
La invasión del manga feroz
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La riada continua de novedades y reediciones confirma el éxito comercial del manga, que vino para quedarseJuan Manuel Díaz de Guereñu
Sábado, 18 de enero 2025, 00:01
Cuando aficionados a leer historietas coinciden en librerías y bibliotecas o haciendo cola en festivales, por lo general se comportan. Pero no son pocos los que conciben sus preferencias como opciones incompatibles. Lo mismo que aficionados al fútbol.
Los hay que siguen a superhéroes, sobre ... todo si han protagonizado costosas producciones cinematográficas. Los hay que prefieren fantasías que cuiden la verosimilitud y el detalle. Hay quien se troncha con los que dan caña a todo lo respetable. Otros eligen relatos menos sujetos a convenciones de género y, a fin de atribuir seriedad a sus asuntos y formas, les buscan denominaciones diferentes. Y los hay que leen manga y recorren los vericuetos de un enredo inagotable, trufado de remansos y de arrebatos de acción frenética.
En estos tiempos globalizados, los lectores consumen obras de esos u otros tipos, según su apetencia o su curiosidad, sin mostrarse proclives a jurar fidelidad a firma o forma alguna. Los más vendidos siguen siendo los Mortadelo o Astérix, poco controvertidos. Pero es innegable que una porción significativa de los consumidores de historietas define sus preferencias también por contraposición con otras. Los libreros lidian con este sentimiento tribal asignando a cada modalidad espacios de exposición diferenciados. Y el manga es el contraste más socorrido.
En la historia de la producción y consumo de historietas en nuestro país, las sucesivas agitaciones del mercado se resolvieron importando producción foránea, para suplir la de una industria editorial rácana. Surgen así grupos lectores apegados a géneros y personajes novedosos en su momento, así como denominaciones nacidas de la voluntad de distinguirse. A veces uno lee tebeo, historieta, cómic o novela gráfica sin pretenderlo ni cambiar de obra.
La variedad impresa que más agresividad suscita es el manga, señal inequívoca de su pujanza amenazante y su pinta contagiosa. La historieta japonesa, bien engranada además con la industria paralela del 'anime', sirve productos dirigidos a grupos de lectores específicos, que gustan del deporte, la aventura, el romance o la fantasía futurista. Cuida las preferencias de las lectoras, habitualmente olvidadas por la industria, con lo que ha logrado incorporarlas al mercado potencial. Ha popularizado formatos de venta competitivos, tomos de tamaño reducido, impresos en blanco y negro y comparativamente baratos. Y, a fuerza de insistir, ha conseguido que el lector occidental acepte leer de derecha a izquierda, en sentido contrario al de nuestra escritura. En el reparto de lectores posibles, el manga es un rival feroz en cualquier mercado.
Aunque irriten algunas de sus maneras, el manga nos ha proporcionado obras notables. Es claro el talento narrativo de los Otomo, Taniguchi, Urasawa o Takahashi, por mencionar alguno. Pero, ¿dónde meto yo los 38 volúmenes de 'Ranma ½' de esta última, que mi hija está empeñada en conseguir?
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