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Una escena de la película 'Suite francesa', basada en la novela de Némirovsky.

Enamorarse del enemigo

Irène Némirovsky ·

En 'Suite francesa' creó una historia de final triste: la pasión entre una joven francesa y un oficial alemán durante la ocupación

Martes, 13 de febrero 2024, 19:10

Si toda historia de amor a contracorriente reproduce de alguna manera la de 'Romeo y Julieta', Irène Némirovsky convirtió a los Capuleto en la sociedad ... francesa en su conjunto y a los Montesco en los soldados alemanes en el inicio de la ocupación, en la primavera de 1940. Así, Julieta es Lucile, una joven casada con un miembro de la pequeña burguesía rural, que ha sido hecho prisionero en los primeros meses de guerra. Vive con su suegra en Bussy, una localidad del centro de Francia de apenas unos centenares de habitantes. Romeo es Bruno, un teniente alemán al que le asignan un alojamiento en casa de Lucile y su suegra. Es educado, discreto, amante de la música y guapo. Y también está casado.

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Ambos protagonizan matrimonios infelices. Bruno apenas sabe ya nada de su esposa. Lucile conoce más de lo que quisiera: por ejemplo, que su marido siguió relacionándose con una amante tras la boda y que esta le ha dado la descendencia que no ha tenido aún en su matrimonio. La historia de amor que surge entre ambos tiene como escenario ambiental la progresiva degradación moral que sacude el pequeño pueblo y que simboliza la de todo el país.

Némirovsky escribió probablemente la primera novela francesa sobre la ocupación. La hizo casi en tiempo real. Ella misma, judía y por tanto objeto de persecución, se refugió en un pueblo situado a unos cien kilómetros de Bussy y sin duda vio muchas de las cosas que cuenta en el libro. En la primera parte de su novela (la historia de amor aparece en la segunda) narra cómo unos cuantos personajes sin apenas relación entre ellos huyen de París ante la llegada de las tropas alemanas. Un verdadero sálvese quien pueda sin reglas ni heroísmo. Un episodio escasamente glorioso de la Historia de Francia, que durante décadas la literatura y el cine del país prácticamente ignoraron. Solo en una etapa reciente ha sido tratado en profundidad.

Ambos están casados pero sus matrimonios nunca han sido felices

Perder la dignidad

En ese contexto, Lucile y Bruno -siempre vigilados por una suegra muy preocupada por cobrar las rentas y mantener el patrimonio familiar- comienzan a cruzar miradas y alargar unas conversaciones al principio frías y protocolarias y luego más íntimas. A su alrededor, el alcalde trata de tener una buena relación con el oficial al mando del destacamento solo para ponerse él mismo a salvo. Los vecinos, invitados a denunciar cualquier actitud antialemana, aprovechan para saldar viejas deudas. Y algunas jóvenes se entregan a los soldados a cambio de unas raciones de comida, un salvoconducto o un trato de favor. Muchos tratan de sobrevivir aunque sea a costa de perder la dignidad. Quieren salvar su vida y no les importa que eso suponga condenar a su vecino.

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Lucile sabe que no puede enamorarse del invasor. Porque lo suyo no es solo sexo, como lo que ocurre con las muchachas sin recursos del pueblo. Pero Bruno tiene todo aquello de lo que carece su marido. Y además cuenta con el irresistible atractivo de lo prohibido. Por eso poco a poco van cayendo las barreras. Hay un encuentro entre los dos jóvenes en un jardín que es crucial en la novela: es ahí donde ambos se dan cuenta de que lo que sienten es mutuo. Némirovsky lo relata con pudor. Hace que el narrador se aleje de la escena y se sitúe junto a una niña del pueblo que contempla a los enamorados desde la distancia. La cría ve sus gestos, su proximidad, cómo se miran, pero no puede escuchar nada de lo que dicen. El lector no necesita saber más.

La segunda parte de 'Suite francesa', titulada 'Dolce', se interrumpe cuando el destacamento se va del pueblo. Nunca sabremos qué final le habría dado Irène Némirovsky, detenida el 13 de julio de 1942 y asesinada en Auschwitz el 17 de agosto.

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En la película del mismo título (Saul Dibb, 2014), se prolonga el episodio con una dramática escena en la que Lucile lleva oculto en su coche a un hombre que ha matado a un oficial alemán. El fugitivo y un soldado de un control de carretera mueren en un cruce de disparos y Bruno llega a tiempo de ayudar a la joven a huir de allí. A ella ya solo le queda esperar a que su marido regrese y su suegra no le informe de que un Montesco hizo que su corazón palpitara más fuerte.

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