Rebelión femenina y abandono inesperado en 'El Conquistador del Caribe'
Un empate sorprendente en el juego de inmunidad provocó que las verdes montaran un motín y que una de ellas decidiera marcharse indignada del concurso
Un complejo juego de inmunidad fue el detonante de una rebelión que rompió los esquemas de 'El Conquistador del Caribe'. Los integrantes de los distintos equipos debían navegar en un cayuco hasta llegar a un islote, cruzarlo entre las señales indicadas, amarrar la embarcación, saltar al agua y nadar hasta llegar a unas plataformas. Una vez allí, los elegidos de cada grupo -Iban, por los rojos; Unai, por los azules; y Terete, por las verdes- tenían que nadar hasta una pared vertical que había que escalar. El ascenso era solo hasta la mitad del recorrido, allí estaban las capitanas para recoger el testigo y seguir subiendo hasta alcanzar la ikurriña. Pero no valía con llegar a ella, había que sacar el mosquetón que apresaba la enseña. Y ahí surgió el problema.
Los colorados fueron más rápidos, brindando a Andrea una ventaja considerable. Ella llegó la primera a la bandera, pero seguida de cerca por Nahia. Y mientras ambas capitanas trataban de soltar el mosquetón, Bego llegó a la meta provocando que todo quedara en un triple empate. David Seco avisó antes al trío. «Si empatáis no valdrá para nada», advirtió. Pero no hicieron caso y el resultado motivó que cada equipo regresara a su campamento. Así, los azules regresaron a la villa rica, los rojos se fueron a la pobre y las verdes, destrozadas y muy enfadadas, enfilaron el camino al campamento muy pobre.
El cabreo del grupo femenino era máximo. Alentadas por Leire, la más protestona, afirmaban que estaban dispuestas a rebelarse contra la organización y no ir a donde les tocaba. «A mí me llevas a casa, no vuelvo a esa mierda», declaraba la bilbaína que atacaba a la organización: «Me parece muy indignante todo lo que nos hacéis a las personas que venimos aquí con una ilusión de la leche. Día tras día nos vais quitando la ilusión porque nos hacéis sentir como un producto».
Más información
Julian Iantzi informó de que el triple empate motivaba una solución salomónica. Un integrante de cada grupo debía presentarse al duelo, jugándose la expulsión y, de paso, representando a su color para ver en qué campamento acababan. Al ir a contárselo a las Atabey, el presentador se encontró con el drama. Los reproches de Leire no cesaban e Iantzi intentaba calmar las aguas. «Esto ocurre un montón de veces y siempre es así. No quiero que os enfadéis más. Son lances del juego y es lo que hay. Si ganáis, todo esto va a ser una anécdota», tranquilizaba. Pero la de Bilbao seguía erre que erre y decidió abandonar. «No voy a estar aquí jugándome la salud», proclamaba retirándose. Nahia desvelaba después que Leire le había dicho antes del juego de inmunidad que quería irse.
Mermadas y con la moral por los suelos, las verdes decidieron que la mejor defensora del grupo iba a ser Ohiane. Ella se presentó al duelo que disputó contra Punky e Iker. Y ella fue la que, a pesar de intentarlo hasta el final, perdió el desafío. Llorando desconsolada, Ohiane lamentaba el resultado. «Te lo juro que lo he intentado, no podía más», prometía a su capitana que tampoco evitaba el llanto. La autoascensión acabó con el sueño de la navarra y desgastó aún más al conjunto femenino. Y cuidado, porque Andrea y Annie también quieren marcharse. La tragedia de las Atabey puede ser peor.