
Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Guillermo Gómez Muñoz
Sábado, 24 de mayo 2025, 00:00
Hay palabras que cada vez que se oyen traen a la mente una canción o un poema. Me ocurre con «mientras». Si lo escucho, no ... puedo evitar recitar el famoso soneto gongorino: «Mientras por competir con tu cabello, / oro bruñido, el sol relumbra en vano…». La palabra que da pie a la anáfora del poema procede de 'dum interim' (dum: mientras; interim: entretanto), dos vocablos latinos que tendían a pronunciarse juntos en la lengua hablada. Su evolución al castellano medieval dio múltiples variaciones romances: 'domientre', en el 'Libro de Alexandre'; 'demientre', en Berceo; 'demientra', en el Arcipreste de Talavera; o 'demientras', en Nebrija. La evolución hasta el 'mientras' moderno pareció deberse al influjo de otros adverbios. Primero, a las parejas de adverbios como 'bajo' y 'debajo'. Su influjo logró que 'demientre' perdiera su delantera ('de'). A continuación, la influencia de adverbios como 'fuera' o 'nunca' cambió el final de 'mientre' en 'mientras'.
Este «mientras» también me recuerda una canción de Ismael Serrano: «Y mientras tanto, estrépito de andamios, pateras y naufragios desvelan nuestro sueño». Entre desvelos y rutinas, ante la amenaza de volvernos, sin remedio, «en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada», yo no canto, por miedo a desafinar. Tan solo escribo, «para recordar que sigues a mi lado». Mientras tanto.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias recomendadas
María de Maintenant e Iñigo Fernández de Lucio
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.