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El pintor rebelde del gótico
Artes plásticas

El pintor rebelde del gótico

La vida y obra de Bartolomé Bermejo revelan una personalidad única dentro del arte del siglo XV

G. E.

Viernes, 9 de noviembre 2018, 23:34

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El tiempo resulta cruel con la mayoría de los autores. A lo largo de la historia, unos han perdido su identidad, otros han sido incluidos en talleres y escuelas, y la obra de muchos se ha perdido o no ha trascendido. Afortunadamente, la revisión crítica ha recuperado y divulgado la creación de artistas de la talla de Artemisa Gentileschi o Bartolomé Bermejo (1440-1501), el pintor gótico al que rinde tributo actualmente el Museo del Prado. La retrospectiva, abierta hasta el próximo mes de enero, da cuenta de un individuo y creador singular, una de las grandes figuras del siglo XV.

La muestra reúne 48 obras que dan cuenta de un creador excepcional, provisto de un universo único, radical en una etapa llena de convenciones que regulaban la creación. Aquel judío converso de origen cordobés se convirtió en un sujeto remiso a los cánones, que prefería trabajar solo y se adaptaba mal a las normas gremiales que regulaban la práctica en cada ciudad. En 1477 sufrió la excomunión por abandonar la realización de un retablo dedicado a Santo Domingo de Silos en la parroquia de Daroca. Tras ofrecer talento y servicios por distintos lugares de la Corona de Aragón, su rastro se pierde en torno a 1490 y las últimas noticias hablan de dedicación a la decoración de vidrieras, lo que apunta cierto declive de su prestigio.

Esta retrospectiva permite disfrutar de un creador hispano notoriamente influido por la tradición flamenca y la estela de Rogier van der Weyden o Jan van Eyck, fundamentalmente en su visión naturalista, el estudio de la perspectiva y el apabullante gusto por el detalle. Las bellas composiciones y la extraordinaria riqueza cromática, una de sus características fundamentales, lo convirtieron en un maestro reclamado.

Estuvo muy influido por la tradición flamenca y la estela de van der Weyden y van Eyck

Además de su virtuosismo, cabe destacar un imaginario regido por simbolismos de cuño propio. La presencia en la muestra de 'San Miguel triunfante sobre el demonio con Antoni Joan', obra procedente de la National Gallery de Londres, trevela su excepcional interpretación de las figuras, al convertir el arcángel en un rutilante caballero medieval. El Museo de Bellas Artes de Bilbao, que ya exhibió su trabajo hace quince años, cuenta con una obra importante del artista, 'La flagelación de Santa Engracia'.

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