No tenía ninguna fe en la vuelta de 'Mentes criminales'. No le veía ningún sentido a recuperar una serie que había sido enterrada formalmente justo ... antes del inicio de la pandemia con su decimoquinta temporada. Un final digno que le dio a la CBS buenas cifras de audiencia. Hace dos años regresó con el mismo planteamiento, pero con una programación mucho más corta (solo diez capítulos) y en la plataforma de 'streaming' (Paramount+). He de reconocer que no daba ni un duro por ella. Me parecía una notable falta de ideas volver a recuperar a los agentes de la Unidad de Análisis de Conducta del FBI. Mejor ir sobre seguro que arriesgar con algo desconocido. El público les dio la razón.
A las temporadas 16 y 17 de 'Mentes criminales' les pusieron el apellido de 'Evolution', como si fuera una versión 2.0 de la anterior. En parte es verdad. La reducción del número de episodios le ha sentado de maravilla. No hay capítulos insufribles que los devotos hemos visto por amor al arte años atrás. Todos tienen su miga y hay un arco argumental que abarca estos dos últimos cursos, disponibles en AXN, más que interesante. Sin destripar nada, los agentes especiales deben luchar contra una red de asesinos en serie que lleva actuando desde hace años.
No se puede decir mucho más de los dos cursos, tan unidos que bien podrían haber formado parte de una sola unidad. Pero la separación, como hace Netflix con sus partes, le ha sentado de maravilla para no recargar al espectador. La duda es saber qué pasará en el futuro, hacia dónde caminará 'Mentes criminales' y qué sorpresas habrá en temporadas posteriores. Habrá una decimoctava. O la tercera de 'Evolution', como se quiera contar.
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