El retiro del dibujante
Como cualquier oficio, el de historietista plantea tarde o temprano el dilema de seguir dibujando o dejar secar la tinta
Juan Manuel Díaz de Guereñu
Sábado, 14 de junio 2025, 00:00
La mayoría de los dibujantes de historietas no tiene la opción de jubilarse o retirarse de su tarea. Pocos consiguen vivir de ella, cotizar regularmente ... y contar los años que faltan para recibir una pensión. Lo habitual es que el historietista lo sea de modo ocasional o por tiempo limitado, y que ejerza simultáneamente otro oficio para ganarse la vida (a menudo, la ilustración). Su trabajo se asemeja al de artistas de otros campos, en particular escritores y poetas, que difunden sus creaciones por medio de papel impreso. Dado que este ha dejado hace tiempo de ser el medio favorito de las masas para su entretenimiento, ofrece al autor escasas posibilidades de profesionalizarse.
Los historietistas que colaboran a diario en prensa son seguramente quienes más cerca están de lograrlo. Los mejores tienen su contrato y continuidad, y pueden conseguir, a fuerza de talento y constancia, un público fiel y cierto reconocimiento social. Uno recuerda al prolífico Forges. Pero son tan pocos los ejemplos que apenas los podemos considerar representativos del oficio.

El éxito suscita cuestiones dignas de discusión. Qué hacer, por ejemplo, con un personaje o un título aclamados cuando su autor lo deja por fatiga o deceso. ¿Se debe dar continuidad a las series poniéndolas en manos de un sustituto? Es recurso habitual. Pero los aficionados dudan del sentido de continuar 'Asterix' sin Goscinny o 'Corto Maltés' tras la muerte de Hugo Pratt. Asunto del negocio, no de la creación. Lo mismo que usar dibujos de historieta para adornar cualquier objeto vendible. No se discute tanto acerca de las opciones del artista cuando la edad o la mala salud le señalan la puerta de salida. Son materia de reflexión personal y afectan de modo determinante a la extensión, el valor estético y el lugar que su obra ocupa en la historia de su arte.
Carlos Giménez (Madrid, 1941) lleva años previendo, si no invocando, el final de su tarea creativa. Lo hace, sin embargo, mediante nuevas historietas, que no cesa de dibujar y publicar. Ha añadido volúmenes que rematan y modifican sus primeros éxitos de juventud, 'Gringo' y 'Dani Futuro', allá por los años sesenta, prolongado 'Paracuellos' y 'Los profesionales' con nuevas entregas, y atribuido a sus portavoces dibujados, el tío Pablo y el señor Marcos, su perspectiva de veterano que se despide del oficio y de la vida. Puede que esos álbumes de senectud no añadan gran cosa al valor y al prestigio de su obra precedente. Pero, ¿quién negará al dibujante infatigable la opción de proseguir la tarea que da sentido a su existencia, hasta que la retirada sea forzosa? El tiempo y los lectores futuros dirán si fue un derroche de su mermado talento, un estropicio o una porción significativa de su obra.
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