Entrar en la obra
Escultura ·
La exposición de June Crespo en el Guggenheim supera las previsiones con piezas de una fuerza que se contagia al espectadorJune Crespo y Giovanni Anselmo comparten protagonismo en el Guggenheim, aunque su visión de la escultura es dispar. Mientras la inspiración de una parece remitir ... al entorno y la cultura material, el trabajo del otro se nutre de la interacción con los ciclos naturales. Les separa medio siglo de evolución de la plástica y les asemeja una práctica singular y, sobre todo, la capacidad para amalgamar elementos sobrios, ásperos, sin artificios, que nos invitan a sumergirnos en su interior. 'Entrar en la obra' es una sugerente pieza del italiano, una invitación dirigida al espectador y al creador, que la artista navarra parece asumir plenamente.
'Vascular' se antoja un osado compromiso, un reto proactivo que entidades como el Guggenheim deberían asumir con mayor frecuencia. La muestra pretende dar cuenta de las razones por las que, en los últimos tiempos, todas las miradas se han puesto sobre el talento de la navarra. Una suerte de prueba del algodón, la constatación de que su proyección respondía a contundentes motivos y no a estrategias comerciales, que su prestigio no resulta una bola de nieve alimentada por intereses comerciales.
La autora debía justificar esa relevancia, un caso excepcional, a quienes sólo disponíamos de un conocimiento fragmentario y, a veces, inconexo de su labor. También pendían otros peligros. A Crespo se le achaca cierta herencia que puede estar envenenada. A cualquiera le puede asfixiar la condición de epígono de la tradición escultórica vasca. El resultado es sorprendente, incluso en un espacio como el del Guggenheim, donde lo superlativo parece condición natural. 'Vascular' desborda las previsiones con su facultad para desplegar todo tipo de recursos, hacerlos propios y establecer una conexión de vasos comunicantes que responde con naturalidad al título del proyecto.
La fluidez se impone en una propuesta con la que se despliegan intereses ya manifiestos y que, además, incorpora nuevas inquietudes muy vinculadas a la experiencia, soslayando legados e imprimiendo un carácter personal. El ensamblaje y la utilización de diversos materiales, algunos aparentemente discordantes, la rotunda apariencia y la veladura y el racional empleo de la escala son algunas de esas características.
La obra de Crespo no está destinada a ser contemplada, rodeada y olvidada, a convertirse en accesorio neutralizado en el espacio público o elemento decorativo, males ancestrales de esta disciplina. En nuestro mundo de consumo, donde el arte no escapa a la voracidad de las 'fast fashion', la autora obtiene lo que reclama Anselmo. Que las intensas tensiones concentradas en sus creaciones nos atrapen. Como su colega hace cincuenta años, la pieza condensa la energía en el interior y, de alguna manera, esa fuerza se transmite al espacio circundante y nos contagia. Entramos en la escultura. Él lo consiguió con piedras, tirantes de acero y lienzos, ella nos seduce desde una opción más heterogénea en el plano formal, pero no menos seductora. Esa facultad para arrebatarnos la mirada revela, a nuestro juicio, la excelencia.
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