Sarah Holland-Batt, la voz de la nueva poesía australiana
Edición bilingüe ·
En el premiado poemario 'El Jaguar' expresa el zarpazo que supuso la muerte de su padre con la lucidez de una autora en plenitudCarlos Aganzo
Sábado, 7 de diciembre 2024, 00:03
Su primer libro, 'Aria', publicado en 2008, supuso una pequeña revolución editorial, con una exitosa serie de premios nacionales. Y el segundo, 'The Hazards', ya ... mereció traducción al español ('Los peligros'), de la mano de Vaso Roto, lo que sirvió para descubrir en España y en la América hispanoparlante la voz sugerente, poderosa y absolutamente personal de la poeta australiana. Ahora vuelve, de nuevo en castellano y con el mismo sello editorial, con su última obra, 'El jaguar', que aparece de nuevo generosamente premiada con reconocimientos como el de Libro del Año 2023 por parte de 'The Australian', o el prestigioso premio Stella.
Nacida en Southport, en Queensland (Australia), en 1982, Sarah Holland-Batt creció entre su país y los Estados Unidos, si bien ha vivido también temporalmente en Italia y Japón. En todo este tiempo, además de sus libros, ha ido publicando sus poemas de manera fragmentaria en revistas y periódicos internacionales, además de traducirlos a diferentes lenguas como el holandés, el alemán y el sueco. Y ha recorrido festivales literarios de todo el mundo, desde Alemania hasta Indonesia pasando por Argentina, México, Nicaragua o el Reino Unido. Junto a su producción poética, ha escrito innumerables críticas literarias, artículos y reportajes en diferentes medios de Australia, Reino Unido y Estados Unidos. Una labor que ha compaginado con su trabajo como consultora para las editoriales New Directions y Atria Books, de Nueva York, y como editora en diferentes revistas. Entre 2022 y 2023 ha sido escritora residente en el centro Charles Perkins, de la Universidad de Sidney, y actualmente vive en Brisbane, donde es profesora de Escritura Creativa y Estudios Literarios de la Queensland University of Tecnology.
La escritora, poeta, traductora y profesora Natalia Carbajosa, especializada en la traducción de poetas americanas del siglo XX, es la responsable de la cuidada edición bilingüe, inglés-español, de 'El jaguar', que reúne un nutrido corpus de poemas surgidos alrededor la muerte de su padre, enfermo de Parkinson, en 2020, y publicados en su mayor parte en diferentes antologías o en revistas como 'The New Yorker', 'Poetry', 'Kenyon Review' o 'Australian Book Review'. El homenaje poético a un hombre, el doctor Anthony Bertram Holland-Batt, «cuya genialidad y bondad fueron más grandes que la vida, y ahora son más grandes que la muerte», dice la poeta.
Seguramente, como ya han señado algunos críticos, 'El jaguar', escrito a partir de la experiencia traumática de la pérdida del padre, nos ofrece la oportunidad de asistir a la plenitud poética de una escritora que parece encontrar en este libro lo que en ocasiones anteriores siempre le había pedido a la poesía: su capacidad de actuar como verdadera «máquina del tiempo». No solo en la percepción del mundo, en el cruce siempre inquietante entre el presente que vivimos y la memoria que nos conforma, sino también en su propia capacidad filosófica para afrontar el dilema entre la eternidad y la caducidad de la vida humana, incluyendo en esta dicotomía la propia capacidad del lenguaje poético de traspasar, de trascender esa realidad.
El mundo que nos queda después de la pérdida «no se ha parado», pero ya no es el mismo
Visiones y paisajes
Los zarpazos de la vida, como los del jaguar, entendidos como elementos determinantes de nuestra identidad individual (C.S. Lewis). Pero también la extraordinaria fiereza del jaguar como metáfora de la propia condición humana frente a la realidad incontestable de la muerte. La resistencia del cuerpo hasta más allá de sus límites. Pero también la pujanza del espíritu más allá de todo lo racional. Casi un tratado ontológico-poético que la poeta construye entre su experiencia directa al pie del suceso y su capacidad de aplicar la lección en cada vivencia, en cada memoria, en cada detalle de su vida cotidiana más allá del suceso. Lugares y personas del mundo, visiones, paisajes, objetos, situaciones, concomitancias personales… Todo envuelto en un mismo concepto poético, lo que permite que cada poema constituya en sí una pequeña obra de arte. Lirismo encendido, poemas intensos en la forma y en el fondo llevados hasta sus últimas consecuencias, pero sin perder en ningún momento la piel.
«Te has ido, el mundo no se ha parado», escribe la poeta, consciente de que, como decía Juan Ramón, cuando uno se va continúan los pájaros cantando. Pero sabedora también de que el mundo que nos queda después de cada pérdida ya no vuelve a ser el mismo. «He empezado a beber martinis a las tres. / me despierto, camino, escribo, duermo. /Apago el despertador. Doy cabezadas. Leo. / A veces escucho a Nina Simone / y te compadezco un poco», escribe también, mientras observa cómo su nueva vida «fragua su forma» sobre la ausencia. La conciencia de que la poesía vence a la muerte, de que el amor se sitúa más allá de la última frontera. Pero también de que los zarpazos del jaguar nos dibujan de nuevo, tras la experiencia de la muerte, con un trazo distinto. «Y no consigo entrar en calor», dice la poeta en el último verso de este libro extraordinario.
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