Constructor de argumentos
Lo que más impresiona de 'Caballo de pica', que me impactó de niño, es la gratuidad accidental del dolor: los señoritos matan al torero porque sí
Julià Guillamon
Sábado, 19 de julio 2025, 00:00
En diciembre de 1970 el programa de TVE 'Cuentos y Leyendas' emitió una versión televisiva del cuento 'Caballo de pica' de Ignacio Aldecoa dirigido por José Antonio Páramo. Es la historia de un torero y banderillero fracasado que va por fiestas de señoritos bebiendo por caridad, que es humillación. El actor Manuel Zarzo, con voz ronca y modestia de subalterno, está sensacional en el papel protagonista. Al final, los juerguistas, cada vez más borrachos, obligan a beber al hombre con un embudo y lo revientan. El programa se puede recuperar en el Archivo de RTVE.
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El caballo de pica es aquel jamelgo huesudo y desastrado que sólo sirve para que lo monte el picador: en una época en la que no existían petos -se introdujeron en 1928- significaba una muerte segura. El pintor Darío de Regoyos y más tarde, Picasso, lo incorporaron a su obra artística. Un dibujo de Picasso -'Caballo corneado', de 1917- sirvió de modelo a la ilustración de Estrada que aparece en la portada del volumen de cuentos de Ignacio Aldecoa 'Caballo de pica', publicado en 1961, que contiene el cuento del mismo nombre. Picasso era un artista prohibido, el restyling de Estrada era una manera de eludir la censura, conectar la obra de Aldecoa con la tradición de la España negra y darle un tratamiento contemporáneo. El cuento está escrito con una condensación dialogada y rápida, el dibujo de Picasso es descarnado y esquemático, conceptual. Un pitón nace del suelo, como un alfanje orgulloso, el caballo se inclina de cuatro patas, con las tripas colgando, en una imagen que Picasso debió haber visto muchas veces en la plaza de toros de Barcelona.
Yo tenía ocho o nueve años y 'Caballo de pica' me impresionó. No sabía quién era Aldecoa, ni siquiera que la historia era obra de un escritor. Cuando años después leí el cuento, reviví la sugestión del relato televisivo. Me impactó la idea de un mundo en decadencia: el comentario sobre la corrida de toros para turistas el día en que transcurre la acción. La transferencia picassiana entre el toro y el caballo, que recuerda el juego simbólico del 'Guernica', del que 'Caballo corneado' es un precedente. Hay una fascinación por el pitón totémico, una resignada aceptación del destino, ajena a la tragedia y el ritual. Lo que más impresiona de 'Caballo de pica' es la gratuidad accidental del dolor: los señoritos matan al torero porque sí.
Muchos cuentos de Aldecoa sobresalen por su capacidad descriptiva. Un gesto, un paisaje o el comportamiento de un animal son el punto de partida del relato. En 'Caballo de pica', en cambio, utiliza un diálogo entrecortado, salpicado de breves acotaciones significativas para crear dos ambientes: el bar en el que Pepe el Trepa encuentra al cantaor Juan Rodrigo, que le maltrata y le acusa de holgazán, y la fiesta del señorito Alberto y sus amigos, a la que acude como comparsa del colega flamenco. La aceleración progresiva de preguntas y respuestas describe el aumento de la excitación alcohólica. El Trepa, que al principio aparece vestido pobre pero limpio, se retuerce al fin, ahogado en vino y sudor.
En 'Caballo de pica' la acción se fundamenta en el diálogo que construye ambiente y sugiere el carácter moral de la historia. A pesar de su complejidad, la trama se puede resumir en pocas palabras, lo que indica que, además de un excelente pintor de ambientes y personajes, Aldecoa fue un gran constructor de argumentos.
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