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IÑAKI EZKERRA
Sábado, 7 de octubre 2017
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La trayectoria novelística de Víctor del Árbol se ha caracterizado por una desprejuiciada fórmula a la hora de echar leña al fuego narrativo. Un gráfico ejemplo está en ‘La víspera de casi todo’, la novela con la que obtuvo el Nadal en 2016, en la que a los condimentos típicos del ‘best-seller’ y el ‘thriller’ policíaco añadía las salsas del mensaje político y del género histórico (la Alemania posterior a la Segunda Guerra Mundial, la Argentina de la dictadura militar…) o la espesa guarnición de una maternidad atribulada por el secuestro, violación y asesinato de una hija, así como el plato ornamental de una sugerente variedad de escenarios para la acción: desde el urbano de Málaga o de Barcelona al ‘marco incomparable’ de la Costa de la Muerte. Si en aquella ocasión el autor ya ponía un pie en el género psicológico y en el intimista, ‘Por encima de la lluvia’, su última entrega novelesca, supone una inmersión cualitativa en esta última y un abandono (¿momentáneo?) del género negro que, sin embargo, le permiten seguir fiel a esa trayectoria y a esa receta sin complejos por la cual se acumulan toda clase de materiales temáticos. Materiales que en este caso son los de la poética de la corrección política empezando por la cuestión principal que aborda el libro: la de la vejez y el derecho a seguir intentando la felicidad en ella. Dicha poética se sostiene sobre Helena y Miguel, dos ancianos que se han conocido en una residencia para la tercera edad ubicada en Tarifa. Víctor del Árbol suele jugar con los hermosos paisajes que escenifican de un modo simbólico los confines del mundo, desde el Norte o el Sur, como metáforas de los límites convencionales de la existencia, que pueden ser transgredidos por el propio impulso vital: ayer desde Finisterre, hoy desde el cabo donde termina el continente europeo y más cerca se encuentra el africano.
Miguel y Helena creen haberlo vivido ya todo. Él es un hombre de una mentalidad lógica y un carácter previsible que ha trabajado en un banco, que teme a los aviones y cuya historia familiar está marcada por un padre republicano al que condenaron a trabajar en la construcción del Valle de los Caídos, dato que representa un claro guiño a la doctrina de la ‘memoria histórica’ en ese afán que posee el autor de no dejar un cabo suelto que sirva de reclamo al más amplio abanico de lectores. Ella, en cambio, es una mujer espontánea e intuitiva, viuda de un profesor universitario e hija de una madre inglesa que había llegado a Tánger en 1944, recién casada con un capitán español que lucía con gallardía de foto sepia el uniforme del Tabor de Regulares y a la cual se le desmanteló esa promesa de felicidad conyugal y tradicional cuando el marido la abandonó por una relación homosexual con un tal Abdul que será una de las referencias que harán que el texto dé un espectacular salto mortal a la ciudad sueca de Mälmo. Aquel episodio familiar de unos tintes cargadamente estrambóticos se dirimió con el suicidio de la madre de Helena cuando ésta rondaba los diez años y con su traslado primero a Londres, a la casa de su abuelos maternos, y después a un internado de niñas.
La novela se abre con ese pintoresco y hogareño derrumbe para pasar en el siguiente capítulo a un amor extraconyugal que tuvo Miguel en su día y por el cual le echó de su casa una esposa beata y prematuramente envejecida que ya ha fallecido. Toda esa información sirve para situar a Helena y Miguel en el contexto de una tercera edad que, por un lado, les pide cuentas de las ocasiones de plenitud perdidas y les reclama la aventura viajera que da cuerpo argumental al libro, pero que, por otro, no se ahorra ni el alzheimer del septuagenario protagonista ni el suicidio de un deforme compañero de la residencia que sirve como detonante de la rebelión vital de la senil pareja. ‘Por encima de la lluvia’ es una novela que está por encima de la capacidad que tiene el género para meter todas las problemáticas políticamente correctas en un mismo zapato narrativo. La ‘conexión Mälmo’ de las andanzas de esa crepuscular pareja llevará al lector a la triste historia de Yasmina, una hija de inmigrantes marroquíes que se mueve entre su sueño de ser cantante, el rechazo conservador de su madre, la relación con un subcomisario de Policía mayor que ella (las diferencias de edad no podían faltar en esta ensalada) y un abuelo autoritario que se llama Abdul, no por casualidad, y que cierra el excéntrico círculo novelesco.
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