Sylvia Plath, leyenda y maldición
Infidelidad y tragedia. ·
Se suicidó enferma y empobrecida tras separarse de Ted Hughes, cuya segunda esposa también se quitó la vidaCarlos Aganzo
Sábado, 1 de noviembre 2025, 00:23
Hay quien dice que fue un viudo ejemplar. Otros (sobre todo otras) aseguran que fue un viudo negro, con dos esposas suicidas a sus espaldas. ... En su funeral, el gran Seamus Heaney dijo de él: «Ninguna muerte en mi vida ha herido más a los poetas. Fue una torre de ternura y fortaleza, un gran arco bajo el cual el más pequeño de los hijos de la poesía podía entrar y sentirse seguro (…) Con su muerte, el velo de la poesía se rasga y las paredes del aprendizaje se rompen». Sin embargo, en la tumba de su primera esposa, la poeta Sylvia Plath, en el cementerio de Heptonstall, las feministas se afanaron una y otra vez en arrancar su nombre de la lápida, a golpe de cincel.
Es difícil saber si la leyenda de Sylvia Plath ha empequeñecido o ha agrandado la propia leyenda de Ted Hughes. Ambos se conocieron en Cambridge, en 1956, en la fiesta de lanzamiento de la St. Botolph's Review. Ella tenía 23, y él, 25. «Te mordí el labio y la sangre corrió», escribiría mucho después Hughes, recordando aquel primer encuentro. Se casaron cuatro meses más tarde. Eligieron un Bloomsday (16 de junio) para engalanar su unión con el homenaje a James Joyce. Y se fueron de viaje de novios a Benidorm con la única invitada a la boda: la madre de Sylvia.
Vivieron muy poco tiempo en Inglaterra y enseguida se fueron a Estados Unidos, a Northampton, en Massachussets, para que ella pudiera trabajar como profesora del Smith College, el centro donde había protagonizado su primer intento de suicidio cuando era estudiante. Mientras tanto, Hughes enseñaba en la sede de Amherst de la Universidad de Massachussets, donde un día ella le sorprendió flirteando con una estudiante. Esto provocó que se marcharan de nuevo a Inglaterra para instalarse finalmente en North Tawton, en el condado de Devon, el lugar donde ella publicaría su primer poemario, 'El coloso'. En 1962, dos años después de que naciera Rebecca, la primera hija del matrimonio, el poeta inició una relación con Assia Wewill, lo que provocó que Sylvia y Ted se separaran poco después de nacer su segundo hijo, Nicholas. Tras la separación, Plath volvió a Londres con los niños y alquiló un piso, en el que anteriormente había vivido Yeats. Hasta que el 11 de febrero de 1963, enferma y empobrecida, decidió quitarse la vida dejando abierta la espita del gas…
El suicidio de Sylvia dejó a Ted destrozado. «Este es el fin de mi vida. El resto es póstumo», le escribió a una antigua amiga. Con excepción de un par de poemas, en tres años no fue capaz de escribir una línea. Sin embargo, se empeñó en la tarea de recoger y revisar la obra de su esposa. A 'El coloso' (1960), y a su novela 'La campana de cristal', que había publicado en vida con el seudónimo de Victoria Lucas (1963), se fueron sumando las que más tarde serían las obras de Sylvia Plath más celebradas por el público y la crítica: 'Ariel' (1964), 'Cruzando el agua' (1971) o 'Árboles de invierno' (1971). Por la edición de su poesía completa, que Hughes preparó muy cuidadosamente, la escritora ganó de manera póstuma el Pulitzer de 1982.
Diarios incompletos
Siendo una niña, Plath había comenzado a escribir sus diarios, en los que contaba la ruptura con su primer novio, Dick Horton, que también le había sido infiel. Cuando, una vez muerta la poeta, Hughes publicó 'Los diarios de Sylvia Plath', se cuidó de eliminar y destruir la última parte, referida a su relación con él. Por respeto, dijo, a sus hijos. Solo en su última recopilación de poemas, 'Cartas de cumpleaños', que Hughes publicó en 1998 tras treinta años de silencio, se atrevió a dejar en sus versos los recuerdos de su relación con Sylvia Plath. Hace solo unos años se encontró otro poema, titulado 'Última carta', que el viudo no quiso incluir en el libro, y en el que hablaba de lo que sucedió en los tres días que condujeron al suicidio de su mujer.
La maldición de Hughes no se detuvo con aquella muerte. Seis años después, en marzo de 1969, Assia Wewill se suicidó siguiendo las mismas pautas que Sylvia. con el añadido de que se llevó también con ella a la hija de los dos, Alexandra Tatiana, a la que llamaban Shura, de cuatro años. Tumultuosa e independiente, Wewill tenía una personalidad controvertida, como Sylvia y como Ted. Esta nueva tragedia convirtió definitivamente al autor de 'Cuervo' en blanco de numerosas críticas, por abuso y maltrato de sus dos mujeres.
Exactamente lo contrario de lo que ocurrió con la tercera, la enfermera Carol Orchard, que enviudó de Hughes en octubre de con la más absoluta discreción. Ted y Carol se casaron en 1979, y en el tiempo en el que estuvieron juntos, él consiguió sus más altas distinciones, entre ellas la de Poeta Laureado del Reino Unido y, muy poco antes de su fallecimiento, como miembro de la Orden al Mérito de la reina Isabel II. Continuó viviendo en su casa de Devon hasta que un infarto se lo llevó por delante, a los 68 años. La viuda sigue siendo hoy ejemplo de devoción y entrega al legado de su esposo.
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