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Cuéntame que yo te escucho

Irene Barberia

Sábado, 11 de febrero 2023, 00:07

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Seducir significa llevar a alguien por el camino interesado. Entendida esta voz como la estrategia para conquistar a alguien, tiene en su haber el juego del cortejo, hacer la corte, que comporta etimológicamente la idea de acompañar o envolver. Por tanto, durante el coqueteo la persona seductora engatusa a la candidata hasta que atrapa su voluntad y la seduce. Seducir es tirar los tejos, las fichas o la caña… y que el pez pique. En ese proceso, el contacto verbal es importantísimo y quedarse sin palabras no ayuda. Aunque no lleguen al diez por ciento de la comunicación total en nuestra estrategia (prima la no verbal), las palabras son necesarias. No tanto por las que son, sino por el hecho de estar.

Las expresiones de acercamiento al inicio del contacto poseen muy poca carga semántica: «hola», «¿qué tal» o «¿cómo va eso?» valen para establecer la conexión. Después uno debe romper el hielo: «¿te conozco de algo?», «¿vives por aquí?» o algo más directo y centrado como «¿qué libro es ese que estás leyendo?». Entonces se sabrá si la otra parte está interesada, si utiliza los refuerzos verbales que indican afinidad y voluntad de acercamiento, a través de expresiones como 'claro', 'ya', 'vale' o 'verdad'. A partir de ahí, el lenguaje ha de ser creativo y debe sorprender. Agresividad en las palabras, ternura, entusiasmo y picante… su elección dependerá de la predisposición de ambas partes, pues quien domina la comunicación elegirá sabiamente sus palabras. Así tendrá en el bote a su elección.

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