «Es muy difícil llevar esta historia, pero saldremos fijo, aunque nos está costando más de la cuenta», advirtió. El cocinero también aprovechó la visita para enviar un saludo a Miguel Ángel Revilla. «Cada vez que el presidente de Cantabria viene al programa te trae producto y yo he querido imitarle», dijo sacando una colosal botella de su vino K5. «Nos dieron un premio en Lyon hace un mes y para que los franceses den algo a un vino español es que tiene que estar bueno de cojones», indicó con cierto cachondeo.

Arguiñano disertó sobre animales, nidos de pájaros y golondrinas, y también hubo sitio en la conversación para los críticos gastronómicos. «Cuando eres joven igual sí te inquieta que venga el crítico de incógnito a tu restaurante, pero cuando llevas una trayectoria de tantos años como los que llevo yo en la cocina… A mi no me pone nervioso nada más que la fiebre», aseguró con guasa. Más serio se puso para censurar las calificaciones que los expertos dan a los chefs. «Si ha venido solo un día a comer, ¿cómo puede poner nota?», se preguntaba. Y proseguía: «Entiendo que haya críticos, pero no que pongan nota. Lo importante es lo que haces cada día, no solo el día que venga el crítico». La entrevista derivó por otros temas como la esperada final de la Copa del Rey de fútbol -«yo apuesto por la Real Sociedad, claro», exaltó- y el resultado de una supuesta competición entre él y Rajoy andando rápido. «Yo apuesto por mí, aunque me lo iba a poner difícil», opinó provocando la risa del público y el presentador.