En el hogar de los Dickens
Centro de estudio y peregrinaje. ·
Descendientes del escritor se reunirán en su casa museo de Londres, que cumple cien añosLourdes Gómez
Sábado, 7 de junio 2025, 00:04
Descendientes de Charles Dickens se reunirán el lunes en el número 48 de Doughty Street, la vivienda de cinco plantas del londinense barrio de Bloomsbury ... donde el célebre autor inglés residió con su mujer, Catherine Hogarth, y sus dos primeros hijos en los albores del éxito literario. Los tataranietos contarán anécdotas y leerán pasajes de 'Cuento de Navidad' y otras novelas en la única morada del escritor decimonónico que sigue en pie en Londres.
La casa se salvó de la demolición gracias a la Fellowship (fraternidad) de admiradores, que adquirió y restauró el solar en 1923. Dos años después reabrió sus puertas como Museo Charles Dickens con una decoración interior ambientada entre 1837 y 1839, cuando la ocupó el famoso matrimonio. Hoy es centro de estudio y peregrinaje internacional, con colecciones de manuscritos, ediciones impresas y objetos originales sin paragón. El traje cortesano de Dickens o una fotografía de la subasta póstuma de sus pertenencias sorprenden entre los hallazgos del centenario, que coincide con el 155 aniversario del fallecimiento de este escritor universal.
«Creo que es la narrativa de Dickens y sus excelentes tramas lo que hace que siga siendo tan querido. Sus historias tienen un alcance global, porque los personajes son humanos y reconocibles en todas las culturas», sostiene Lucinda Dickens Hawksley, pariente del genio de la novela social. En vísperas del doble aniversario, viajeros de Australia, Corea o Gales se cruzaban en las estrechas escaleras de la casa unidos por un vínculo común: un profundo conocimiento de los personajes 'dickensianos' y las costumbres victorianas.
Frankie Kubicki, directora del museo, destaca el interés humanista entre las facetas del que fue «periodista, activista y orador, además de novelista. Tenía múltiples talentos, pero promover la justicia social era lo que realmente le motivaba. Estaba comprometido con la educación y el progreso de la sociedad. Como persona, fue sumamente dinámico, enérgico y encantador», resume la experta, quien tomó las riendas el pasado marzo. Proyecta inaugurar el segundo centenario de la casa-museo con una exposición enfocada en adaptaciones de clásicos de Dickens.

La «linterna mágica»
Ambas mujeres coinciden en la importancia del escritor siglo y medio después de su muerte. «Sigue siendo relevante porque opera a un nivel muy humano, que todos podemos entender. Creía que todo el que nace debía tener derecho a una vida digna, con oportunidades y con educación. Sospecho que le decepcionaría tremendamente que los problemas sobre los que escribió sigan siendo tan prevalentes, desde la pobreza infantil a la falta de educación o las diferencias sociales», añade Kubicki con emoción.
Dickens ubica sus historias en Londres, esa «linterna mágica» que recorría día y noche y donde se comportaba como una «urraca», según la gestora museística. «Recoge detalles, recoge personajes y todo lo que ve mientras pasea por las calles. Captura y escribe, algo fundamental en su proceso narrativo», explica. Por su parte, Hawksley observa la «relación de amor y odio» que su tatarabuelo tenía con la capital británica. «Londres le inspiraba, pero con frecuencia estaba ansioso por salir de la ciudad y por eso viajó tanto. Identificaba Londres con todo lo malo que le pasó de niño, cuando encarcelaron a su padre por incurrir en deudas y le enviaron con 12 años a trabajar en una fábrica de betún», argumenta.
En Doughty Street, Dickens completó 'Los papeles póstumos del club Pickwick' y escribió 'Oliver Twist', 'Nicholas Nickleby' y algún relato corto. La súbita muerte de su cuñada Mary Hogarth, de 17 años, que se sintió mal tras regresar juntos del teatro, agrió la estabilidad familiar. Pero nada pudo frenar la galopante popularidad del creador de 'David Copperfield' y otros 'best-seller' seriales, cuya complicada vida personal le abocó a la separación conyugal.
«Fue una de las primeras celebridades globales. Se generó un culto en torno a él, similar a la 'beatlemanía' en los años 60. Durante su primer viaje a EEUU, la gente intentaba arrancarle botones del traje y una mujer se coló hasta la habitación de su hotel. Su posición es relevante hoy en día y plantea interesantes cuestiones sobre la cultura popular, como la falta de privacidad o el estrés de ser el centro de atención. Con los años, se hartó de la situación y buscaba momentos de soledad. Se cuidó mucho de mantener cosas fuera de la órbita de la prensa y viajaba al extranjero para escapar del escrutinio en Gran Bretaña», afirma la directora de la casa-museo.
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