
El ornamento como esencia
Pintura ·
La originalidad del marco octogonal, para el que Guezala recortó el lienzo, es más que un detalle exquisito en 'Concha', retrato que expone el Bellas ArtesSecciones
Servicios
Destacamos
Edición
Pintura ·
La originalidad del marco octogonal, para el que Guezala recortó el lienzo, es más que un detalle exquisito en 'Concha', retrato que expone el Bellas ArtesMikel Onandia
Sábado, 26 de abril 2025, 00:00
En una de las visitas al Museo de Bellas Artes de Bilbao me ha asaltado una grata sorpresa, uno de esos placeres que proporciona la ... novedad en lo conocido. Se trata del encuentro con un retrato de Antonio Guezala, de título 'Concha' y datado en 1915, que según reza la dedicatoria sobre la firma fue un regalo del artista en agradecimiento a su médico Cesáreo Díaz Emparanza, uno de esos pequeños tesoros que esconden los fondos del museo, que, pese haber actualizado sus colecciones en los últimos años, continúa sacando de la chistera piezas poco conocidas, en este caso de un artista tradicionalmente considerado uno de los hilos sueltos de la trama del arte vasco, en una posición secundaria hasta hace pocas décadas y que muestra, en nuestros tiempos, mayor actualidad que nunca.
Rescatado definitivamente por Pilar Mur a comienzos de la década de 1990 y recientemente revisitado con los fondos familiares recibidos por la pinacoteca, presentados en una bella exposición comisariada por Miriam Alzuri, la figura de Guezala, creador polifacético por excelencia -pintor, cartelista, diseñador, decorador, fotógrafo- y uno de los principales agitadores de la cultura moderna del primer tercio del siglo XX en el ambiente artístico bilbaíno, responde a la utopía modernista asimilada por las vanguardias que otorga el mismo valor a una joya y a una pintura, a un tarjetón y a un mueble.
Pintor de producción exigua, con cuyos mejores ejemplos cuenta el museo -caso de 'Eloísa Guinea de Guezala' (1916), 'Choque de tranvías en El Arenal' (1922), 'Noche de artistas en Ibaigane' (1927), y, en especial, su obra maestra 'La puerta giratoria' (1927)- Guezala retrató el Bilbao más cosmopolita desde una visión acorde a los principales focos del modernismo europeo que conocía de primera mano por sus viajes debidos al negocio familiar, incorporando una frescura y novedad sin parangón en el arte vasco de la época.
Sobre un fondo neutro claro y matizado, Concha se nos muestra de perfil, con un atuendo floreado malva, en una exuberancia colorista que continúa en el jarrón azulado sobre el que se apoya un periquito, lo que contrasta con su tez grisácea pálida. ¿Qué observa que hay más allá del lienzo? ¿qué piensa esta misteriosa y sugestiva muchacha? Frente a otros cuadros de configuración postcubista y/o profusión decorativa del autor, en este caso muestra un marcado uso del contorno y una planitud, sutil y totalmente naturalizada, que caracteriza a la pintura moderna iniciada por Manet y continuada por postimpresionistas y vanguardistas, en la que confluyen igualmente orientalismo y Sezession vienesa.
A todo ello, y no es un aspecto menor, se añade la originalidad del marco -era habitual que el pintor realizara sus propios marcos, en ocasiones curvados y sinuosos-, cuya composición octogonal, para el que recortó el lienzo, otorga a la escena un sentido geometrizante que atempera y estructura su naturaleza ornamental, que no es auxiliar, sino parte de la esencia del retrato, una suerte de decorativismo sintético en un guezala no tan guezala que lo hace exquisito.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.