
«Es doloroso recordar el pasado, por eso escribo para olvidar»
Pedro Juan Gutiérrez ·
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Pedro Juan Gutiérrez ·
El autor cubano vuelve a su infancia y juventud en los cuentos de 'Mecánica popular', un fresco de los años 50 y 60 en la islaIñigo Linaje
Sábado, 24 de agosto 2024, 00:05
La vida del escritor cubano Pedro Juan Gutiérrez (La Habana, 1950) está escrita a velocidad de vértigo y tiene una fecha que la divide en ... dos: 1998. Cuando ese año reunió tres libros de relatos que habían pasado desapercibidos en su país y, por una carambola del azar, los publicó Anagrama, se convirtió de inmediato en un autor de referencia a nivel internacional. La explosión de su 'Trilogía sucia de La Habana' cambió su vida por completo.
Traducido a veintiún idiomas, el volumen ofrecía una panorámica fascinante de Centro Habana, el barrio donde reside el escritor desde hace casi cuarenta años. Un territorio decadente lleno de edificios en ruinas y pobreza que, sin embargo, rezuma alegría, sexo y alcohol por todos sus rincones. De ese microcosmos particular ha sacado las múltiples historias que dan sentido a sus relatos, a sus poemas y a sus novelas.
Ahora, veinticinco años y otros tantos libros después, el autor regresa a las librerías con 'Mecánica popular', una colección de cuentos en la que vuelve a su infancia y juventud a través de una serie de personajes que dibujan un fresco de la Cuba de los años 50 y 60. Menos lujurioso y descarnado, pero más maduro y reflexivo, Pedro Juan Gutiérrez está más cerca aquí de Chéjov que del sambenito de «Bukowski caribeño» que le adjudicó la crítica hace décadas.
Gutiérrez afirma que el germen de 'Mecánica popular' está en la relectura de unas revistas de los años 50 que leía en su infancia. ¿Por qué volver ahora a aquel tiempo? «La memoria de un escritor es su instrumento principal. Ahí está todo. Y la intuición. Creo que son dos buenos medios, pero es doloroso recordar el pasado. Debemos vivir aquí y ahora. Dejar el pasado tranquilo. Por eso escribo para olvidar. He tenido una vida intensa, con muchos cambios de todo tipo. A veces siento que tengo 150 años», explica desde su casa en La Habana.
Dice que escribir el libro le dejó muy cansado emocionalmente; quizás porque «remover recuerdos y buscar lo que hay debajo» no es un ejercicio agradable. Ese trabajo de introspección no lo practicaba cuando comenzó a escribir, ya que durante años se ganó la vida como periodista. Viajero infatigable (ha vivido temporadas en Madrid, Málaga y Tenerife), en su juventud recorrió Europa buscando historias. Historias reales que convertía en crónicas ambientadas en Alemania, Polonia, Cuba. De hecho, se especializó en temas «incómodos» y fue el primero en investigar asuntos como el suicidio, el racismo o la prostitución en la isla. Unas temáticas marginales que explorará también en sus relatos: siempre con una prosa afilada y precisa, casi telegráfica. Siempre teniendo presente la mecánica trepidante de la crónica literaria.
«El periodismo fue decisivo», asegura. «Me enseñó a tener disciplina, a investigar antes de escribir. Investigar y reflexionar. Tener cierto control sobre los personajes, aunque siempre se escapan y se olvidan de uno. Y sobre todo el uso del idioma. No escribir por gusto, sino darle un sentido exacto a cada frase. El lector agradece que uno no escriba palabras y más palabras. Y no hacer novelones de 600 páginas».
Eso es lo que hace precisamente en los relatos de su último libro: un ejercicio de contención y depuración estilística. Lo mismo que hace veinticinco años, pero desde otra perspectiva. Sus historias -ahora- siguen aludiendo a situaciones cotidianas y tienen cierto aire costumbrista, pero la presencia de temas como el sexo es menor. «La respuesta es evidente: un señor de 74 años tiene menos testosterona. Entonces, amplía el campo de batalla. Hay otros temas y motivos. Que pueden ser muy interesantes. En eso estoy», apunta.
Y es que muchos de sus personajes están instalados en la madurez y se enfrentan a la soledad después de una vida rica en acontecimientos. Como contrapunto, el protagonista -un trasunto del propio autor- nos habla de su juventud y permite que la obra pueda leerse como una novela fragmentaria. «No he reflexionado sobre el tema de la soledad», admite. «Pero es una preocupación real de las personas mayores. Uno se va quedando solo, con sus recuerdos y su memoria. Mi escritura es muy autobiográfica. Casi sin darme cuenta utilizo todo».
Escritor incansable, Pedro Juan Gutiérrez no deja de tener proyectos: prepara una nueva edición de su 'Poesía completa', sigue escribiendo poemas y trabaja en sus memorias. Y es un hombre agradecido: «Todos los días agradezco por la vida que he llevado. Tengo una buena familia con una comunicación amplia con mis hijos y nietos. Y además escribí los libros que yo quería y como yo quería. Y los he publicado en todas partes, incluida Cuba. Así que agradezco y sigo adelante un poco más. Ahora trabajo y vivo con más lentitud. A un ritmo 'slow life'», concluye.
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