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La Veronal y La Phármaco. Ambos nombres suenan bastante a medicina, a eso que puede ayudar a sobrellevar la vida, a sanar algo. Y en ... realidad algo de ello tienen estas dos compañías de danza contemporánea que han ido componiendo dos lenguajes artísticos diferenciados a lo largo de ya muchos años de trabajo (La Veronal se creó en 2005 y La Phármaco en 2009). Tras estos dos nombres colectivos, dos nombres propios de mujer: los de Lorena Nogal y Luz Arcas, dos bailarinas y coreógrafas que se han dedicado a buscar una manera de crear y de expresarse que responda solo a lo que ellas -y quienes trabajan con ellas- necesitan y desean. Los últimos Premios Nacionales de Danza reconocían esta labor. A Nogal en la categoría de Interpretación y a Arcas, en la de Creación, a la que ya estuvo nominada siete años antes.
En el origen de ambas artistas hay un punto de partida, el flamenco. Es un punto difuso, con distinto peso para una y para otra. Para Nogal, catalana, fue un capricho de niña que quería aprender a «bailar sevillanas», y que por ahí llegó a la danza española para descubrir enseguida que en ese mundo había otras muchas escuelas y posibilidades. Para Arcas era la vida misma, ya que siendo malagueña el flamenco era parte de su identidad; se formó con maestras como Lina Fonteboa, Susana Lupiáñez y Ana Soto y después se lanzó a las danzas clásicas indias, a una licenciatura en Coreografía por el Conservatorio Superior María de Ávila de Madrid y en Dirección Escénica por la Real Escuela Superior de Arte Dramático. Y bailando bailando, ampliando el radio de acción e influencia, tanto la una como la otra han llegado a ser figuras de la danza contemporánea.
La Veronal, en la que Lorena Nogal es bailarina y cocreadora de las piezas como todos los componentes de la compañía, es uno de los colectivos de danza españoles con mayor proyección nacional e internacional con sus propias coreografías y sus trabajos para instituciones como el Royal Danish Ballet, el Beijing Dance Theater, la Gothenburg Opera Dance Company, la Compañía Nacional de Danza y el Scapino Ballet Rotterdam. Su seña de identidad es «ese lenguaje corporal único, basado en la distorsión del movimiento». En sus creaciones «se superponen planos y se combinan lenguajes artísticos. Se caracterizan por un ritmo frenético», resaltaba el Premio Nacional.
La Phármaco, que además de a la danza contemporánea se dedica al teatro con obras como 'Todas las Santas' (de La Abadía) y a la literatura -hace un par de años que Arcas publicaba el libro 'Pensé que bailar me salvaría'- también trabaja a nivel internacional. El jurado destacó «el compromiso con la exploración de nuevas formas de expresión artística» que a menudo la lleva a actuar en espacios no convencionales para una bailarina; en el museo Picasso de Málaga y el Centro Pompidou de París, por ejemplo.
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