La violencia contra las mujeres es esto
La mexicana Laura Baeza refleja la violencia sistematizada en una sociedad en la que ya nadie confía en ayudar
Esta podría ser la historia de unas adolescentes y nada más: cómo se relacionan, se imaginan el futuro, se inician en el sexo e ignoran ... a sus padres y madres porque en la adolescencia todo lo que las personas mayores dicen o recomiendan hace que tú pongas los ojos en blanco y resoples. No entienden nada, solo aspiran a controlarte, incapaces de asumir que has crecido, ¿no?. Lo que pasa es que en 'El lugar de la herida' la adolescencia es, en realidad, lo de menos; es cierto que esa ansia de libertad y ese hacer oídos sordos es necesaria para todo lo que aquí se cuenta, pero esta novela de la mexicana Laura Baeza es mucho más que un retrato de una mala edad. Es la historia de la violencia sistémica y sistematizada contra mujeres, adolescentes y niñas. Es el reflejo de una sociedad en la que son vistas solo como objeto, como medio para hacer dinero. Es el relato de la ausencia absoluta del Estado. A tal punto está ausente que ya nadie confía en que pueda ayudar en nada. Se supone que hay una oficina abierta 24/7 para denunciar que tu hija ha desaparecido, pero a veces abren a las once de la mañana y otras nunca. Y a menudo quienes han de resolver el delito son los que lo cometen.
El lugar de la herida
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Ed: Alfaguara 221 páginas 19,90 euros
Lucero y Nancy iban juntas a clase. Primero desaparece una y luego la otra. Lucero es una de miles que no tiene una familia que vaya a mover un dedo, pero Nancy tiene un padre y una madre que no descansan. Descubren así que todo el mundo sabe y nadie habla, que prefieren mirar para otro lado porque o sienten terror o están, en cierta medida, en la pomada. El negocio del secuestro y violación -prostitución, lo llaman- da mucho dinero y busca cada vez cuerpos más jóvenes para satisfacer a señores de toda clase y condición.
Mientras la familia de Nancy señala la absoluta soledad de las víctimas, Lucero va contando el día a día encerradas en una casa en la que son abusadas de continuo (y donde se les inocula la idea perversa de que ellas son culpables y cómplices). Es de agradecer que no describa los hechos, sería imposible de leer; frente a esas novelas criminales en las que describir el abuso se convierte en 'entretenimiento', esta narración está del lado de las víctimas, sin duda, y eso -que no es un panfleto- quiere decir dolor, duda, vergüenza, ignorancia. La violencia lo empapa todo y Baeza lo ha hecho tan bien que resulta un libro a la vez aterrador, conmovedor y clarificador.
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