La nación mexicana de Pérez Viejo
Ensayo ·
Publica un documentado, ameno y esclarecedor estudio sobre el supuesto 'contencioso histórico' de México con EspañaLa historia de los agravios y resentimientos entre naciones se halla a menudo, por no decir siempre, plagada de trampas, fantasías o mentiras que ocultan ... verdades incómodas. Aunque, en ese sentido, no es una excepción, el viejo contencioso de México con España ha vuelto a cobrar actualidad en nuestros días gracias a la extemporánea carta que Andrés Manuel López Obrador dirigió a Felipe VI en marzo de 2019 para emplazar a España a pedir perdón por la Conquista acaecida hace quinientos años con la caída de Tenochtitlán. Exigencia que hizo suya Claudia Sheinbaum, la sucesora de AMLO en la presidencia de su país, cuando tomó posesión de su cargo en octubre de 2024. Es en ese polémico contexto, que ha enrarecido las relaciones oficiales entre ambos países, en el que llega a nuestras librerías 'México, la nación doliente', un libro en el que el historiador cántabro Tomás Pérez Vejo, reconocido especialista en la Historia de ese país, donde se halla afincado desde hace años, y teórico de la construcción de las mitologías nacionales, aborda de manera esclarecedora la cuestión de dicho 'contencioso' y sus fundamentos culturales.
Como lo avalan su trayectoria académica y sus anteriores publicaciones, para Pérez Vejo todos los nacionalismos responden a interesadas y artificiales elaboraciones en las que concurren la ideología, la capacidad interpretativa de los hechos, la sacralización de esas interpretaciones subjetivas y las propias artes. La importancia de la pintura en la creación de la moderna nación mexicana es un aspecto al que este libro presta una especial atención, hasta el punto de que comparece explícitamente aludido en su propio subtítulo -'Imágenes profanas para una historia sagrada'- y a él está dedicada toda la primera parte. Partiendo del 'El suplicio de Cuauhtémoc', lienzo de Leandro de Izaguirre realizado en 1892, que es brillantemente explicado como una sustitución simbólica del Cristo en el Gólgota, la iconografía pictórica de esa época cumplió una misión similar a la de Delacroix al servicio de la Francia republicana. La tesis central de Pérez Vejo es que las élites liberales del siglo XIX, agrupadas en torno al Porfiriato, se volcaron en presentar la etapa prehispánica como una cultura clásica comparable a la griega, obedeciendo a la idea de una nación eterna e intemporal donde toda influencia posterior debía ser considerada como contaminante. Uno de los alicientes de este magnífico ensayo radica en la erudición de su autor, que le permite manejar una gran cantidad de fuentes documentales y situar tanto los hechos históricos como los de la leyenda en un contexto universal.
La particularidad mexicana residiría en que la operación de acceso a la modernidad, a la independencia nacional y a la formación del Estado, se hizo a costa del borrado de tres siglos exactos, los que van de la toma de la que se llamaría Ciudad de México en 1521 a la declaración de independencia de 1821. Ese período cronológico, que es el de los trescientos años de presencia de la Corona de España, no existió a pesar de toda su compleja herencia política, cultural y humanística de universidades, hospitales e iglesias para la configuración del México actual, cuyo relato mítico-histórico se realizaría dando un salto de la América virreinal a la actual, con todas las contradicciones que implica haber conservado, intactas, tanto la religión cristiana como la misma lengua española.
El libro de Tomás Pérez Vejo ofrece una parte narrativa de crónica, que da cuenta de los acontecimientos objetivos de ese proceso con un estilo amenísimo, y nos brinda otro lado teórico que invita al lector a sus propias reflexiones sobre lo contado. Otra de las tesis que se va dibujando en estas páginas es que el problema real no lo tiene México con una España con la que convive estrecha y relajadamente en el plano social y en el económico, sino con su propia Historia, partiendo de que el proyecto de Nación-Estado sería esencialmente criollo y se llevaría a cabo mitificando el ayer indigenista, pero ignorando de facto a la actual población india. Hay un aspecto más que no ignora este libro y es la cortina de humo que se cierne sobre el verdadero conflicto bélico que enfrentó a México con los Estados Unidos de 1846 a 1848 y que se saldó con la cesión del primero al segundo de más de la mitad de su territorio. De ese amnésico fenómeno puede quizá extraerse la conclusión de que las fobias oficiales ignoran las auténticas heridas nacionales, que son irresolubles, y se desvían hacia enemigos inventados que en el fondo 'no nos duelen'.
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'Diario del afuera' Annie Ernaux
Examen de la sociedad
Jon Kortazar
La obra de Annie Ernaux, Premio Nobel 2022, se divide generalmente en dos grandes ciclos narrativos. Las novelas de ficción, que corresponden a su primera época, y sus obras de autoficción, que buscan una relación entre lo personal y lo social, es decir, una autobiografía compartida, o sociológica. En mi opinión, cabe abrir una ruta más, la de aquellas obras en las que la autora lleva a cabo una lectura de la sociedad desde su impresión, desde la escritura de un diario. A esta pertenece 'Diario del afuera', que puede compararse con 'Mira las luces, amor mío', donde la autora recreaba el mundo consumista de los supermercados.
Este breve libro lleva a su título esa tensión entre lo personal (diario) y lo social (el afuera, o las afueras). La autora vive desde hace años en una ciudad nueva y en este libro se produce la introspección sobre el entorno, sobre un lugar sin memoria. El comienzo promete transcribir «Todo lo que, de un modo u otro, despertaba en mí emoción, desconcierto, o indignación». Con una forma cercana al cuaderno de notas, interpreta una realidad social donde «el hipermercado ofrece tanto significado y verdad humana como la sala de conciertos». En párrafos muy breves se asiste a una transcripción subjetiva de ese lugar no-lugar. Notas, observaciones agudas sobre un mundo que nos rodea, a veces con ternura, otras con acritud, siempre con inteligencia y con la literatura como referente principal («La literatura es la repetición del placer y del dolor»).
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'Dick o la tristeza del sexo' Kiko Amat
El sexo como provocación
Iñaki Ezkerra
La asociación de la sexualidad a la tristeza tiene una gran tradición literaria. «Qué ruido tan triste el que hacen dos cuerpos cuando se aman», dice un famoso verso de Cernuda. Y el escritor catalán Kiko Amat escoge como epígrafe para su última entrega narrativa -'Dick o la tristeza del sexo'- una cita de Josep Maria de Sagarra que insiste en el tópico: «El adolescente ríe y salta, pero nadie quiere ver la tristeza sexual del adolescente». Las prácticas eróticas de Franki Prats, el quinceañero protagonista de esta desinhibida novela no son tristes ni alegres. Son mecánicas, como las frenéticas y tautológicas penetraciones de los relatos del Marqués de Sade. Franki tiene un padre que se dedica a la crítica literaria en la prensa y a la docencia en la universidad, y una madre que ha sido modelo y que se muestra desnuda ante su hijo para preguntarle su opinión sobre su senos y sus nalgas. El joven tiene dos amigos, uno imaginario y otro real. El primero es Dick Loveman, un héroe que hace sexualmente el bien sin mirar a quién en distintos siglos y marcos históricos. El segundo es Berniola y le animará a encarar un nutrido haz de vivencias eróticas que no son ajenas ni al onanismo ni al onirismo, ni al incesto ni a la zoofilia. El texto, que tiene como hallazgo de estilo un lenguaje ágil, galopante, escabroso y culturalista, es una feroz parodia del género de la novela de formación hasta incurrir en la clásica provocación infantil del «caca, culo, pis» y en esa tristeza que, curiosamente, es una modalidad de la moralina.
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'Un héroe olvidado' Michael Smith
Vida del gran explorador irlandés de los hielos
Julio Arrieta
Las biografías de los exploradores polares suelen ser historias apasionantes repletas de hazañas de superación e incluso de supervivencia extrema. Pero a menudo estos libros se centran en la peripecia del personaje al que están dedicados y descuidan su contexto histórico, el 'escenario' que puede explicar por qué algunos de estos aventureros son recordados y otros, igualmente heroicos, han caído en el olvido. Este fue el caso del irlandés Tom Crean (1877-1938), que formó parte de tres grandes expediciones pioneras a la Antártida, entre ellas la Terra Nova de 1911-1913 de Robert Falcon Scott, en la que este acabó muerto. Crean recorrió en solitario 56 kilómetros a través de la barrera de hielo de Ross para salvar la vida de Edward Evans. Sin embargo él, al igual que otros exploradores irlandeses, fue ignorado por sus propios paisanos. «La razón de esta desidia -escribe su biógrafo, Michael Smith- radica en el simple hecho de que la mayor parte de las expediciones se hicieron a la mar bajo bandera inglesa». Los irlandeses que participaban en estos viajes sabían que para ellos era «difícil y potencialmente peligroso» hablar en Irlanda de sus experiencias. Esta excelente biografía, publicada originalmente en 2000, recuperó con todo su contexto la memoria de Crean, que se lanzó a la aventura alistándose en la Marina a los 16 años, tras una discusión con su padre en la granja familiar, y contribuyó a que ahora sea recordado por fin como un héroe nacional.
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'Los dos Beune' Pierre Michon
La belleza y las palabras
J. Ernesto Ayala-Dip
Hace ya unos años, en estas mismas páginas, escribí la reseña de 'Rimbaud el hijo', del escritor francés Pierre Michon. En ese libro, el autor proponía no sólo un enfoque diferente de la biografía de Rimbaud, sino que ensayaba con inteligente atrevimiento las coordenadas de su vida con las de su obra y la de éstas con sus contemporáneos más egregios. Ese libro también registraba una escritura declaradamente antifilológica, es decir, una escritura pensada para levantar fructíferas sospechas antes que recoger resabidas certezas. Al releer estos días, con motivo de la celebración de la primera edición de 'El barco ebrio', ese poema de cien líneas (en realidad, un poema en prosa) bajo la influencia del libro de Michon, sucedió el milagro inesperado: dicho poema me pareció inmensamente más revelador. Algo así como si la poesía del gran poeta francés me ofreciera aristas inéditas de su realidad humana y espiritual.
Ahora regresa Pierre Michon con otro libro, ¡Los dos Beune', un volumen constituido por textos en forma de capítulos. En realidad, el primero, 'El Beune Grande', lo publicó como libro (que Anagrama lo editó entonces con el título de 'El origen del mundo'). Ahora, treinta años más tarde, el autor galo lo reedita agregando otra parte titulada 'El Beune Chico'. Así se entiende por tanto el título actual de esta 'nueva obra'.
En 'El Beune Grande', un profesor muy joven (esto pasa en los sesenta del siglo pasado) llega al pueblo de Castelnau (que se nutre de los dos afluentes del río Vézère, el Beune Grande y el Beune Chico) donde impartirá clases. La geografía que nos dibuja el escritor es inventada, pero uno después de leer este libro tiene ganas de visitarla, exista o no. A lo mejor encontraríamos a la señora Hélenè, gobernando su taberna donde los paisanos del pueblo se reúnen a beber y criticar o mofarse de los más desprotegidos. La señora tiene un hijo al que pusieron el mote de Jean 'el Pescador'. Este joven está entregado a una meta casi inalcanzable, pescar carpas. Pero la joya metafórica de este capítulo del libro es la presencia de la dependienta del estanco del pueblo. Se llama Ivonne. Su belleza es indescriptible, pero sin embargo Michon no lo expresa así. Usa otras palabras, como si las hubiera tenido que inventar para dibujar esa belleza, en la que lo sensual hiere a nuestro protagonista.
Os dejo a vosotros, lectores, lo que acontece en el segundo capítulo. Dudo que mis palabras resultaran útiles para transmitir con certeza no sólo la belleza de Ivonne sino toda la belleza que encierra lo narrado en ese lado del río, el Beune Chico. Una delicia de relato.
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'Shy' Max Porter
Última oportunidad
Pablo Martínez Zarracina
Un adolescente conflictivo apodado Shy se escabulle una madrugada de 1995 de una escuela llamada 'La Última Oportunidad'. Carga una mochila llena de piedras, escucha en su 'walkman' una cinta de 'drum n' bass' -música que considera «el mayor invento británico desde la máquina de vapor»- y se adentra en la oscuridad, en direción al estanque que hay en los terrenos de la escuela «entre un batiburrillo de recuerdos».
Es con esa concreta ebullición de memoria y sentimiento con la que Max Porter construye esta novela breve que adopta la forma de un monólogo interior lírico, fragmentario, polifónico y atormentado. Otra forma de verlo es que Porter construye su historia diseccionando el peso que el protagonista lleva sobre los hombros. La carga con la que el chico ya no puede tiene que ver con la confusión, el desplazamiento y la furia y funciona de un modo suficientemente receptivo como para captar el dolor que genera alrededor. El protagonista tiene dieciséis años y es a la vez un niño perdido y un joven peligroso. Entre otras cosas, le ha clavado a su padrastro un cuchillo en la mano. Dentro de su cabeza, los pensamientos se mezclan con frases de sus profesores, ejercicios terapeúticos, epifanías musicales, discusiones familiares e informes que lo catalogan con frialdad: «Exámenes de secundaria suspendidos. Expulsado de dos escuelas. Primera advertencia policial en 1992, a los trece. Primer arresto a los quince».
Max Porter canaliza el torrente interior de su protagonista mediante una mezcla de lirismo y energía que acerca su texto al himno generacional y lo transforma en un mosaico tipográfico que funciona en su vertiente epigramática y alcanza también límites visiblemente caprichosos. Por ejemplo, llenar dos páginas con reconvenciones maternas transformadas en una especie de cita textual de un poema. En la novela no hay apenas trama, todo es evocación y tiene un sentido: a través de la impregnación emocional el autor va desvelando una clave en la personalidad del protagonista que tiene que ver con la enfermedad mental y lleva inevitablemente a otro lugar el juicio del lector, elevando la novela a un nivel más complejo.
Cierto exceso de sentimentalismo -que supera lo admisible en un final sorprendentemente edulcorado- impide sin embargo que la novela alce realmente el vuelo en esa dirección que es en cierto modo la que separa a un texto juvenil, por más valioso que sea, de uno destinado al lector adulto. Que la intención de Porter tiene que ver lo segundo lo demuestra el detalle de que su novela contenga una recreación tangencial y valiosa de la cultura 'dance' británica de los noventa (Pandonium, Mixmag, V Recordings), con lo que su lector ideal está hoy mucho más cerca de la cincuentena que de la adolescencia solidaria con el protagonista.
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'En busca de consuelo' Michael Ignatieff
Seguimos necesitando consuelo
Eugenio Ibarzabal
Un académico y expolítico descubre con sorpresa en un evento al que ha sido invitado que el canto de unos coros con la letra de los Salmos le aporta consuelo. Dicha palabra le produce rechazo, como a tantos hoy. Sin embargo, algo ha prendido en él y rastrea ese sentimiento a lo largo de la historia. En situaciones extremas, ¿cómo recibieron consuelo, entre otros, Job, Pablo, Boecio, Dante o Montaigne, Marx, Lincoln, Max Weber, Primo Levi, Camus, Vaclav Havel o Cicely Saunders?
El reportaje es apasionante. Pronto se advierte una dicotomía entre el académico que pretende racionalizar y la inexplicable aceptación del misterio por parte de algunos de esos personajes. Hay también algo de tópico cuando describe el consuelo religioso.
El estoicismo, el hacer lo que en cada momento toca, guste o no, subyace en muchos de los personajes. Pero sus historias nos conmueven más en la medida en que el académico de las ideas se transforma en el narrador de hechos vitales, y es por eso que los personajes actuales resultan más creíbles que los antiguos a través de sus escritos, o cuando nos interpreta un cuadro de El Greco o la música de Mahler. Los capítulos dedicados al resistente checo Václav Havel y a la impulsora de los cuidados paliativos Cicely Saunders son particularmente conmovedores. Pero, por encima de todo, lo que se advierte es que, creyentes o no, todos necesitaron conjugar el mismo verbo: creer, en busca del tan denostado hoy consuelo y sostén.
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'Paperbacks from hell' Grady Hendrix
Un regalo perfecto para el fan del terror
Mariano Villarreal
Los años setenta y ochenta fueron una época gloriosa para las novelas de terror pulp. Grady Hendrix no es solo un carismático escritor de novelas de este género, sino también un fanático lector de las mismas y en este volumen demuestra su profundo conocimiento y amor por todas ellas. Con sinopsis hilarantes (no podía ser de otra forma, aunque a la postre resulten demasiado breves), sucintas biografías de autores y editores escogidos y centenares de las cubiertas más asombrosamente dementes jamás publicadas en el mercado anglosajón (en gran formato y a todo color), 'Paperbaks from Hell' -subtitulado como 'La oscura historia de la ficción de terror de los años 70 y 80'- es copia fiel del original y, en este caso, se echa de menos una adenda con las portadas y circunstancias de las obras traducidas al español a manos de un especialista local. El ensayo se divide en ocho capítulos tan divertidos como '¡Ave Satanás!', 'Niños espeluznantes', 'Cuando atacan los animales', 'Pesadillas inmobiliarias' (casas encantadas), 'Ciencia rara', 'Gótico y romántico', 'Inhumanoides' y 'Splatterpunk y asesinos en serie', que no tienen desperdicio. Un volumen profusamente ilustrado, extraordinariamente ameno y en formato de auténtico lujo, que se convierte en el (auto)regalo perfecto para el coleccionista y aficionado al terror/horror en estas Navidades.
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'No se van a ordenar solas las cosas' Nuria Labari
Nuestras contradicciones
Elena Sierra
Estas son las voces de los privilegiados. De los privilegiados con respecto al que tienen enfrente, porque estos habitantes del mundo occidental con familia, casa, derechos, trabajos y demás sufren como cualquiera (tienen miedo y pierden a sus seres queridos como cualquiera), pero desde cierta comodidad material que los demás no disfrutan. Y ese juego de espejos que hace Nuria Labari entre el, podríamos llamarlo, personaje 'primermundista' y el famoso Otro es un espacio muy interesante al que la autora ha sabido sacar chispas. Así, a la madre blanca trabajadora angustiada se le contrapone la empleada de hogar inmigrante que dejó a sus hijos en su país; a la familia que hace turismo en República Dominicana, tres hombres jóvenes que cobran (si cobran) una miseria pero llevan las riendas de una excursión que podría acabar muy mal; a la profesora de español, el joven africano del que se enamora y por el que lo deja todo...
Es como si Labari hubiera entrado de verdad en las cabezas de estos personajes para mostrarnos sus miserias, que son muchas, y para señalar el mundo en el que viven, los prejuicios y las contradicciones que tienen y lo perdidos que están -muy muy perdido el adolescente vigoréxico del segundo cuento, que se expresa en ese idioma extraño de los adolescentes pegados al teléfono móvil de hoy-. Frases brutales, realidades que pocas personas querrían reconocer. La vida.
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