Historias increíbles que nos creímos
Bulos ·
El uso de la mentira con fines políticos no es nuevo, aunque en 2016 su influencia en el Brexit y en la primera victoria de Trump causaron conmociónSabe que un platillo volante tarda tres días en viajar de Ganimedes a la Tierra? ¿Sabe que una humanidad más avanzada que la nuestra convivió ... con los dinosaurios? ¿Sabe que ingenieros nazis construyeron platillos volantes en la España franquista? ¿Sabe que Estados Unidos probó con éxito la telepatía a bordo del submarino Nautilus? ¿Sabe que un prestigioso astrónomo descubrió una civilización de hombres murciélago en la Luna?
Quizá no haya oído hablar de ninguna de estas sorprendentes historias. Pero es probable que una noche de luna llena se haya asomado a verla porque en el telediario han dicho que el espectáculo de la superluna iba a ser algo único. Puede que haya usado una pulsera con un holograma para mejorar el equilibrio, como hacía Leire Pajín cuando era ministra de Sanidad. E igual cree que se han encontrado los restos de la Atlántida cerca de Cádiz.
Occidente sufrió una conmoción en 2016, cuando las mentiras sacaron a Reino Unido de la Unión Europea y llevaron a Donald Trump al Despacho Oval por primera vez. El uso de la mentira con fines políticos no era nuevo, aunque casi nadie contemplaba la posibilidad de que en las sociedades democráticas actuales pudiera llegarse a tales extremos. Y, de la noche a la mañana, se empezó a hablar de las noticias falsas como algo extraordinario. Como si hasta entonces se hubieran limitado a la broma del Día de los Inocentes. Como si las patrañas que ha leído en los dos primeros párrafos no se hubieran publicado en medios respetables.
Vida en la Luna
La primera noticia falsa de alcance planetario se publicó hace casi doscientos años. En la década de 1830, nació en Estados Unidos 'la prensa de un penique', diarios que costaban un centavo de dólar frente a los seis habituales. Se dirigían a la clase trabajadora y estaban llenos de crímenes, catástrofes y otras historias sensacionales. El neoyorquino 'The Sun' era uno más de esa incipiente prensa de masas hasta que en el verano de 1835 su tirada alcanzó los 20.000 ejemplares diarios gracias a un hallazgo del astrónomo John Herschel, hijo de William Herschel, el descubridor de Urano.
Entre el 25 y el 31 de agosto de 1835, 'The Sun' publicó seis artículos de Andrew Grant, amanuense del astrónomo. Contaba que Herschel había construido en Sudáfrica un telescopio con el que había visto bosques, ríos, bisontes, cabras y hombres murciélago en la Luna. Las peripecias de nuestros vecinos alados cautivaron a los neoyorquinos. Las ventas del periódico se dispararon y parte de la competencia reprodujo los artículos tal cual, amparándose en que se habían presentado como publicados previamente en una prestigiosa revista científica, la 'Edinburgh Journal of Science'. El serial, que meses después se leyó en diarios de otros países, acabó con la destrucción del telescopio en un incendio y con 'The Sun' como el periódico más vendido del mundo.
Pasaron más de tres décadas hasta que el diario admitió el engaño. Lo hizo el 19 de febrero de 1871 al informar de la muerte de uno de sus periodistas, Richard Adams Locke: «El señor Locke fue el autor del 'engaño de la Luna', la broma científica más exitosa jamás publicada, que apareció originalmente en 'The Sun'. La historia fue contada con una minuciosidad en los detalles y un uso tan diestro de frases técnicas que no solo fue aceptada como real por el lector ordinario, sino que también engañó y desconcertó a los hombres de ciencia en un grado asombroso».
Platillos volantes de Franco
John Herschel era en 1835 un reputado astrónomo y estaba en Sudáfrica, pero no existían ni Andrew Grant ni la 'Edinburgh Journal of Science', que había dejado de publicarse tres años antes. La mezcla de datos reales y falsos hizo creíble la fantasía de Locke en un momento en que se sucedían las especulaciones sobre la vida en otros mundos y los descubrimientos astronómicos. Algo por el estilo ocurrió en el otoño de 1947.
Tras las primeras visiones de platillos volantes, cuando casi nadie hablaba de extraterrestres, varios periódicos canadienses y estadounidenses apuntaron a un origen español. «Platillos volantes rastreados hasta Franco; armas secretas diseñadas por alemanes», alertó 'The Gazette' de Montreal en primera página el 4 de noviembre de 1947. La exclusiva la firmaba Lionel Shapiro, que desde Ginebra alimentaba la idea de que los misteriosos objetos eran un invento humano, lo que entonces preocupaba al Pentágono, con la mirada puesta en la Unión Soviética.
El periodista aseguraba que tres científicos nazis que trabajaban para Franco habían desarrollado «dos armas de guerra muy avanzadas, según las especificaciones y los planos sacados de España por un agente de una organización espía europea independiente». Se trataba de un misil y de un proyectil nuclear, que se habían probado en la costa malagueña ante el dictador. Shapiro les atribuía derribos de aviones en suelo estadounidense. Sin embargo, a pesar de haberse publicado en la prensa seria, la historia era falsa, sin que sepamos a día de hoy si la inventó el periodista -el único que la contó- o fue víctima de un engaño. No como en el fraude que lanzó a Moscú y Washington a investigar el uso militar de los poderes paranormales, donde las cosas están claras.
Varios diarios de Canadá y Estados Unidos apuntaron a un origen español de los platillos volantes
La telepatía y el Nautilus
La revista francesa 'Science et Vie' informó en febrero de 1960 de que un experimento a bordo del Nautilus había demostrado la transmisión del pensamiento. Un sujeto en el submarino nuclear, sumergido bajo los hielos polares, y otro en tierra, en un laboratorio de Maryland, se habían comunicado mentalmente. Se vislumbraba un futuro en el que los sumergibles no tendrían que salir a la superficie para contactar por radio y exponerse al enemigo. «¿Es la telepatía una nueva arma secreta? ¿Será la percepción extrasensorial un factor decisivo en la guerra futura?», se preguntaba la revista de divulgación.
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Guía de autodefensa
En Washington sabían que era mentira. La historia se la había inventado Jacques Bergier, coautor de 'El retorno de los brujos' -superventas de 1960 que está en el origen del actual auge de lo paranormal-, y se la había colado a un periodista de 'Science et Vie'. Sin embargo, algunos científicos soviéticos la creyeron y convencieron al Kremlin para que abriera laboratorios de parapsicología. En 1967, la Unión Soviética tenía ya una veintena de centros de investigación paranormal. Ante el miedo al avance soviético en ese campo y aunque todo había empezado con una noticia falsa, Estados Unidos decidió seguir los pasos de Moscú. Y el Pentágono gastó millones de dólares en adiestrar a soldados con superpoderes para infiltrarse mentalmente en territorio enemigo y matar cabras con la mirada, como desveló el periodista Jon Ronson en 2004, con el éxito por todos conocido.
En esa época, 'La Gaceta del Norte' de Bilbao revelaba que hubo humanos que convivieron con los dinosaurios, el sistema solar estaba lleno de extraterrestres que visitaban la Tierra y se avecinaba una catástrofe planetaria en coincidencia con la visita del cometa Halley. Esas noticias compartían la portada de uno de los más importantes periódicos españoles con los asesinatos de ETA, los intentos de golpe de Estado en Portugal y la despedida de Pelé. Algo parecido ocurre hoy cuando en los telediarios nos avisan del espectáculo de la superluna tras las últimas noticias de la invasión de Ucrania. La luna llena se verá esta noche como nunca, dicen en coincidencia con uno de esos momentos de su órbita elíptica en que el satélite está más cerca de la Tierra, el llamado perigeo. ¿Notaría usted la diferencia del tamaño de una naranja a 8,5 y a 9 metros? Pues es la que hay en el cielo entre la superluna y una luna llena a secas. La superluna es un superbulo.
No importa lo inteligentes que seamos o nos creamos, a todos nos pueden engañar y ningún medio es inmune a las noticias falsas. Son más habituales en los sensacionalistas, pero también se dan en los serios, incluidas las revistas científicas. En septiembre de 2010, 'PLOS One' dio por bueno un estudio según el cual un viento fuerte pudo abrir el mar Rojo para permitir la huida de Egipto de Moisés y los suyos. ¿El problema? Que el Éxodo es un invento de los autores del Antiguo Testamento. Sin embargo, como el trabajo vio la luz en una revista científica, muchos medios se hicieron eco del hallazgo, equiparable al descubrimiento de la vara de Gandalf.
A la hora de enfrentarse a una noticia falsa, no hay un manual de autodefensa infalible, aunque ayuda tener siempre presente la máxima de que «afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias». Además, si lo que dice confirma nuestras creencias y opiniones sobre una persona o grupo, eso nos hará más proclives a tragarnos un bulo, así que hay que andar con cuidado. Debemos ser conscientes también de que algunas fuentes nunca son fiables. Da igual lo que digan. Da igual que alguna vez hayan acertado. También lo hace un reloj parado dos veces al día.
Una vez establecido que el autor y el medio son dignos de crédito, conviene comprobar la fecha, no vaya a tratarse de una noticia vieja o de una inocentada. Lea más allá del titular para ver si lo anunciado se corresponde con el contenido y busque la información en otros medios serios. Si ninguno la publica, desconfíe. Si la dan otros y, aun así, le escama, consulte con un experto. En las redes sociales los hay encantados de sacarnos de dudas y explicarnos lo que hay de cierto en una historia como que caminar descalzo por el césped tiene efectos sanadores, un bulo pseudocientífico difundido por el entrenador de fútbol Luis Enrique.
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