

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Cuenta Marcel Schwob que en un barrio de Florencia, en un zaguán cercado de columnas al otro lado de una tapia, vivía un pintor alucinado al que llamaban Pablo, el Pájaro. Era fácil extraviar la figura de Pablo entre el desorden de enseres que llenaban ... su taller: nada había de relieve en aquel corpachón blanquecino, de cabello como un sauce y piernas a punto de caer, que no lo confundiera con los bastidores y los lienzos, las tinajas erizadas de pinceles donde temblaba un agua verdosa, a no ser el cristal de locura de sus ojos. Deslumbrado desde niño por los cuerpos geométricos y las perspectivas, por las extrañas visiones que se atisbaban detrás de la superposición de cubos y elipses, esferas y puntos de fuga, pintaba y pintaba cuadros donde las armaduras eran casi abstractas, las lanzas matemáticas, y los caballeros llevaban tocados cuya tapicería, hecha de losanges y rayas alternos, provocaban una suerte de vértigo similar al de la fiebre, o la comprensión súbita de una verdad.
Contemplando sus cuadros, que todavía iluminan los fríos museos de Florencia en las tardes de invierno, el espectador sospecha que Pablo, el Pájaro, era un prisionero en este mundo, del que sólo deseaba escapar. La confesión, casi a bocajarro, está en una de sus mayores composiciones, en que dos ejércitos irreales chocan frente a un paisaje de caza. Todo es enigmático en esta escena: los caballos de cartón azul que yacen en primer plano, desventrados por las picas del enemigo; los otros caballos, las coces con las que parecen alejarse en pos de otra batalla en la trastienda; los penachos, las ballestas, las ballestas que parecen penachos; el bosque de lanzas multicolores que rompe el espacio en los márgenes; y sobre todo: la cacería del fondo, las liebres y los perros, los mozos de estatura incongruente ascendiendo la colina, tal vez tras las huellas de un segundo ejército que, casi en sueños, se divisa más allá. Uno no comprende qué es todo esto, a qué obedece, hasta que de repente se hace la luz: es la angustia de Pablo el Pájaro, la lucha de Pablo el Pájaro por emprender la fuga, Pablo que no es pájaro sino liebre, que brinca por el reborde de la tabla buscando una salida hacia ese mundo de geometrías que él sólo atisba, desterrado en este grosero reino nuestro de cosas asimétricas.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.