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GERARDO ELORRIAGA
Sábado, 2 de junio 2018
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PHotoEspaña cumple veinte años. El recorrido del festival de la imagen es también, en paralelo, el reflejo de la historia reciente de la cultura oficial, siempre dependiente de la coyuntura y la estrategia, si realmente existe, de la Administración. Su nacimiento en Madrid evocaba una manera de hacer centralizada que recordaba otros tiempos, pero también un ambicioso intento de situar a nuestro país en el panorama fotográfico, casi treinta años después, por ejemplo, de la aparición de los prestigiosos Encuentros de Arlés. El paulatino apoyo de los principales centros de exhibición artística de la ciudad y la adhesión de las galerías, generando un circuito Off propició la expansión y permitió su consolidación en un periodo realmente breve.
La pretensión de convertirlo en una cita multitudinaria ha resultado evidente desde su origen. Los grandes nombres de la fotografía han constituido un reclamo interesante y figuras de sus años de formación, del pictorialismo o el fotoperiodismo, consiguen atestar las salas del Círculo de Bellas Artes, epicentro popular de la cita primaveral con la fotografía. El carácter monográfico de cada convocatoria y la inclusión de reputados comisarios, mediante compromisos trianuales, permitieron elaborar programas atractivos y diversos. Independientemente del nombre del responsable, cada edición ha respetado la pretensión de incluir muestras de figuras históricas y maestros nacionales, nombres de la vanguardia contemporánea y muestras colectivas vinculadas a una específica temática.
La evolución ha sido relativamente rápida y la vocación expositiva se ha acompañado de variopintos talleres, una apreciable vocación hacia la creación latinoamericana y el interés tanto por reconocer trayectorias como dar a conocer nuevos valores a través de galardones como el Premio Descubrimientos PHE. Atenta a la difusión de los nuevos medios, los primeros límites del evento se quebraron con la extensión del festival a las artes visuales y el constante ánimo de renovación incluyó el año pasado TransEurope, un foro continental dedicado a la disciplina.
El apoyo del público ha convertido al festival en el evento más importante de la siempre apretada agenda cultural de la capital. El pasado año la afluencia superó el millón de espectadores y, sin duda, ese respaldo multitudinario lo ha protegido en los años difíciles de la crisis económica, cuando la recesión y los consiguientes recortes evidenciaron la inexistencia de planes de contingencia que hiciera viable el 'boom' de instituciones e iniciativas culturales de la década anterior, tan fecunda en inauguraciones de todo tipo.
PHotoEspaña, en cualquier caso, no salió indemne de aquella nefasta coyuntura, capaz de quebrar numerosos proyectos. A principios de la presente década, la caída de varios patrocinadores y la reducción de más del 20% de sus presupuesto, acabó con la figura del comisario general y amenazó su expansión geográfica, iniciada concéntricamente, con la inclusión de ciudades cercanas a Madrid como sedes y, posteriormente, a Portugal, el continente americano con Trasatlántica, y Europa. Desgraciadamente, aún hoy, el festival sigue sin llegar al País Vasco, aunque se acerca con la incorporación de Santander.
Mil cuatrocientas exposiciones después, la edición de 2018 llega con un escenario absolutamente diferente al que lo acogió en su inicio. Hoy, la fotografía se halla plenamente integrada en el circuito comercial. Además de su inclusión en las grandes ferias, cuenta con citas especializadas de relevancia, caso de la francesa Paris Photo, la neoyorkina Photography Show, organizada por los marchantes del sector, y la más reciente Photo London, nacida hace cuatro años. La península también ha asistido a la proliferación de encuentros con la instantánea, como PhotOn, dedicado al fotoperiodismo y la fotografía documental, o, en nuestro ámbito, el festival internacional Getxophoto.
La renovación constante también acompaña la celebración de las dos décadas de vida. El equipo responsable, dirigido por Claude Bussac, ha argüido un espíritu lúdico y transgresor para caracterizar la inminente edición, que presenta algunas novedades organizativas. Sin embargo, el programa no permite advertir esa irreverencia, sino la fidelidad a las características que han cimentado su éxito. En principio, la principal novedad radica que, en esta ocasión, la gerencia ha otorgado 'carta blanca' a Cristina de Middel, Premio Nacional de Fotografía, para la organización de cinco exposiciones. La iniciativa, que recuerda parcialmente a aquella labor curatorial de sus primeros años, ha dado lugar a cinco muestras denominadas 'Players'.
El programa se antoja similar al de otras ediciones, con Cecil Beaton proporcionando la nota histórica y mayor reclamo popular, y una panorámica dedicada a la vanguardia histórica rusa, otra cita imperdible. El festival también permanece atento a preocupaciones anteriores como el cuidado a la creación que se lleva a cabo en España, con nombre como los de Montserrat Soto, la vocación social, según la mirada de Marc Pataut, y la posibilidad de acceder a numerosos autores en el circuito Off, caso de Pedro Almodóvar, William Klein o Gorka Postigo.
La pretendida irreverencia de esta convocatoria no se advierte en una primera interpretación. El festival se desplegará alrededor de 90 exposiciones y 530 nombres propios. PHotoEspaña dará testimonio, una vez más, de la naturaleza y salud del mayor encuentro cultural del país, un fascinante repaso por el arte a golpe de clic.
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