Una revolución en re menor
La voz humana ·
Las novedades que introdujo Beethoven sorprendieron a sus contemporáneos y sirvieron de referencia a las generaciones posterioresBeethoven compuso nueve sinfonías, cada una de ellas construida sobre los hilos acumulados en el curso de su vida. Pero de ello no podía deducirse ... una direccionalidad clara. Sus pasos hacia adelante eran imprevisibles y nadie en su época esperaba una sinfonía como la Novena.
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Resumiendo al máximo, podemos decir que el conjunto de su obra partió de los modelos clásicos tomados de Haydn y Mozart y desembocó en sus últimos años en la formación de un estilo muy personal, lleno de innovaciones que tardarían décadas en ser verdaderamente comprendidas. La evolución puede verse con mayor claridad en sus sonatas para piano y en sus cuartetos, aunque también las sinfonías señalan el camino. En las ocho primeras fue avanzando progresivamente sin conducirlas hacia la ruptura. No se separó de la tonalidad tradicional, sino que amplió su campo de actuación. Tampoco aumentó excesivamente el tamaño de las obras, excepto en la 'Heroica', sino que modificó la manera de manejar las dimensiones. Y en todas ellas introdujo el sello de su fuerte personalidad.
Pero en la Novena, la única que pertenece a la etapa final de su vida, dio una vuelta de tuerca más en todos los sentidos. En ella intervinieron dos elementos independientes destinados a encontrarse: el deseo de componer una nueva sinfonía y su voluntad de poner música al poema 'An die Freude' de Friedrich Schiller, un canto ilustrado a la felicidad, a la paz y a la fraternidad que conocía desde su juventud. Todo ello llevaría a la novedad de incorporar la voz humana en una sinfonía. Después de tres movimientos puramente instrumentales, Beethoven daría entrada a solistas y coro. No había precedentes.
El 'Finale' le dio grandes quebraderos de cabeza y halló una solución muy original
En realidad nada en la Novena es convencional. El sonido orquestal, más variado y colorido que en ninguna de sus sinfonías anteriores, incluyendo batería de percusión turca, serviría de modelo para las generaciones posteriores. La manera de presentar la tonalidad de re menor, proclamándola con gran contundencia después de que el sonido surgiese gradualmente del vacío, tampoco tenía antecedentes claros. El movimiento inicial mantenía la estructura de la forma sonata, pero con una coda descomunal que desafiaba los modelos previos y que añadía el ritmo abrumador de una marcha fúnebre.
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Beethoven situó el 'scherzo' en segundo lugar en vez del movimiento lento. No era una novedad en la historia de la sinfonía pero tampoco era lo habitual. Como escribe Jan Swafford, «se trata del 'scherzo' de más complejo contrapunto de Beethoven, y al mismo tiempo, gracias a su cinético y memorable tema, de uno de los más populares de cuantos compuso». El 'Adagio molto' e 'cantabile', único remanso de paz en toda la sinfonía, es un delicado tema doble con variaciones que mantiene una expresión noble, delicada y profundamente serena.
El 'Finale' había de ser el movimiento decisivo, el lugar hacia el que debía estar dirigida la sinfonía. Fue algo que dio grandes quebraderos de cabeza a Beethoven. ¿Cómo encontrar una introducción adecuada para la oda de Schiller? La solución que halló fue muy original: la alternancia de disonantes fanfarrias y recitativos instrumentales (interpretados por cellos y contrabajos) junto a varias citas de los tres primeros movimientos. Después, la cuerda incorpora un nuevo tema al que poco a poco van sumándose más instrumentos hasta terminar con una afirmación majestuosa. Es el famoso tema 'Freude' o de la alegría. Una nueva fanfarria da paso más tarde a la intervención del barítono invitando a cantar una música más agradable y alegre, que vendrá unida a los versos del poema de Schiller.
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Así se inicia una serie de variaciones sobre el tema 'Freude' que implican a los cuatro solistas, al coro y a la orquesta hasta el apoteósico final. Siendo un movimiento musicalmente tan complejo, su mensaje es inequívoco: «Todos los hombres se unen fraternalmente donde tus blandas alas se han posado». Mozart había terminado su recorrido sinfónico con la luminosidad y el orden mágico de la 'Jupíter'. Beethoven se despidió con una celebración de la alegría y del amor entre los hombres como la fuerza mayor de la tierra.
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