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«Las ciudades, como las personas y las cebollas, están hechas de capas»
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«Las ciudades, como las personas y las cebollas, están hechas de capas»

Elia Barceló | Escritora ·

En 'La noche de plata' aborda el problema de la desaparición de menores, una historia que ambienta en Viena

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Viernes, 23 de octubre 2020, 23:42

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Elia Barceló jamás ha abandonado la ficción científica, género en el que está considerada una de las maestras, pero sus lectores ya han asumido que lleva tiempo inmersa en otro tipo de historias. Se le ocurren muchas ideas que necesitan un desarrollo realista -aunque asegura que una distopía puede ser muy realista también, no hay más que echarle un ojo al mundo del coronavirus, dice-. 'La noche de plata' (Roca Editorial) es realista y muy negra. La más negra que ha escrito. Hablará de ella en la Biblioteca de Bidebarrieta la próxima semana.

- ¿Por qué esa profundización en el género negro?

- Varias de mis novelas tienen un fuerte componente negro o criminal o policíaco, pero sobre todo un elemento de misterio, de resolución de un crimen; no es nada raro en mis historias, ya que todas son híbridas. En esta necesitaba hablar de un problema social que me preocupa desde hace mucho: la desaparición de personas, sobre todo de niños. Me interesaba reflexionar sobre el horror de no saber qué ha sucedido con un ser querido y sobre por qué desaparecen algunos niños pequeños y qué ha pasado con ellos.

- ¿No hay peor crimen que aquel que se comete contra niños y niñas?

- Sinceramente, no creo que haya ninguna persona decente que no lo vea así. Son las criaturas más indefensas de nuestra sociedad, y son nuestro futuro. Todos los adultos estamos programados por la naturaleza para cuidarlos y defenderlos. Por eso la mayor parte de nosotros encontramos monstruoso que existan personas no solo capaces de hacerles daño, sino dispuestas a pagar por ello, a prepararlo y a disfrutar de antemano de la idea de encerrarse con un niño o niña en algún lugar 'seguro' y hacerle cosas terribles por puro placer, por diversión, para sentirse poderosos. Es aberrante y no podemos permitir que suceda y que quede impune.

- La novela habla de tramas de trata y abuso de menores. ¿Cuánto hay de hechos reales en lo que plantea aquí?

- Por desgracia, en mi novela hay mucho, muchísimo, de hechos reales. Yo me he esforzado por no detallar, por no describir minuciosamente situaciones o hechos escabrosos, ya que cuento con la inteligencia, la imaginación y la experiencia del mundo de mis lectores adultos. Es un tema que preferimos barrer bajo la alfombra porque no sabemos cómo enfrentarnos a él y nos resulta más fácil hacer como que no existe, o como que hay tan pocos casos que no merece la pena pensar en ello. Pero no es cierto. Hay muchos, muchos casos, hay muchas familias heridas por la pérdida y por esa chispa de esperanza que siempre queda y que hace más daño que la certidumbre de la muerte. Y hay una gran cantidad de hombres adultos de todas las edades en redes de pornografía y abusos infantiles; la Policía lo sabe muy bien.

«La esperanza que siempre queda en las familas hace más daño que la certidumbre de la muerte»

No invadir la intimidad

- Viena es el escenario. ¿Por qué esa ciudad?

- Es una bellísima ciudad en la que he estado muchas veces, muchas temporadas, donde vive mi hija, y donde tengo buenos amigos que me la han ido descubriendo. Sus mercaditos de Navidad son famosos y atraen miles de turistas. Siempre que estoy allí a finales de otoño, pienso en lo fácil que sería hacer desaparecer a un niño pequeño. Nadie intervendría aunque lo oyeran gritar y patalear al hombro de un adulto, ya que nos hemos acostumbrado a no meternos en la intimidad de nadie. Y, siendo como soy, me pregunto en cuántas de esas casas bellamente iluminadas por la noche están pasando cosas horribles bajo esa maravillosa luna de plata.

- Hay una especie de desmitificación de la ciudad imperial, la turística, limpia y tranquila.

- Esta es una de las muchas Vienas que existen. Las ciudades, como las personas y las cebollas, están hechas de capas. Unas son más duras, otras más tiernas, tienen diferentes colores y matices, más o menos intensidad de perfume... Viena es limpia y tranquila, sí; pero también es la ciudad donde durante décadas, hace poquísimo, sucedieron los horrores del Wilhelminenhof, y donde Beethoven se enfadaba con su público ignorante que cenaba mientras él daba un concierto, y donde Freud hizo mucho daño a algunas de sus pacientes porque pensaba que el terror que le tenían a los abusos reales de sus padres era una fantasía, un deseo sexual no consumado por parte de ellas. Y la ciudad donde en la época nazi el neurólogo Heinrich Gross realizó sus asesinatos y macabros experimentos con niños mentalmente discapacitados y cuando acabó la guerra siguió ejerciendo como reputado médico. Hay miles de historias en Viena, en cada esquina, detrás de cada fachada.

- Los protagonistas de 'La noche de plata' andan cerca de la edad de jubilación. Coincidirá conmigo en que este perfil de personaje o es secundario o ni aparece en la ficción.

- Coincido plenamente y por eso he decidido que ya está bien de clichés absurdos. La gente de mi edad (63), estadísticamente, sobre todo si son mujeres, tiene por delante casi veinticinco años de vida y al menos quince o veinte son años activos e independientes. Es una edad plena, interesantísima, porque se está acabando una fase y está a punto de empezar otra más libre. Es también una edad de hacer balance. Hay mil problemas en los que vale la pena profundizar: las relaciones con los propios padres, si aún viven, pero están muy mayores o han perdido las facultades físicas o mentales; la soledad, si ya no hay pareja por separación o viudez; la relación con los hijos y nietos, o la ausencia de hijos y nietos y las reflexiones sobre si la elección de no tenerlos fue correcta; el deseo de hacer aún algo que valga la pena con tu vida; la actitud frente a la muerte y la trascendencia... Me parece absurdo que solo se encuentre novelable lo que le pasa a una protagonista de 35 años, mona y delgadita, o a un hombre de 40 con un trabajo bien remunerado y buenos abdominales.

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