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Como imagino que todos ustedes, he estado empapándome de imágenes televisivas del cónclave para la elección de un nuevo Papa. Son fastuosas. Todos los cardenales ... vestidos con ese rojo intenso que los frívolos llaman «rojo Valentino» en perfecta formación, con un telón de fondo tan abusivamente bello como la Capilla Sixtina… ¡ah, un espectáculo incomparable! Y no olvidemos el uso del latín en las fórmulas pautadas, sobre todo ese «Extra omnes». El gran portalón cerrándose… hacen falta muchos siglos de experiencia para conseguir elementos estéticos tan llenos de efecto y grandiosidad.
La Iglesia católica comprendió pronto un concepto que ahora nos parece de lo más natural: la forma determina el fondo y es básica para hacerse respetar. ¿No buscan eso las marcas en sus campañas de marketing? Pero no hay campaña que pueda superar a la liturgia católica. Cierto que esta institución espiritual se ha modernizado: los curas ya no van uniformados y las misas se celebran en el idioma autóctono de cada país. Sin embargo, cuando se desea que algo cobre importancia y esplendor, se recobran las ceremonias con toda su pompa y teatralidad. Siempre recordaré que estando en Siena durante unas vacaciones de Pascua, asistí en la catedral a la celebración de la resurrección de Cristo. De repente, todas las luces se apagaron y el templo quedó en total oscuridad. En los bancos de madera los fieles esperábamos con expectación qué podía suceder. Unos instantes más tarde empezaron a oírse unos cánticos celestiales que encogían el corazón. Al final de la iglesia y por el pasillo central apareció un cardenal flanqueado por varios prelados, detrás venía el coro. A medida que avanzaban iban encendiéndose las luminarias tramo a tramo. Cuando llegaron al altar mayor todo refulgía de nuevo y el coro aumentó tono y potencia vocal. ¿Alguien puede dar más?
¿Y qué me dicen de las procesiones de Semana Santa, con el encuentro entre el paso de la Virgen y el de su hijo crucificado? ¡La gente rompe a llorar! ¿Y las monjas virginales, tiradas en el suelo y regadas con pétalos de flores cuando toman los hábitos? ¡Y las bendiciones papales desde el balcón! La Iglesia es criticable en muchos aspectos ideológicos, han existido escándalos terribles en sus entrañas, pero nadie negará que contribuye a la belleza y amplía el espectro cultural de este mundo tan feo. Entre eso y los monjes copistas de la Edad Media, todos los luteranos se quedan a medio gas.
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