El Guernica, un cuadro para la eternidad
Picasso, de cuya muerte se cumplen 50 años, ha tenido en el arte contemporáneo una influencia difícil de igualar: despiezamos su obra magna y la que más le conecta con Euskadi
Begoña Gómez-Moral y Anartz Madariaga (diseño web)
Viernes, 24 de marzo 2023
La gestación del Guernica no fue fácil. Durante meses Picasso tuvo dudas y se debatió intentando en vano encontrar una manera de cumplir con el encargo. Las docenas de bocetos y dibujos preparatorios para el lienzo constituyen un viaje único y fascinante a través del proceso creativo de un genio. En poco más de un mes el lienzo, que apenas cabía en el estudio (7,77m x 3,49m), estuvo terminado.
Picasso abandonó su zona de confort. Acostumbrado al retrato, la naturaleza muerta y la pintura de caballete, se aventuró por primera vez en las dimensiones de un mural. Agonía, dolor, desolación, pérdida, terror y esperanza; las mujeres protagonizan las distintas regiones del lienzo y soportan el peso emocional de la escena.
En el 50 aniversario de la muerte de Pablo Picasso, desgranamos los detalles de su obra magna: Guernica.
La lámpara en forma de ojo, la mirada de Dios omnisciente, preside sobre la trágica escena como testigo de la masacre, pero también como dramática exhortación a tomar conciencia de lo ocurrido.
El fulgor de las llamas, resuelto geométricamente, contraviene la tradición bíblica de la luz creadora. En el Guernica la luz no es sinónimo de creación y vida; cada fogonazo significa destrucción y muerte.
El 28 de abril de 1937, dos días tras del bombardeo, Picasso leyó la noticia en el diario L'Humanité. Algunos bocetos incluían hojas de periódico en forma de collage y las marcas tipográficas recuerdan a ese medio.
La madre desesperada con el hijo muerto en los brazos reinterpreta en una extraordinaria sintaxis cubista la iconografía cristiana de la 'Pietá', una de las más habituales en la tradición occidental.
Entre el cubismo y el surrealismo, Picasso erige un poderoso alegato contra la guerra que se expresa tanto en la paleta monocroma como en los ojos de los personajes, peces aterrorizados que se revuelven sin escapatoria.
El gigantesco toro de cabeza blanca y cuerpo negro que ocupa buena parte de la zona izquierda, representa la violencia irracional, la brutalidad sin sentido, primitiva y oscura que subyace en la escena.
El pájaro, quizá la tradicional paloma de la paz, apenas destaca sobre el fondo oscuro como un puñado de trazos a punto de desaparecer bajo el caos o tal vez emite el primer trino que anuncia el fin del horror.
El soldado herido extiende la mano izquierda como queriendo huir del horror. En su mano derecha aferra la espada quebrada y una flor apenas trazada, perdida en la inmensidad del lienzo.
No es la gran bombilla ni el fulgor de los incendios lo que ilumina la escena. La pequeña lámpara de aceite que lleva consigo la esperanza es la principal fuente de una luz que se derrama en grandes planos casi blancos.
La espectacular figura del caballo, con las crines resueltas en trazos casi naturalistas, representa el dolor irracional, pero también la dignidad y la resiliencia de Gernika ante la brutalidad del ataque.
AUX STEP FOR JS
El Guernica no siempre fue en blanco y negro. Picasso experimentó en algunos bocetos con zonas de color que enfatizaban el drama de la guerra. Tras la presentación en la Feria Internacional de Paris, el Guernica viajó por más de cincuenta ciudades en diversos países. Acabó su periplo en Nueva York, donde permaneció en el MoMA durante 42 años. Su traslado definitivo a España fue en 1981.
Junto a 'Los desastres de la guerra' de Goya o 'La matanza de Quíos', de Delacroix, figura entre los mayores hitos antibelicistas de la Historia de Arte.
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Algunos datos sobre el Guernica
Picasso concluyó el cuadro en poco más de un mes.
Su amante, Dora Maar, fotografió el proceso.
El lienzo, que apenas cabía en el estudio, mide 7,77 x 3,49 m.
Picasso usó pintura industrial Ripolin ultra mate.
«¿Usted hizo esto?», le preguntó un oficial de la Gestapo. «No, ustedes lo hicieron», respondió Picasso.
Durante la guerra de Vietnam grupos pacifistas se reunían en torno al cuadro.
Su traslado definitivo a España fue en 1981. El lienzo viajó en un 'Jumbo' de Iberia. Ni los pasajeros ni parte de la tripulación sabían que el cuadro iba en la bodega. El comandante les informó al aterrizar.
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