Carlos García de Andoin, con su libro.
Carlos García de Andoin | Politólogo y teólogo

«El laicismo de Fernando de los Ríos fue religioso»

Publica un libro en el que lo presenta como constructor del Estado laico

Sábado, 29 de abril 2023, 00:02

Fernando de los Ríos (Ronda, 1879-Nueva York, 1949) fue una de las grandes figuras políticas del PSOE de la Segunda República, junto a Prieto, ... Besteiro y Largo Caballero. En el bienio progresista fue ministro de Justicia y después de Instrucción Pública, desarrollando una acción política vertebrada por un sentido humanista del socialismo lo que le hizo implicarse en la 'cuestión religiosa'. El profesor vizcaíno Carlos García de Andoin se ha adentrado en su figura en el libro 'Fernando de los Ríos. La construcción del Estado laico' (Ed. Tirant). El autor, licenciado en Ciencias Políticas, Teología y Psicología, ha sido asesor en los Gobiernos de Rodríguez Zapatero y director del Instituto Diocesano de Teología y Pastoral de Bilbao.

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- ¿Qué es lo que le llamó la atención de la figura de Fernando de los Ríos para investigar sobre su trayectoria?

- Su coherencia moral e intelectual en la defensa de la libertad y la igualdad. En un contexto de vaivenes ideológicos en que en el propio Partido Socialista había sectores que podían pasar de apoyar la revolución violenta a la admiración de la dictadura del proletariado, pasando por la colaboración con la dictadura de Primo de Rivera, De los Ríos mantuvo firme su compromiso con la democracia y el socialismo, impidiendo entre otras cosas el ingreso del PSOE en la III Internacional (de carácter sovietista).

- ¿Ha descubierto algún plano inédito del personaje?

- Destacaría que fue el político más importarte en el desarrollo de las políticas de laicización del Estado en la II República. Como se muestra en el libro, casi la totalidad de decretos y medidas salen de su despacho. El decreto de libertad de cultos, la secularización de los cementerios, la deposición del cardenal primado Segura, el debate constitucional sobre la cuestión religiosa, la reducción del presupuesto de culto y clero, la secularización de la legislación matrimonial, la eliminación de la asignatura de Religión Católica en la escuela pública, la renuncia al derecho de presentación de obispos...

- Algunos sectores consideran que desarrolló un laicismo antirreligioso, algo que usted refuta.

- Precisamente diría lo contrario porque su laicismo es religioso. Se puede ver en la importancia de la religión en sus escritos y en su vida. Escribió sobre la 'emoción religiosa' que decía que «fecunda los más hondos deseos del ideal». Dio conferencias sobre santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz. Admiraba la Escuela de Salamanca y su defensa de los indios en Francisco de Vitoria, Suárez… Había dejado de ser católico por el dogmatismo y el antiliberalismo de la Iglesia de la época, pero se identificó como cristiano a lo largo de toda su vida. Su 'luminaria' era el bilbaíno Miguel de Unamuno. Cultivó la relación con el filósofo Xavier Zubiri. Le gustaba decirse que era un 'cristiano erasmista' en referencia al cristianismo de signo humanista, evangélico y de talla cultural de Erasmo de Rotterdam. Educó a su hija en la lectura del evangelio, el padrenuestro y el sermón de la montaña. Y más aún, el cristianismo ejerce un papel indiscutible en su propuesta de socialismo humanista.

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«En España se ha tendido a considerar la fe como un asunto privado»

El hecho religioso

- ¿Fue la suya una política agresiva contra la Iglesia, por ejemplo, con su iniciativa de una escuela laica?

- La modernización del país, y, sobre todo, una convivencia basada en la libertad religiosa de los ciudadanos, exigían y exigen un Estado laico. La educación pública no podía tener la religión católica como asignatura obligatoria. Pero en aquel contexto en que la República necesitaba afianzarse y legitimarse socialmente y en que un tercio de la población escolar no estaba escolarizada, creo que la prohibición de enseñar a las congregaciones religiosas no fue la mejor manera de defender la República. El pacto educativo de la Constitución de 1978 en el artículo 27 viene a enmendar los errores del pasado. La apuesta de De los Ríos era lo que llamaban en la Institución Libre de Enseñanza la educación neutra, esto es, una enseñanza general de las religiones y de la dimensión espiritual. Pero no tuvo oportunidad de implementarla.

- Cree que a la izquierda le ha faltado sensibilidad para reconocer la valía moral y civil del hecho religioso?

- En España se ha tendido a considerar la fe como un asunto privado y a identificar el catolicismo con la derecha. En otros países y tradiciones políticas, sin embargo, ha habido un reconocimiento del cristianismo como un asunto de interés público para la izquierda. Poco a poco se ha ido abriendo el PSOE al aporte de la cultura política de los cristianos de izquierda. Tampoco ha sido fácil por el lado de la Iglesia. Muchas veces me han preguntado si uno puede ser cristiano y socialista. Esta pregunta no se la hacen a los cristianos de derechas o nacionalistas. Pero se va abriendo en la Iglesia la estima del compromiso político plural de los cristianos.

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- El Estado tiene leyes pero no creencias, defendió De los Ríos. ¿Tienen que tener miedo las religiones a un Estado laico?

- A un Estado laico no, es lo mejor para la libertad religiosa y de conciencia, para la libertad de acción de las Iglesias y para la no discriminación de las minorías religiosas. A quienes quieren utilizar el Estado para construir una sociedad laica, sí. Adela Cortina suele repetir: el Estado debe ser laico, pero no la sociedad, que será lo que quiera ser, creyente o agnóstica, de esta religión o de la otra.

- Usted ha regresado a la política activa como candidato a la alcaldía de Sestao. ¿Qué aporta hoy el legado de Fernando de los Ríos a la confrontación ideológica que se vive en la sociedad española?

- En momentos difíciles como este, es en los que hay que dar el paso al frente. Soy de los que cree en la política como vocación de servicio. Se necesita política de la buena, con ética, preparación, con sensibilidad con las personas y los problemas sociales… y cooperación, mucha, de todas las instituciones, de toda la sociedad y de todos los grupos políticos. Precisamente uno de sus dichos más mentados era su defensa de 'la revolución del respeto'. Como De los Ríos no creo en la descalificación, en la ridiculización del otro o en la confrontación permanente; sí creo en el respeto hacia el adversario político, en la deliberación constructiva y en la coopeación.

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