José Luis Rebordinos: «El que no quiera pronunciarse sobre Gaza está en su derecho»
«Si alguna película israelí nos hubiese gustado la habríamos seleccionado», afirma en su penúltimo año al frente del Festival de San Sebastián
José Luis Rebordinos (Errenteria, 1961) fantasea ya con la idea de disfrutar del Festival de San Sebastián jubilado. Pero sin atracones, no como en su ... juventud: «Ya estoy curado de lo de ver seis películas al día», admite. Lleva al frente del Zinemaldia desde 2011, aunque en los 90 ya formaba parte de los comités de selección y dirección. En enero se elegirá a su sucesor, al que aleccionará durante 2026, la última edición a su cargo.
A Rebordinos siempre le hemos conocido locuaz, entusiasta y disponible. El precio que ha pagado por tanta entrega, descubre, ha sido su salud. La 73 edición del certamen, que arranca el próximo viernes, estará marcada sin duda por Gaza, tal como ha ocurrido en Venecia. Estrenará el cine español más esperado y se vivirán tumultos en la puerta del María Cristina a la espera de Jennifer Lawrence, la Premio Donostia más joven de la historia.
–¿Qué le pareció el palmarés de Venecia? El León de Oro fue para Jim Jarmusch, pero la favorita era 'La voz de Hind', la película sobre la niña palestina asesinada en Gaza.
–Te puede parecer peor o mejor, pero esa es la decisión del jurado. La prensa y el público tenía otros premios. Perfecto. Pero se da la casualidad de que los premios en los festivales los dan los jurados. A veces, el palmarés no nos gusta a los que hacemos los festivales, pero yo no tengo nada que decir. Además, tampoco he visto todas las películas de Venecia. 'La voz de Hind' es una película de combate y la de Jarmusch es otra cosa, pero las dos son buenas y están en el palmarés. Estas polémicas sobre los jurados me parecen muy artificiales, les gustan mucho a los medios.
–Al presidente del jurado, Alexander Payne, que no se quiso pronunciar sobre Gaza le dieron por todos los lados.
–Vivimos en una época en la que todo el mundo tiene que saber de todo y posicionarse. Para los que tenemos una mínima proyección pública es un lío, porque a veces no tienes todos los datos o no te apetece opinar. Es verdad que lo que está pasando en Gaza es tan tremendo que parece difícil no posicionarte. Pero el que no quiera pronunciarse está en su derecho. Vivimos en una sociedad demasiado moralista en la que todo el mundo juzga a los demás. Yo intento juzgar lo menos posible.
–El Zinemaldia ha condenado el «genocidio» en Gaza en un comunicado.
–Pensamos que el Festival tiene que posicionarse cuando hablamos de derechos humanos, no de temas partidistas. Lo intentamos hacer con películas, pero en estos momentos el genocidio en Gaza es tan delirante... Retransmiten cómo se extermina un pueblo en tiempo real. Tenemos amigos allí y también en Israel, porque yo no condeno al pueblo israelí, sino al Gobierno de Netanyahu. Hay muchos en Israel que se oponen y pelean contra esto.
–¿Hay alguna película israelí en el Festival?
–Este año no, pero si alguna nos hubiera gustado habría sido seleccionada. No soy partidario del boicot cultural, lo he dicho repetidas veces. No ha habido consignas. Hemos tenido muchas cintas israelíes en la sección Nest, porque tienen unas escuelas de cine maravillosas.
–¿Empieza a soltar un poco de lastre en su penúltimo año en el cargo?
–No, ja, ja. Para mí este año está siendo exactamente igual que el resto, como si no me fuera. El que viene no lo será. Espero que para enero pueda haber ya nuevo director. O directora. Es algo que le compete al consejo de administración. Esa persona designada me acompañará el próximo año para mostrarle cómo lo hacemos.
–¿Fantasea con estar jubilado y ver películas tranquilamente durante el festival?
–Mucho. Nunca había pensado en lo bien que pinta estar jubilado. Desde que sé que tiene fecha, ¡ostras qué ganas! Poder ver películas, echar risas con mis excompañeros diciéndoles lo que opino de lo que han seleccionado, comer con amigos, poder leer, poder pasear y poder cuidar mi salud, cosas que hace muchos años que no hago.
–Ya no verá seis películas al día.
–No. De eso estoy curado. Intentaré ver dos o tres. Cuando era joven me veía siete al día, ya no. Pienso disfrutar las películas respetándolas, algo que ahora no puedo hacer. Las veo rápido, a veces no enteras...
–Su puesto en estos 14 años le ha cambiado la vida.
–Sí. Primero me ha quitado salud, es así. Yo entré con la salud perfecta y ahora soy diabético, hipertenso, etcétera. No es por la alimentación, sino por estrés, lo he mirado. También este trabajo me ha quitado mucho tiempo para mi vida privada. Pero no me quejo, yo lo elegí. Gracias al Festival he conocido medio mundo y a personas maravillosas, otras no tanto. Solo puedo estar agradecido a quienes me llamaron y a quienes me han mantenido. He trabajado en lo que me ha gustado y he pagado un precio, como en todos los trabajos. No me voy a quejar cuando hay gente en la mina.
–San Sebastián está en un escalón por debajo de Cannes, Venecia y Berlín. Es un festival de público, porque en Cannes la gente no puede comprar entradas. ¿Debe mantenerse en esa situación?
–Es la mejor en la que puede estar. Cannes no podría tener las estrellas que ha tenido Venecia, ¿dónde las mete? No hay suites suficientes. Por supuesto que Cannes, Venecia y Berlín son más importantes que San Sebastián. Nosotros tenemos un presupuesto de once millones de euros y Berlín ronda los treinta y pico. Tenemos 170.000 espectadores en una ciudad como San Sebastián. Somos el festival más pequeño de entre los grandes e intentamos hacer de la necesidad virtud. ¿Cuál es el festival con las mejores películas? Cannes. Pero después quizá seamos nosotros, porque entre Perlas y Zabaltegi tienes lo mejor de los otros festivales. Somos una joya para el público y nos llevamos muy bien con los otros festivales, a Thierry Frémaux lo considero un amigo personal. No hemos querido ser lo que no podemos.
«Cuando esté jubilado pienso disfrutar las películas respetándolas, algo que ahora no puedo hacer»
–El titular del año pasado en esta misma entrevista era: «El festival está con las costuras a punto de reventar, no podemos crecer más».
–El que venga detrás mío se va a encontrar ese problema. Faltan hoteles en la ciudad.
–Pero si han abierto un montón en los últimos años...
–¿Cuántos de ellos son de cuatro y cinco estrellas en el centro? El año pasado tuvimos que decir que no a muchos invitados en la última semana porque no había camas hasta Bilbao. A una estrella de Hollywood se le paga el billete en primera más algunos en business para sus acompañantes. Pero tienen que volar a Londres y después a Bilbao. Y hora y cuarto en coche a San Sebastián. Eso hace que muchos te digan que no.
–No pagan jets privados.
–No podemos. Un vuelo desde Los Ángeles cuesta más de 200.000 euros. Tenemos que tener cuidado de no lanzar la caña a demasiadas estrellas, porque si aceptan todas, a ver dónde las metemos. Luego los que vienen se encuentran con una ciudad preciosa, salas rebosantes de un público cinéfilo y amable y una gastronomía maravillosa. En Cannes hay que estar sí o sí, pero no es un festival amable.
«Tenemos que tener cuidado de no lanzar la caña a demasiadas estrellas, porque si vienen a ver dónde las metemos»
–Mójese con el cine español que vamos a ver este año.
–Sigo defendiendo que el cine español nunca ha vivido tan buen momento como ahora. Dos películas a competición en Cannes, 'Sorda' triunfando en Berlín... Esto no lo he conocido nunca y soy un señor mayor. Ha habido películas excelentes que hemos dejado fuera porque no entraban. Tenemos la vuelta de José Luis Guerín con una película a la altura de sus mejores títulos, un thriller de Alberto Rodríguez con componente social, otra de Alauda Ruiz de Azúa, que se mete en un fregado increíble y sale viva, y una cinta en euskera de los Moriarti. Solo en Made in Spain hay 27 títulos, más que nunca. Hay material para nosotros y para el Festival de Málaga.
–Jennifer Lawrence, Premio Donostia a una carrera ¡con 35 años!
–Los Premios Donostia a veces salen bien y otras no. Teníamos uno desde hace meses y se cayó por un rodaje. Pero siempre intentamos hacer guiños a la gente joven. Jennifer Lawrence es una actriz como la copa de un pino. Tiene un Oscar, ha trabajado con directores muy importantes y, siendo ya un icono del cine, el público joven la idolatra. Nunca habíamos recibido tantas llamadas y correos de gente joven que quiere estar con ella. O peleamos para engancharles o nos vamos al garete. La asignatura pendiente en toda Europa es meter a los chavales en los cines.
–Se le queda la espinita clavada de no haber traído a Julianne Moore.
–Somos un festival pobre y si no coincide una operación gorda de promoción no podemos. Estuvimos muy cerca. Estaba rodando en Londres y se cayó por la huelga en Hollywood. Es una actriz increíble y además me encanta cuando habla. También me hubiera gustado premiar a Clint Eastwood, pero ya sabía que era muy difícil.
–No me creo que no sepa el nombre de su sucesor o sucesora.
–No lo sé. No lo nombro yo, sino el consejo de administración. Hay un par de personas preparadas desde hace unos años en la organización del Festival que podrían ocupar mi puesto inmediatamente. Imagínate que me da un ataque al corazón, tiene que haber alguien que me sustituya. Dicho esto, el consejo puede convocar un concurso abierto. O tener candidatos; cuando yo me presenté, el Ministerio de Cultura tenía una candidata. De verdad que a día de hoy es una incógnita. Será alguien competente, seguro.
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