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Guillermo Gómez Muñoz
Sábado, 11 de enero 2025, 00:02
Aunque se asemejen, la «sátira» no tiene un origen común con los 'sátiros' mitológicos. El nombre de estos genios de la naturaleza, acompañantes de Dioniso, dios del vino, procede del griego 'sátyros'. La «sátira», sin embargo, tiene origen latino, 'satura', y está relacionada con el ... adverbio o adjetivo castellano 'asaz', ya en desuso, y sinónimo de 'bastante' o 'abundante'. Y es que la sátira es precisamente eso, lo abundante, lo exagerado, lo extremo. En latín, es una derivación del verbo 'saturare' (hartar), cuya sustantivación da 'satura', que se refiere a una «olla podrida de manjares varios» (Corominas). De ahí, los romanos crearon su significado figurado con el que se referían a un género literario cuyo propósito era censurar o ridiculizar, destacando lo que hartaba, lo que saturaba, lo excesivo.
El 7 de enero se cumplieron diez años del atentado contra los dibujantes de la revista 'Charlie Hebdo'. La sátira puede ser mordaz, hiriente, incluso de mal gusto. Juega con los límites de la libertad de expresión, difusos afortunadamente en las sociedades democráticas. Lo que realmente satura y harta no es la sátira, sino la respuesta violenta de aquellos que sienten sus principios heridos y empuñan fusiles frente a palabras o viñetas. Por suerte, el humor y la sátira sobreviven a su intransigencia para seguir burlándose de ella.
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