Paco Cerdá y la mística falangista
La novela alterna los fastos del traslado del ataúd de José Antonio desde Alicante al Escorial con el horror de la España vencida
Quizá como una fase final de esa rememoración narrativa de nuestra Guerra Civil que se gestó en torno a la moda de la llamada «memoria ... histórica», las miradas de algunos de los novelistas de nuestro país se han vuelto en los últimos tiempos hacia el fenómeno político y estético de la Falange Española. En 2023, Álvaro Pombo publicó 'Santander, 1936', una novela que abordaba la figura de un joven tío carnal suyo que fue falangista y que tuvo un final trágico. En ese mismo año de 2023, Ignacio Martínez de Pisón publicó 'Castillos de fuego', otra novela que se iniciaba con una recreación en technicolor narrativo del ceremonial fastuoso con el que en noviembre de 1939 fueron trasladados, a pie, por sus propios correligionarios, los restos mortales de José Antonio Primo de Rivera desde el cementerio de Alicante a la Basílica del Escorial. Si en aquella descripción Pisón no disimulaba su fascinación por la teatralidad fascista de aquella interminable procesión de camisas azules, en 'Presentes', la última entrega del escritor valenciano Paco Cerdá (Genovés, 1985), el arrobo es aún más explícito hasta el punto de que el propio libro se centra en los once días, con sus correspondientes diez noches, en los que se desarrolló aquel espectacular viaje de un ataúd custodiado por un inacabable y truculento séquito de banderas, estandartes, antorchas, correajes, armas y brazos en alto por las carreteras de un campo castellano devastado por la guerra.
El texto se mueve entre las estaciones de ese 'vía crucis' de 467 largos kilómetros y una serie sucesiva de diferentes frescos realistas de aquel dramático momento español en los que van desfilando los fusilados y los exiliados, los presos y los trabajadores forzados, los enfermos y los perseguidos, los represaliados y los depurados por el régimen vencedor, de tal modo que el vocablo de «presentes», que da título al libro, puede entenderse en un sentido igualmente extensible tanto a los vencedores como a los vencidos; tanto a los represores como a sus víctimas; tanto a los entusiastas del nuevo orden como a los decepcionados con este ya desde aquellos primeros días de lo que sería la pragmática andadura del franquismo.
Cerdá amaga la novela coral en un discurso que -salvo en un último capítulo en el que, a modo de epílogo, informa de sus fuentes documentales y del proceso creativo dirigiéndose directamente al lector- rige una omnisciente tercera persona en un tiempo de presente sembrado de abundantes diálogos que a veces cede al pretérito perfecto o al imperfecto y que califica el propio relato de «función teatral». En la amplísima galería de personajes de los que da cuenta, caben los huidos que, en otra procesión más trágica que la del féretro joseantoniano, cruzaron, también por su propio pie, Portbou para acabar en los insalubres campos de concentración franceses como el de Argerlès, el de Bacarès o el de Saint-Cyprien. Cabe la historia del joven Lalio que ha perdido el pelo y que entre piojos, ratas y pulgas escribe cartas a una chica a la que solo conoce por una foto. Como caben los 2.638 republicanos que el capitán galés Archibald Dickson permitió subir a bordo del mercante Stanbrook en el puerto de Alicante y trasladó a Orán contra las órdenes de sus propios armadores. Como caben asimismo los libros infantiles protagonizados por el personaje de Celia que escribió Encarnación Aragoneses con el pseudónimo de Elena Fortún y que Cerdá pone en manos de una Carmencita Franco ajena a la tragedia mientras la autora de esas historias para niños se halla confinada en la localidad francesa de Sète tras sobrevivir al naufragio en aguas mediterráneas del barco en el que decidió salir de nuestro país por temor a las represalias.
'Presentes' es una novela bien escrita en la que su autor sucumbe al hechizo de la mística falangista, de su líder elevado a mártir y del grupo de poetas que compusieron la letra del 'Cara al sol'. De hecho, el libro se cierra con una reconstrucción narrativa de esa tarea versificadora en la Cueva del Or-Kompon, la taberna vasca de la madrileña calle Miguel Moya en la que tuvo lugar ese episodio verídico. Quizá como un contrapunto ético a dicho embeleso, Cerdá nos pinta la realidad de aquellos días centrándose en los acontecimientos de tintes más dantescos y entregándose a un patetismo agónico que compensa la épica de los vencedores con la lírica de los vencidos, pero que otorga a un fastuoso y estrafalario entierro una relevancia histórica que no tuvo en absoluto pues la realidad política fue por otro camino.
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'Nela 1979' Juan Trejo
Retrato del fin de la ilusión
Elena Sierra
Hay libros para los que hace falta escribir dos columnas: la de los pros y la de los contras. Este 'Nela 1979', el rescate de la figura de la hermana muerta hace tanto tiempo que realiza Juan Trejo -que era un niño de 8 años cuando falleció Nela, de solo 21- es uno de ellos. Por un lado, tiene a favor el ejercicio de memoria familiar y colectiva. En cuanto a la familia, habla de la losa de silencio que puede suponer una muerte como esta y el trauma que genera por mucho tiempo; en cuanto a la comunidad, habla de los últimos años setenta en Barcelona, con un movimiento contracultural muy fuerte no habitado solo por jóvenes burgueses, sino también por hijos de obreros -lleno de ilusión de cambio, anterior a la famosa movida madrileña y con cero impacto económico-.
Pero en su contra tiene el desorden absoluto, que lleva al autor a repetirse -a veces parece que palabra por palabra- cuando describe el origen de sus padres, las dinámicas familiares y hasta ese movimiento contracultural. El desorden responde, al final se ve, a que se guarda la mayor fuente de información hasta casi el último capítulo. Y en realidad, de Nela, muerta tan joven y tan alejada de ellos, poca cosa sabe y esto lleva a una contradicción extrañísima: Nela no es ficción, no se la inventa, pero hay momentos en los que Trejo explica hasta lo que piensa y siente frente a un estilo por lo general más notarial que emotivo. Ese cambio de estilo no casa nada bien.
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'La saga de los longevos' Eva García Sáenz de Urturi
Amor y arqueología
Iñaki Ezkerra
Cuatro años después de que su marido le comunicara que la dejaba por otra mujer, Agatha Christie se casó con un arqueólogo al que le llevaba catorce años y sobre el que bromeaba asegurando que el interés de este en ella era puramente arqueológico. Lo que en la escritora inglesa era una muestra de humor negro en 'La saga de los longevos', la serie novelesca de Eva García Sáenz de Urturi, es un hecho de peso argumental. Iago, su héroe, tiene 10.300 años de edad y despierta una irresistible atracción en una arqueóloga cántabra de 32 llamada Adriana. Ambos se conocen ya en la primera entrega, publicada en 2012 con el título de 'La vieja familia' y que se continuó en 2014 con 'Los hijos de Adán'.
En ella, Iago y Héctor, su padre, investigan las causas por las que ni ellos ni sus parientes más directos envejecen, pero su propósito no es explotar el secreto sino guardárselo porque no les hace felices ser prehistóricos. Su actitud es opuesta a la de Lyra y Nagorno, hermanos de Iago, que llevan siglos enterrando a sus hijos y desean utilizar el gen de la longevidad para fundar una descendencia tan añosa como ellos. En chirriante contraste con el plano fantástico de la matusalénica familia, está el de la historia costumbrista de Adriana, que regresa a su Santander natal para trabajar en el Museo de Arqueología y aclarar el suicidio de su acomodada madre quince años atrás. Planeta reedita este debut narrativo como lo hará en 2025 con el segundo volumen del ciclo y con la inédita 'El camino del padre', que cerrará la trilogía.
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'Bilbao 1874: el asedio carlista a la invicta villa' Gorka Martín
Una historia total del sitio de Bilbao de 1874
Julio Arrieta
Durante el sitio de Bilbao de 1874 los defensores liberales empezaron a llamar «el carca bueno» a uno de los tiradores carlistas que tenían enfrente «por su carácter amable, sin maldad». Un día, este hombre avisó a uno de sus adversarios: «Te descubres demasiado. Me van a relevar y te advierto que mi sustituto es mala persona». El episodio, más significativo de lo que parece, es uno de los muchos que se recogen en 'Bilbao 1874: El asedio carlista a la invicta villa', y refleja bien el fondo y el espíritu del libro, que es una historia total del cerco al que fue sometida Bilbao entre el 21 de febrero y 2 de mayo de 1874.
El estudio del historiador y arqueólogo Gorka Martín va mucho más allá del relato episódico basado en la documentación escrita, porque se complementa con un novedoso abordaje desde la arqueología, disciplina que en este caso aporta una cantidad insospechada de información. Este enfoque es uno de los principales valores de este magnífico libro que ofrece varios niveles de lectura, uno de los cuales es precisamente la explicación de lo que es y para qué sirve la arqueología del pasado más reciente, un campo novedoso para el público no especializado. Quien busque un relato militar puro y duro -cañones, fortines, calibres, etc.- lo encontrará de sobra en 'Bilbao 1874', que en esto es exhaustivo hasta el extremo, pero por encima se encontrará con las vivencias de la población asediada y sus atacantes, y con la huella material que quedó de todo ello.
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'Caer' Margarita Leoz
Un amor único, doliente y luminoso
J. Ernesto Ayala-Dip
Hoy hablaré de la escritora navarra Margarita Leoz. De esta excelente autora había leído dos libros, uno de cuentos y una novela. El primero se titula 'Flores fuera de estación' (2019) y la segunda, 'Punta Albatros' (2022). Ahora resulta que nuestra autora publica un libro de poemas, 'Caer'. Margarita Leoz ha cerrado un círculo, por lo menos así lo interpreto yo. Aclaro en principio que no soy un especialista en análisis del discurso poético, por lo menos no como lo son los críticos de este suplemento especializados en el género lírico.
El discurso poético se rige por unas reglas muy distintas al narrativo. Sin embargo, hay poemas que muestran una intención narrativa nada disimulada, y lo que lo distingue es el uso de la imagen no necesariamente explicativa. En este sentido siempre recuerdo los poemas de Louis Aragón. O aquel de Henry Michaux que se titula 'Nosotros dos aún', relato lírico de un amor truncado por un accidente hospitalario. (Curiosamente ese mismo poema sirvió a un escritor argentino de los sesenta y setenta para escribir una novela titulada 'Nosotros dos', claro homenaje y calificada por el propio autor, Néstor Sánchez, como «novela poemática»). Luego están las novelas que parecen sostenidas por la impronta lírica, como la citada del autor argentino. Entre los años setenta y ochenta nació en España la llamada «poesía de la experiencia», cuyos contenidos apreciaban la faz doméstica de la vida, la inmediatez del dolor contiguo o la felicidad de las cosas sencillas.
Se da la circunstancia que 'Caer' redunda en la esfera próxima de una experiencia humana. Leo estos poemas y me parece que estoy leyendo una historia de amor o un drama sentimental sin solución. A propósito cito este poema del libro que comento: «No quiero compasión/no busco piedad/ni clemencia/ni que me odien ni que me quieran/no me arrepiento./Todo lo espantoso y lo bello de este amor está aquí/Pero la realidad es aún más bella y más espantosa/es tan insoportable por su horror y por su hermosura/que la única solución/es escribirla».
Precisamente, siguiendo en la estela del amor doliente de este libro, pero también de un amor luminoso, recuerdo que en el cuento que daba título al libro de Leoz, 'Flores fuera de estación', la autora encabezaba su pieza con un verso del poeta inglés Philip Larkin, que rezaba: «Qué sobrevivirá de nuestro amor».
Este verso de Larkin también podría haber encabezado este paseo por la vida y la muerte de un gran amor. Y sobre todo, un caminar siempre al borde necesario de la belleza.
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'Un lugar inconveniente' Jonathan Littell y Antoine d'Agata
Topografía del mal
Pablo Martínez Zarracina
Casi veinte años después de 'Las benévolas' Jonathan Littell regresa a Babi Yar, el lugar de Kiev en el que en 1941 los nazis asesinaron en dos días a más de treinta mil judíos: el mayor asesinato en masa de la campaña rusa. Lo hace con el fotógrafo Antoine d'Agata y la pareja no parece saber muy bien qué busca, más allá de «recorrer, inventariar, fotografiar, describir» uno de esos lugares en los que la historia se encarnó de un modo dramático. Hoy Babi Yar es una extensión suburbana aparentemente anodina. Hay en ella dos parques, un barranco, varias iglesias, una sinagoga, dos instituciones psiquiátricas, varios cementerios, edificios residenciales, una parada de metro y unos estudios de la televisión ucraniana. Littell actúa en ese escenario como un reportero que observa, pregunta y se documenta. A través de entradas numeradas de no mucha extensión realiza una suerte de inventario. La mirada es profunda y la escritura es despojada. El documento se ve a veces interrumpido y a veces orientado por las imágenes que obtiene su compañero. Son fotos poderosas, muy expresivas, de ambición pictórica. Mientras que el escritor intenta ver más allá e identificar el rastro del pasado, el fotógrafo solo parece interesado en lo existente.
La invasión rusa de Ucrania altera el proyecto, otorgándole un significado más urgente y mayor. Quince días después de la invasión, Antoine d'Agata regresa a Babi Yar, que vuelve a ser un paisaje lleno de ruinas humeantes. Littell viaja a continuación para ir con su compañero a Bucha, otro suburbio de Kiev, «otro lugar alejado de las miradas que cuentan», transformado en escenario de un asesinato masivo. A finales de febrero de 2022, los rusos mataron allí, en cuatro días, a más de seiscientas personas. Trasladado al presente, el inventario mantiene su minuciosidad pero la sangre está fresca y las víctimas hablan. Littell reconstruye la matanza de Bucha en unas páginas impresionantes. Es curioso comprobar cómo la cercanía del crimen redobla la precisión de su escritura mientras la mirada del fotógrafo se vuelve más indirecta y sutil. Lo que queda es relacionar Babi Yar con la invasión de Ucrania y este libro lo hace sin concesiones, acumulando datos y testimonios, pisando el terreno de un modo intenso y circular, buscando respuestas en la historia y en la realidad imparable, frente a la tumba improvisada y frente al gran monumento, tratando de desactivar el modo parcial e insuficiente en que la memoria funciona como cicatriz del horror. Tras esa búsqueda por momentos obsesiva hay una ambición máxima. Consiste en entender la naturaleza de la violencia, ese núcleo incómodo de la condición humana al que los tiempos de guerra transforman en un esfuerzo industrial.
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'En ese infinito, nuestro final' Gemma Files
Momento dulce para el terror
Mariano Villarreal
La narrativa de terror/horror vive un momento dulce. En nuestro país, sellos como Dilatando Mentes, La biblioteca de Carfax, Nocturna, Dolmen, Obscura y Horror Vacui, entre otros, ofrecen al lector las más rabiosas novedades nacionales e internacionales, mientras que la veterana Valdemar sigue reeditando clásicos imprescindibles. La canadiense Gemma Files ya nos sorprendió muy gratamente con 'Experimental Films' (premio Shirley Jackson 2016), un thriller sobrenatural altamente climático centrado en el mundo del cine mudo y con mitos del folclore eslavo como protagonistas.
En su segundo volumen de relatos en España, galardonado con el Bram Stoker de mejor antología en 2021, encontramos quince seductoras historias repletas de terror existencial: en 'Así están las cosas' una extraña pandemia duplica a las personas, en 'El Motel de las Marionetas' el horror se localiza en un piso de alquiler turístico, 'Fotograma recortado' está narrado como una entrevista al productor de una película maldita, 'Manos frías y delgadas' describe una anormal relación materno filial, 'Venio' se antoja una especie de leyenda urbana. Son personajes cercanos, que experimentan circunstancias tan extraordinarias como extraños apocalipsis o realidades ocultas en los lugares más insospechados. Traumas, obsesiones, horror corporal, la indiferencia del universo… cualquier elemento sirve para provocar desasosiego. Seguro que el lector encuentra aquí su propia pesadilla.
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'El aroma de los imperios. Chanel Nº5 y Moscú Rojo' Karl Schlögel
Historia de dos perfumes
Jon Kortazar
En este libro Karl Schlögel describe la historia de dos aromas que simbolizaron el esplendor en dos sociedades distintas. El autor parte de una constatación: tanto Chanel nº 5 como Moscú Rojo proceden de una misma fórmula diseñada por perfumistas franceses durante el Imperio zarista. Tras la Revolución uno de los creadores del aroma original volvió a Francia, conoció a Chanel, y creó el perfume que cautivó a Occidente y el otro quedó en Moscú y dio forma a Moscú Rojo. Es por ello la investigación histórica de una creación y de su desarrollo posterior hasta tomarlos como metáforas de las sociedades en las que fueron dominantes. Historia de dos perfumes y de las musas que los inspiraron, Coco Chanel y Polina Zhemchuzhina, esposa del ministro soviético Mólotov.
Así el libro se construye como un bucle que comienza con la historia de la creación del perfume y sigue con la narración del ascenso social de Chanel, de la organización de la industria del perfume en la sociedad comunista. Se trata de contar «historias que discurren por cauces diferentes, pero que van en cierto modo de la mano». Pero Karl Schlögel nos lleva más allá cuando, tomando el olfato como hilo argumental, describe creaciones ideológicas como la nueva imagen de la mujer y la industrialización de la ropa. Dibuja de esa forma las similitudes y diferencias de las sociedades que personifican los dos perfumes: el capitalismo y el comunismo.
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'Diario de aterrizaje' Laura Ortiz Gómez
Un diario íntimo y geográfico en Bogotá
Elisabeth G. Iborra
'Diario de aterrizaje' es el segundo libro de la escritora colombiana Laura Ortiz Gómez, un diario íntimo donde narra, deliciosamente, su experiencia al regresar a su ciudad natal, Bogotá, después de vivir siete años en Buenos Aires con su expareja. Con una prosa cautivadora, Laura nos sumerge en su proceso de (re)adaptación a la capital colombiana, que se presenta como un espacio de contrastes y complejidades donde se está buscando a sí misma en medio de una relación con su nuevo amante. Con una mirada aguda y sensible, la autora reflexiona sobre las transformaciones personales, sus miedos, sus dudas y sus anhelos, al tiempo que aborda los retos socioculturales que implica volver a la tierra que la vio nacer, después de haber desarrollado su madurez fuera de su país.
El libro, breve pero intenso, está plagado de descripciones evocadoras que retratan la ciudad de Bogotá y el propio mundo de la autora en toda su profundidad y matices. Ortiz describe con maestría los paisajes, los olores, los sonidos y las dinámicas humanas que conforman el entramado urbano, revelando una Bogotá que es a la vez bella y desgastada, acogedora y desafiante. Trascendiendo lo meramente autobiográfico, el relato oscila entre lo íntimo y lo colectivo, se abre como una ventana hacia las complejidades de la migración, la memoria y la construcción de la identidad en un contexto sociopolítico convulso. Su prosa poética invita a pasar una tarde de lectura profunda y reveladora.
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