
El viaje según Cristina Rivera Garza
Relatos. ·
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Relatos. ·
La autora mexicana, Premio Pulitzer 2024, presenta diferentes travesías, unas físicas y otras interioresTodo texto narrativo es un viaje que el escritor emprende a los parajes de su imaginación o de su memoria. Y es por esa razón ... por la que las novelas o los relatos que abordan el viaje como tema tienen algo de redundantes, pues a la travesía del autor, que es creativa, se añade la creada o recreada por los propios personajes. De ello parece especialmente consciente la escritora mexicana Cristina Rivera Garza en su última entrega, 'Terrestre', un volumen que reúne siete cuentos en los que los personajes se trasladan de un punto geográfico a otro y a la vez, de manera simultánea, de uno a otro estado anímico, de un tiempo a otro tiempo o de un lado hacia otro de sí mismos.
Es el caso de 'El significado de la lluvia', el relato que abre el libro y en el que la protagonista y narradora, que puede ser la propia autora o una 'alter ego' de esta, recuerda, con motivo del viaje que realiza a Belfast, a Julia O'Bradeigh, un curioso personaje de procedencia irlandesa que emerge de su pasado y que pasó un tiempo en la Ciudad de México entrando en contacto con su grupo de amigos. Rivera Garza da detalles imprecisos (la imprecisión es en ella un rasgo de estilo) sobre esos amigos; sobre Julia, sobre la relación especial que debió de tener con una tal Xian o sobre su ubicación en el contexto del movimiento secesionista de Irlanda del Norte, por el que la narradora confiesa un viejo interés y tiene una clara simpatía. Pero, entre las gasas narrativas y descriptivas que envuelven el deambular turístico de la viajera por las estancias del Museo del Ulster, y por la propia historia del dominio británico, acaba insinuándose un sentimiento de amor o profunda atracción por aquella mujer pelirroja y pecosa a la que perdió la pista y cuya ausencia el lector palpa en cada página de una manera física.
El relato que sigue a continuación, 'Sol de otro planeta', narra la aventura de dos jóvenes mexicanas, cargadas con sus mochilas, por el mapa territorial de su país. Narrado en una primera persona de plural mayestático, va dando detalles de cómo ambas han estado ahorrando a escondidas para su odisea mexicana; cómo llevan premeditadamente oculto en distintos puntos de sus ropas y equipajes ese dinero para poder guardar algo en caso de ser asaltadas, y cómo lo van estirando para que les dure a base de ahorrar lo que pueden en gastos de comida u hospedaje. Ya en la primera página del cuento, comparece un tipo sin buenas intenciones dándoles gritos y aporreando la puerta del hotel donde se hallan instaladas, y de donde deciden huir saltando por una ventana. Es el anticipo de los peligros que les esperan durante ese largo, simpático, conmovedor y no menos divertido viaje en busca de la libertad y de la realidad, porque no son en absoluto unas ilusas, y saben perfectamente cómo es la sociedad en la que viven y el papel que aún tiene la mujer en ella. Probablemente, es este el relato más logrado del libro, porque mantiene un perfecto equilibrio técnico entre la carga ideológica y la historia que cuenta; entre el mensaje de contenido social y los puros resortes de la acción narrativa, que consiguen atrapar sin descanso la atención del lector.
No sucede así en 'Práctica de campo', el cuento que le sigue y que trata del autoritario y arbitrario desmantelamiento de una suerte de comuna a manos de la fuerzas armadas. El texto, de redacción impecable, posee -quizá inevitablemente- una marcada coloración ideológica que queda aligerada por el tono elevadamente poético y solemne de un discurso que no abandona el plural de primera persona, ni un amago de estribillo que se va repitiendo en su estructura sintáctica como en una letanía: 'Venimos de lejos. (…) Venimos del monte, del pasado, de la boca de un animal. (…) Venimos de los libros que llevamos bajo el brazo. Venimos de las consignas que se corean en las marchas. (…) Venimos del monte, del futuro…'
Cristina Rivera Garza es, sin duda, una gran escritora, con una amplia cantidad de recursos, que van desde el inspirado registro lírico hasta la sabia y económica dosificación de los datos que el lector necesita para dejarse ganar por una historia. Sabe administrar tanto las informaciones como las omisiones a favor de la eficacia narrativa. Y sabe crear atmósferas entre sórdidas y distópicas, como la que reina en 'Todo se está despidiendo', el cuento con el que se cierra el libro y que trata de una factoría de pescado ubicada en la ciudad de Anchorage, en Alaska, a la que acude una marginal y precaria mano de obra procedente de distintos puntos del continente americano.
Eduardo Laporte
Javier Serena (Pamplona, 1982) sorprende con un registro mucho más autoficcional tras 'Atila' o 'Últimas palabras en la Tierra', centradas en retratos de escritores. En la novela corta 'Apuntes para una despedida' se atreve con un relato mucho más autobiográfico e íntimo. El protagonista también es de Pamplona y también trabaja en una publicación literaria en Madrid. Novela mínima, juega con acierto la carta del menos es más. Dos personajes con Madrid de fondo, y un tema bien definido: la desazón que brota cuando se constata que el nuevo amor saldrá torcido, cuando se asume que no cuajará: «La sospecha de que, exigidos por un examen poderoso no aguantaríamos la prueba, la albergué desde el principio».
Porque la vida de Maite tampoco lo pone fácil y Serena ofrece un retrato de una precariedad integral, casi holística. Actriz que lo apostó todo a la carta de la interpretación, ve pasar o, mejor dicho, estrellarse, su último tren: un papel protagonista en una película que resultó «un fiasco de crítica y público». En ese relato sutil del hundimiento de Maite es cuando el libro vuela más alto. Tanto como para eclipsar momentos felices, como un viaje a Turín, y amenazar con derrumbar ese castillo de naipes que es su relación: «Bastó una broma inoportuna para que nos enfrentáramos con un encono desmedido». Una novela delicada, cargada de pequeños destellos, que demuestra que las historias fallidas son más fértiles para la buena literatura que las felices.
Iñaki Ezkerra
En 'La dulce existencia', Milena Busquets nos ofrece un texto que tiene su excusa en la película sobre su novela 'También esto pasará' que recientemente ha rodado la cineasta María Ripoll. Ese proyecto cinematográfico lleva a la autora a reencontrarse con aquellas páginas que escribió en torno a la muerte anunciada de su propia madre y a escribir otras que se centran en los frívolos y anecdóticos avatares del rodaje; en el trasiego de citas, almuerzos y cenas en diferentes escenarios de moda de Barcelona con el equipo que trabaja en la cinta o con personas cercanas que se involucran en esta. A lo largo, o a lo corto, de un centenar de páginas, la autora nos da cuenta de los anteriores intentos frustrados de llevar al cine esa novela que fue un éxito editorial; de sus charlas, coqueteos y tonteos con los actores que le parecen atractivos o sobre la jocosa reflexión que algún personaje propone sobre el egocéntrico narcisismo que ha observado en el oficio literario y del cual este libro constituiría una prueba irrefutable.
Se salvan los tramos narrativos más marcadamente líricos dedicados al reencuentro con el paisaje de Cadaqués, el edén impregnado de la presencia materna e inevitablemente también al sentimiento de pérdida. El estilo de Milena Busquets se ha caracterizado por obedecer a ese concepto de 'la ligereza' del que Gilles Lipovetsky hizo una metafísica. Pero en este caso no es fácil distinguir dónde la ligereza acaba y comienza la banalidad convertida en un manierismo.
Julio Arrieta
Thomas Jefferson (1743-1826) es considerado como uno de los Padres fundadores de Estados Unidos, país del que fue tercer presidente. Fue el principal autor de la Declaración de Independencia, documento en el que se puede leer que «todos los hombres son creados iguales». Thomas Jefferson poseyó más de 600 esclavos, hombres mujeres y niños. Los compró, vendió y regaló, y los hizo trabajar en su propiedad de Monticello, en Virginia. Desde no hace tanto tiempo, los cerca de 450.000 visitantes que recibe esta plantación al año pueden conocerla en un recorrido temático que expone esta cuestión incómoda. Para muchos turistas, es un descubrimiento traumático. Monticello es el primero de los lugares relacionados con la trata de seres humanos que presenta el poeta y académico Clint Smith (Nueva Orleans, 1988) en 'El legado de la esclavitud', libro cuyo propósito se resume a la perfección en el subtítulo: «Cómo recuerda Estados Unidos su pasado más cruel». A menudo lo ha hecho dejándolo en un segundo plano, soslayándolo, cuando no ignorándolo. Pero «la historia de la esclavitud es la historia de Estados Unidos», escribe Smith. «No fue periférica a su fundación; fue primordial (...). Esta historia está en la tierra que pisamos, en nuestras normas y también debe estar en nuestra memoria». El de Smith no es un estudio histórico, académico. Es un viaje intenso y conmovedor a un pasado que no se puede ni debe ignorar, porque sus efectos persisten en el presente.
J. Ernesto Ayala-Dip
Hace mil años un amigo me preguntó quién había sido el hombre más triste de Europa. Le contesté que no lo sabía y me informó de que había sido el poeta italiano Cesare Pavese. Yo conocía su poesía, ya había leído 'Vendrá la muerte y tendrá tus ojos' y 'El oficio de vivir'. Claro, pensé, debía haberlo deducido. Esos dos libros -el de poesía el primero, un diario el segundo- eran profundamente tristes. Pierre Adrian, autor entre otras obras de una casi definitiva biografía de Paolo Pasolini, escribió sobre Pavese su segundo libro importante y premiado, 'Hotel Roma', relato de las últimas horas de vida del poeta que se suicidó en un hotel de Turín el 27 de agosto de 1950.
La vida privada de Pavese contrasta con su exitosa vida profesional como editor, gran traductor y divulgador de la literatura norteamericana de su tiempo. Y por supuesto, como eximio poeta y novelista. Yo tenía algunas sospechas sobre su desgraciada existencia. Sabía de algunas mujeres, entre ellas, la famosa de «la voz ronca», que llevaron por las calles de la amargura al pobre Cesare. Su talón de Aquiles eran las mujeres, de las cuales solía enamorarse perdidamente. Se deduce del libro de Pierre Adrian (que vive actualmente en Roma) que el autor de 'Entre mujeres' se enamoraba de las que no tocaban. Así fue en el caso de su relación con una mediocre pero muy bella actriz norteamericana. En realidad, en Pavese convergían dos circunstancias muy desgraciadas: su inclinación al suicidio y sus patéticos enamoramientos nunca correspondidos. Él mismo reconoció que nunca había logrado acostarse con una mujer y levantarse juntos al día siguiente.
Además del hombre más triste de Europa, Pavese fue el hombre más solo. Pierre Adrian escribe su libro en primera persona. Lo hace a veces junto a su pareja, también francesa, a la que conocemos con el apelativo de «la mujer de la piel morena». Adrian nos relata el itinerario de las últimas de horas de vida de Pavese.
El poeta abandona unos días antes la casa de su hermana, donde vivía. Estamos en el tórrido ferragosto italiano. Es sábado. Pavese se dirige a la Plaza Carlos Felice. Entra en el Hotel Roma y le asignan la habitación 346. Una vez allí hace muchas llamadas, entre ellas a Enaudi, la editorial donde trabajaba. Es verano, vacaciones, nadie lo atiende. Y llama a la última mujer que había conocido unas semanas antes, Pierina. Está ocupada. Cuando se entera de que era Pavese quien la había llamado, va al hotel Roma. Él había ingerido tres envases de somníferos. Es domingo. Dejó escrito sobre la tapa de un libro: «Os perdono y pido que me perdonéis. Y no chismorreéis mucho». Una última recomendación. Si el lector quiere conocer el Hotel Roma, en Turín, puede hacerlo. Todavía existe, y también la habitación donde Cesare Pavese vivió sus últimos segundos de triste y solitaria existencia.
Pablo Martínez Zarracina
La combinación entre el proceso de extradición de Pinochet en 1998 y la pesquisa sobre las tres décadas que el nazi Walther Rauff pasó en Chile da forma a este volumen. Philippe Sands concluye con él la trilogía sobre el nazismo y el recorrido histórico de sus crímenes que comenzó con la celebrada 'Calle Este-Oeste' y continuó con 'Ruta de escape' (ambos en Anagrama). El libro comienza con la detención de Pinochet en Londres, ciudad a la que el, por entonces, senador vitalicio viajó amparado por una inmunidad que iba de la indiferencia de los tribunales internacionales a su amistad personal con Margaret Thatcher. La petición de extradición de Baltasar Garzón -el lector español encontrará en esta crónica una semblanza indirecta, pero jugosa del juez- puso en marcha lo inesperado: «el caso penal internacional más importante desde Núremberg».
Lo jurídico adquiere en el texto enorme relevancia, entre otras cosas porque Sands participó en el proceso como abogado de una organización de derechos humanos. La entrada en escena de Walther Rauff tiene en cambio un curioso origen literario: fue Bruce Chatwin quien escribió en 'En la Patagonia' acerca de un alemán que trabajaba en una conservera en Punta Arenas. «¿Recuerda aquel otro olor a quemado?», se preguntaba el inglés. Esa pista sería seguida por Bolaño en 'Nocturno de Chile': el alemán perdido en el fin del mundo austral era nada menos que Rauff, mano derecha de Reinhard Heydrich e inventor de las cámaras de gas móviles. La posibilidad de que el nazi pusiera al servicio de la dictadura chilena sus conocimientos sobre campos de concentración constituye el nexo con Pinochet que termina funcionando como motor de la investigación.
Sands reconstruye, con precisión y gran pulso narrativo, la huida de Rauff tras la guerra y su vida en Chile. Son las mejores páginas del libro. Se persigue en ellas la verdad de un hombre inteligente y desconfiado que intentó pasar desapercibido mientras cultivaba la amistad de los militares y presumía en privado de que en Chile lo protegían «como un monumento cultural».
¿Colaboró el nazi con los asesinatos y desapariciones de la dictadura de Pinochet? Es la pregunta que Sands intenta responder mientras documenta esos crímenes y disecciona el intento de que el militar chileno fuese juzgado en España. Lo hace con gran minuciosidad y, si los detalles jurídicos pueden resultar excesivos para el lector común, los políticos están llenos de interés.
Recorre el libro un poderoso anhelo de justicia que llega a imponerse incluso al final de sus protagonistas: Pinochet regresó a Chile y nunca fue juzgado; Walther Rauff fue enterrado en el cementerio central de Santiago entre saludos nazis y salves a Hitler.
Iñigo Beraza
'Fiskadoro' es una de las mejores novelas distópicas del siglo XX. Cuando Denis Johnson escribió esta su segunda obra en 1985 era considerado un novelista maldito con problemas de alcohol, drogas y una frágil salud mental. Ambientado en un futuro postapocalíptico en los Cayos de Florida, después de una guerra nuclear en la que gran parte del conocimiento humano ha sido olvidado, el libro es totalmente disruptivo. No hay una narrativa lineal, prima la atmósfera sobre la trama. Sus protagonistas no son héroes que van a cambiar el mundo, ni siquiera van a tratar de entenderlo.
Fiskadoro, figura central que da nombre a la obra, es un adolescente destinado a liderar un cambio tan incierto como inevitable. Grandmother Wright es una anciana que guarda recuerdos del mundo anterior, el nexo entre el pasado y el futuro. Y Mister Cheung busca el legado de la humanidad a través de la música con un simbolismo especial depositado en su instrumento favorito: el clarinete. El gran acierto de esta novela es su prosa disfrazada de poesía. Un estilo directo, a veces críptico, que no busca complacer, sino transmitir. Frases evocadoras como «Ya no existía una palabra para la guerra, solo el recuerdo» nos sumergen en un universo devastado, pero cargado de belleza y misterio. Este es un libro exigente, a ratos desconcertante, donde no importan las respuestas sino las preguntas. Lo esencial no es entenderlo, sino experimentarlo. Tal vez por eso resulta tan difícil de olvidar.
Sergio García
El barón Ino von Rolland es un acertijo envuelto en un misterio, uno por cierto con innegable atractivo para las mujeres. Cuando su cadáver aparece mutilado a dentelladas en una playa almeriense, el cabo Bermejo es enviado a Mojácar para averiguar las circunstancias que rodearon su muerte y así detener a los culpables. No tarda en comprender que deshacer el ovillo le va a enfrentar con los capitostes del mismo régimen que le ha enviado allí. Porque Von Rolland es un personaje en el que se cruzan muchos: es espía y es judío, lo que no le impide colaborar con los nazis. Lo justifica por amor a la patria -que está siempre por encima de quienes la dirigen, dice-, un argumento que no acaba de encajar con alguien tan cerebral. Para desentrañar lo que ha pasado, Bermejo tendrá que escarbar en la primera mitad del siglo XX, escenario en el que el barón, experto en comprar voluntades, se mueve con la habilidad de un equilibrista. El relato se apoya en personajes rigurosamente reales -el corrupto comisario Manuel Bravo Portillo, la también espía Pilar Millán Astray o el almirante Wilhelm Canaris- y en episodios que no lo son menos, como la falsa neutralidad española en las dos grandes guerras, la Barcelona del pistolerismo, el horror de los campos de exterminio y el exilio nazi en Argentina. Bermejo, instalado en la zozobra que le provoca la insinuante Isabel -'La loba' de Shakira no basta para hacerle justicia-, logra montar un puzle cuyo resultado final ya barruntábamos.
Elena Sierra
Una madre bastante ausente -como si no existiera- y, para compensar, un padre presente al que hay que impresionar, agasajar, embelesar. La protagonista de esta novela que en unos años cumplirá cien -la novela, no la protagonista- está dispuesta a todo para ser la buena hija que su papi merece y si él se convierte al catolicismo, ella va a ser más creyente que nadie, más papista que el Papa. Lo suyo le cuesta, porque es una recién llegada a un mundo en el que hay mucha cristiana vieja y de rancio abolengo, pero al principio la cosa es hasta bonita: el símbolo, el rito, el sacrificio, el artificio, el velo por aquí y el cirio por allá. Todo es nuevo para Nanda, enviada a un internado católico. Y hay en lo nuevo belleza y promesa, la del perdón de los pecados... Pero tiene 8, 9, 10 años, y qué difícil es encajar, saber qué se espera de ella de verdad, porque a veces no hay perdón y sobre todo, incluso ahí dentro, perviven las clases sociales.
Antonia White escribió esta primera novela con el recuerdo de sus propias experiencias como nueva católica en la segunda década del siglo XX. Hoy parece casi un manual de una secta, de un proceso de lavado de cerebro. Ofrécele a Dios tus duchas frías, tu renuncia al más mínimo placer -a ver, leer unos poemas prohibidos- tu soledad, tu hambre, tu tristeza, tu fantasía de futuro. Que la felicidad no te haga olvidar «que un buen cristiano está dispuesto siempre a cargar con su cruz, a negarse a sí mismo». Y así, generaciones.
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