Al igual que a Juanma Bajo Ulloa, el cine que me ha convertido en la persona que soy es el que me ha hecho pensar ... y sentir. Algunas de sus películas -'Alas de mariposa' y 'La madre muerta' sobre todo- son cuentos alucinantes que forman parte de mi educación sentimental. Solo por eso ya me interesan sus opiniones sobre la situación actual de la industria audiovisual, aunque no comparta su excesivo pesimismo por el papel que juegan las grandes plataformas.
El otro día hablaba de ello con Buenafuente, durante su visita al 'Late motiv' para promocionar esa rareza que es su último trabajo, 'Baby'. Charlaban sobre el modo en que hemos dejado de ser amantes de la cultura para convertirnos en meros consumidores, que vamos marcando con checks los títulos que vemos o acumulándolos en hilos de Twitter.
Por supuesto manifestaba que no se engancha a series, que es algo tan lícito como no comer queso o no beber vino. No te hace más especial ni tan diferente. Los placeres cada cual los administra según su paladar. Sí me hizo recapacitar sobre un asunto del que se debate a menudo, ¿estamos empachados de tantas series?
Es verdad que atrás han quedado las épocas en que una misma ficción nos volvía locos durante temporadas y nos pasábamos las semanas tratando de adivinar lo que iba a suceder entre capítulo y capítulo. La oferta se ha multiplicado, por lo que cuesta más encontrar una producción que guste igual a todos y es más factible que se cuelen propuestas de distintas calidades. El volumen no tiene por qué ser un problema, tal vez lo que tendríamos que plantearnos es si no deberíamos empezar a educar la capacidad de escoger y esa necesidad tan insana que nos invade de acaparar todo en tiempo récord.
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