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'Scène de carnaval ou Le Menuet', de Tiepolo
Esplendor veneciano
Artes plásticas

Esplendor veneciano

El Grand Palais de París muestra cómo fue el siglo de oro en la Serenísima República

ABRAHAM DE AMÉZAGA

Viernes, 19 de octubre 2018, 23:44

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Nietzsche dijo que cien profundas soledades forman juntas la ciudad de Venecia». Hubo quien la calificó de enclave perfecto para los amantes, y hoy sus autoridades se inquietan por la invasión de un turismo barato, en su mayoría antes consumidor que degustador de sus encantos. Hasta tal punto es así que los más agoreros afirma que, si no se pone remedio, la Serenísima se acabará hundiendo.

Deseando transmitir un mensaje mucho más alentador, de riqueza y desenfreno creativo, de arte como eje y prioridad, el Grand Palais de París ha puesto en pie (hasta el 21 de enero de 2019) la muestra que, ya con solo leer el título, anuncia el contenido: 'Éblouissante Venise' (Deslumbrante Venecia).

Para ello, y como era de esperar, se ha focalizado la atención en su periodo más floreciente, el siglo XVIII, donde se impone el que fuera Estado y capital del Véneto por su arquitectura y sobre todo pintura, obras de hombres de gran genio creativo. También por su estilo de vida y dinamismo. Y en ese recorrido, y tratándose del mencionado siglo, no podían faltar Giovanni Battista Tiépolo (1696-1770), Pietro Longhi (1701-1785), Giovanni Antonio Canal (1697-1768), conocido como Canaletto, y Bartolomeo Nazari (1693-1758), entre los principales pintores, junto a escultores, decoradores, dramaturgos y compositores.

«He querido que sea atractiva para todo tipo de público, con salas abiertas y un relato sensual»

La nómina de grandes que alberga en su seno deja boquiabierto a cualquiera. Artistas que tendrán además influencia allende sus fronteras, en Francia, Inglaterra, Alemania y España. Precisamente aquí, y en concreto en Madrid, desarrollará su arte Tiépolo, por encargo del rey Carlos III. «He pretendido poner de relieve el trabajo realizado por este artista en el Palacio Real, con lo que creí interesante dedicar un espacio dentro de la muestra a su relación con la corte española», explica Catherine Loisel, comisaria de la exposición, quien percibe «una influencia de los dibujos del veneciano en Goya».

Si bien la sala dedicada a Tiépolo y España, en cuya capital fallece, es más bien pequeña, se incluye en un espacio en el que el visitante descubre obras de los artistas venecianos en la diáspora, así como su relación con los países germánicos y París, que ocupa otro apartado. «Es increíble que hasta ahora no se hubiese dedicado en esta ciudad una muestra al XVIII veneciano, como sí se ha hecho en otros lugares del mundo», sostiene Loisel.

En esta exposición se hallan obras pictóricas que en su mayoría representan estampas en las que sobresalen sus palacios y el Gran Canal, la plaza San Marcos –el mejor escenario para contemplar la vida de la ciudad y todo el repertorio de la commedia dell'arte–, así como retratos de ilustres. La escenografía lleva la firma de Macha Makeïeff.

«He querido que sea atractiva para todo tipo de público, con salas abiertas y un relato sensual, con la pretensión de provocar sensaciones diferentes», señala Makeïeff, quien ha incluido actuaciones en vivo de música y danza una vez por semana.

El papel de la mujer

La presencia masculina es casi absoluta, como se puede ver en 'Éblouissante Venise', pero hay lugar para subrayar el papel de una mujer, la pintora Rosalba Carriera (1675-1757), cuyo trabajo será muy apreciado en el París de su época. Se trata de una retratista que pone de moda de algún modo la técnica del pastel y que llegaría a inmortalizar a su admirado colega Watteau, en 1721. El cuadro de la pintora sosteniendo un retrato de su hermana (1715) se expone en este apartado.

Las artes decorativas y el arte de vivir están sumamente presentes en ese periodo, donde la música palpita en cada uno de los rincones de una ciudad cuyos pilares gritan inestabilidad, por hallarse donde se hallan. Será célebre el nivel de los intérpretes y compositores, así como de quienes fabrican los instrumentos. Los 'ospedali', que forman a jóvenes huérfanos, ven nacer talentos. Como ejemplo, Vivaldi dará sus primeros pasos como maestro musical en uno de ellos. Farinelli, que será muy apreciado en Inglaterra y a quien inmortaliza Nazari, ocupa un espacio destacado en la primera parte de la muestra.

Gracias a ricas familias de esta ciudad-estado, la primera mitad del siglo es brillante en encargos y resultados. Mandan construir palacios, donde participan multitud de artesanos y artistas, estos últimos para hacer realidad estucos y frescos. Por ejemplo, el antes mencionado Tiépolo pintará el banquete de Cleopatra en el palacio de los Labia, donde se interpretan obras escritas por su propietario, Angelo Maria Labia; un palacio que, curiosidades de la vida, dos siglos después, a mediados del XX, sería conocido por acoger el Baile del siglo, organizado por el millonario de origen vasco Carlos de Beistegui.

Merece un apartado especial el rococó Giovanni Battista Piazzetta (1682-1754), con un estilo caracterizado por crear escenas en las que los protagonistas se muestran sorprendidos en un momento de su vida íntima. Él conocerá la Venecia de mayor esplendor, la que forjaría su mito, y que ninguna ciudad ha conseguido superar. Precisamente, el último apartado de esta gran exposición, que reúne más de doscientas obras, se centra en ese mito.

Venecia atrae a todos por su cúmulo de encantos en el siglo XVIII. Sin embargo, la centura no está exenta de crisis económicas y sociales. Hasta el final, porque el 12 de mayo de 1797, las tropas napoleónicas toman la ciudad sin apenas lucha y terminan con la República, que cederá meses más tarde a Austria.

Aún hoy, dos siglos después, continúa fascinando, aunque la mayoría vea en Venecia solo los restos de su enorme esplendor. Ahora, la muestra parisina del Grand Palais es una oportunidad para revivir la Venecia que fue y la influencia de sus genios en el devenir del arte de la Vieja Europa.

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