Canciones de amor, fracaso, soledad y melancolía
Música popular ·
El tren es metáfora espiritual y símbolo de esperanza, ansiedad por volver a casa o regreso amargoJoseba Martín
Viernes, 26 de septiembre 2025, 23:50
En la música popular el tren es sinónimo de metáfora. Lo era desde que la cantante afroamericana Sister Rosetta Tharpe grabara en 1939 el góspel ' ... This train is bound for glory' (Este tren tiene como destino la gloria), el que conduce a la salvación. Hay también una cierta metáfora espiritual en 'Slow train', publicada por Bob Dylan al poco de hacerse cristiano renacido. El tren es también esperanza, como en 'Midnight Special', popularizada por la Creedence Clearwater Revival: si el faro del Tren Especial de Medianoche ilumina tu celda pronto serás libre. Mensaje parecido ofrece 'Mystery Train', cuando Elvis habla de un tren (la propia vida) que empieza a descontrolarse.
Para otros el convoy refleja la ansiedad por volver a casa: le ocurre a Johnny Cash en 'Hey Porter', cuando pregunta una y otra vez al maletero cuánto falta para llegar a Tennessee, deseoso de respirar el aire sureño; le sucede también a Andrés do Barro en 'O tren', único número uno en gallego, mientras los vagones avanzan por la ribera del Miño de vuelta a casa. Más amargo es el regreso de 'Midnight train to Georgia', donde Gladys Knight narra cómo su pareja ha fracasado en Los Angeles y vuelve a casa, donde todo es más sencillo. Los Monkees, en su primer single, 'Last train to Clarksville', colaron una canción protesta: era la llamada de un soldado a su chica para pasar una última noche juntos antes de ir a Vietnam.
La metáfora amorosa surge en trenes de largo recorrido, como el 'Long train runnin'' de Doobie Brothers, o de cercanías, como en 'Downtown train' de Tom Waits, donde sueña con encontrarse a su amada en el tren que lleva a las chicas de Brooklyn al centro a divertirse. La nostalgia y el paso del tiempo se reflejan en 'Los trenes de Tozeur', con Batiatto viajando a la ciudad tunecina que anticipa el desierto. La épica es cosa de Gordon Lightfoot en 'Canadian railroad trilogy', dramática narración sobre la construcción del ferrocarril de su país en el siglo XIX a base del sacrificio de los inmigrantes. Hay viajes cortos, como 'Pico y pala' de Rafael Cueto (Trío Matamoros), un paseo en un viejo tren con locomotora de carbón por Songo, La Maya y Cuatro Caminos, en el Oriente cubano; y viajes muy largos, como el de 'Trans Europe Express' de Kraftwerk, homenaje al servicio ferroviario de lujo que conectó 130 ciudades hasta 1995; era la metáfora de una Europa sin fronteras.
En el rock más cercano Fito elabora un autorretrato vital en 'Cerca de las vías', donde nació y creció, y añade una historia de amor desdichado en 'Cantalojas', un blues sobre un borracho que acude al puente junto a la Estación del Norte bilbaína para ver partir el tren de su amada a medianoche. En Madrid la más popular es 'El tren' de Leño, donde Rosendo hablaba de controlar un viaje en el tren azul, una referencia al LSD, seguida de 'Coge el tren' de Mermelada, donde el cantante nos urge a tomar el tren «de las 3 y diez». En Barcelona Los Sirex crearon 'El tren de la costa' a partir de una canción del Johnny Burnette Trio; su propuesta invita a viajar para disfrutar de una nueva etapa. Algo parecido ocurre en 'Tren al sur' del grupo chileno Los Prisioneros, todo un himno en Latinomérica, un viaje feliz a la naturaleza, al paisaje rural y a la paz interior.
Hay muchísimas más canciones sobre trenes, locomotoras, maquinistas, vagones, raíles, estaciones, andenes, apeaderos y otros elementos ferroviarios, pero seguramente la más popular entre el gran público es aquella marchinha portuguesa, creada en 1950 por Julio Zapata (letra) y Manuel García Cote (música), que popularizó El Consorcio en 1994 con coreografía asociada. Treinta años después este viaje a Lisboa con ida y vuelta, y enamoramientos incluidos, resulta indispensable en fiestas, verbenas, bodas y celebraciones diversas. ¿O no?
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