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Los protagonistas de la serie. EC
Fringe: las realidades alternativas

Fringe: las realidades alternativas

Las mejores series del siglo XXI ·

El creador de ‘Perdidos’ abrió un departamento de casos paranormales para narrar una trama plagada de universos diversos y distintas líneas temporales

MIKEL LABASTIDA

Domingo, 17 de septiembre 2017, 01:41

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Pocos títulos televisivos han despertado más interés que ‘Perdidos’. Las andanzas del grupo de supervivientes de un accidente de avión mantuvo en vilo a la audiencia de todo el mundo durante seis cursos. Aquella isla, que tantos disgustos y alegrías provocó a los espectadores, pesará siempre sobre los hombros de sus creadores. Todos los proyectos que han acometido después se han visto influidos por esa producción. La sombra de ‘Perdidos’ es muy alargada y ha oscurecido las virtudes de algunas propuestas que ellos pusieron en marcha posteriormente.

Posiblemente ‘Fringe’ hubiese sido mucho más valorada y apreciada si quien la creó y firmó no fuera la misma persona que había estrellado el vuelo 815 de Oceanic, J. J. Abrams.

Corría el año 2008 cuando se anunciaba el estreno de la nueva apuesta del impulsor de ‘Perdidos’. Llegaba a la cadena Fox y guardaba cierta relación con otro producto audiovisual muy potente, ‘Expediente X’. Abrams mutaba como el nuevo rey Midas, no solo por sus aciertos televisivos sino por su incursión en el mundo del cine, donde había resucitado la saga ‘Star Trek’. Con estas credenciales parecía complicado que se truncase algo. La expectación estaba asegurada. El primer capítulo, de una hora y media de duración, desbancó a ‘Perdidos’ como el piloto más caro de la historia de la televisión, con un coste de diez millones de dólares. Los resultados en los episodios inaugurales fueron buenos, pero a medida que la serie avanzaba perdió seguimiento. Y lo que es peor, no generaba ruido. Lo que iba a ser un pelotazo deambulaba por la parrilla de manera más discreta. No hubo ‘boom’, no hubo fuegos artificiales, no hubo explosión. Y eso fue una lástima.

Un científico con problemas mentales y su hijo formaban parte del equipo de investigación

Lo fue porque ‘Fringe’ merecía la pena. Y en su día no recibió todos los laureles que le correspondían. Afortunadamente, la serie sigue ahí para que cualquiera la pueda recuperar o descubrir y disfrutar en su totalidad. Cinco temporadas tuvo finalmente, que no está nada mal. Los fans temían cada curso que la cancelación llegase en cualquier momento sin la anticipación suficiente como para darle un cierre digno a la ficción. La emisora solía amenazar con recortes de presupuesto, puesto que consideraba que los costes de producción de cada entrega no correspondían con los resultados que luego se obtenían. «La cadena pierde mucho dinero con ‘Fringe’», dijo en una ocasión Kevin Reilly, presidente de Fox. Abrams y los suyos lograron pese a todo que su proyecto se mantuviese con dignidad. Conviene conocer estos entresijos y vicisitudes para apreciar más ‘Fringe’. Pero ya va siendo hora de indicar por qué ha de ser rememorado este título.

Lo que no sabías...

Las cabeceras. Un total de siete cabeceras tuvo esta ficción, que hicieron disfrutar a los espectadores pues, según el color de ellas, podían identificar aspectos del argumento. El tono marcaba el carácter del episodio y diferenciaba distintas realidades.

Una división del FBI

La División Fringe es un grupo de trabajo, apoyado principalmente por el FBI, que tiene como misión investigar una serie de delitos relacionados con la ciencia. Así nos la presentaron de la mano de una agente (Olivia Dunham) que tendrá que dedicarse a casos paranormales, un científico con problemas mentales (Walter Bishop) y su hijo (Peter Bishop), todos bajo el mando de Phillip Broyles. Y durante toda la primera temporada discurrió como una especie de procedimental en el que este equipo, formado para hacer frente a determinados enigmas, debía resolver sucesos de diversa índole. Básicamente se encargaban de desenmascarar al ‘monstruo de la semana’ (un término que los seguidores de Mulder y Scully identificarán enseguida).

La ficción recordaba en sus orígenes a un gran título de los años 90, ‘Expediente X’

Pero ‘Fringe’ no se iba a conformar con eso, quería ir mucho más allá y plantear una compleja trama de ciencia ficción. Esta apuesta le hizo perder a unos cuantos seguidores, perezosos de seguir una historia que exigía continuidad, pero otorgó las delicias de los amantes de universos paralelos y líneas temporales diferentes.

La serie fue mostrando capas poco a poco, desvelando nuevos secretos, provocando dudas en el espectador, introduciendo a los protagonistas en mundos desconocidos. Es complicado resumir todo lo que abordaba ‘Fringe’, por su atrevimiento. Para no revelar demasiados detalles diremos que el pasado de los personajes principales jugará un papel decisivo en lo que va aconteciendo y destacaremos la figura de los Observadores, que se encargaban de vigilar el tiempo.

La serie de Abrams consiguió imponer sus reglas, crear su propia mitología e incluso generar un lenguaje nuevo y sorprendente que produjo fascinación en su público, no muy amplio, pero sí fiel. Y fue este el que admiró su capacidad para analizar de un modo diferente asuntos cotidianos como la identidad o la culpa.

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