'Paisaje en la rivera del Sena' de Renoir.
Artes plásticas

Los bellos durmientes

Reportaje ·

Al ser recuperados y autentificados, los trabajos perdidos de autores consagrados disparan sus precios y convulsionan el mercado

luisa idoate

Viernes, 21 de mayo 2021

Los llaman 'sleepers', durmientes. Son valiosos cuadros, esculturas, libros, partituras y documentos extraviados durante décadas o siglos, que reaparecen. Los anticuarios los rastrean en las subastas; los ciudadanos los descubren en inhóspitos desvanes y graneros, y los compran como saldos en mercadillos y almonedas. Se esconden en objetos cotidianos. Pertrechados en el anonimato, se exhiben con descaro tapando un desconchón y presidiendo un salón. Nadie sospecha de ellos ni los cuestiona. Refuerzan su incógnito al habitar lugares polvorientos, desaliñados y estrafalarios, y escenarios tan prosaicos que nos empujan a negar la evidencia. Sacralizamos el arte en galerías y museos y, al verlo en un tenderete, actuamos por sesgo: dejamos al bosque tapar el árbol. Pero, si los durmientes despiertan, aún somnolientos revolucionan el mercado del arte. Y, al ratificar su autoría, alcanzan precios de vértigo.

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Las obras maestras se roban, extravían, confunden, destruyen, venden. También se esconden para protegerlas. Es habitual en los conflictos bélicos, donde unos esquilman el arte y otros lo ponen a salvo. Así se pierde el rastro de miles de piezas. Algunas regresan con los años. Lo hicieron los 'goyas' de Zubieta, que el Museo de Bellas Artes de Bilbao expuso en abril de 2019 tras permanecer ocultos ochenta años. Son tres retratos de la familia Adán de Yarza: Antonio, su madre Bernarda Tavira y su esposa Ramona Barbachano. Sus herederos los han cedido en usufructo a la pinacoteca bilbaína por siete años. Decoraban su residencia en Ispaster (Bizkaia) desde 1794 y salieron rumbo a Francia como tantos otros durante la Guerra Civil. En Bayona se había refugiado su dueña, María Adán de Yarza. Viajaron en un cajón identificado con el número 10. Embalados en cajas bajo una cama, evitaron en la Segunda Guerra Mundial la rapiña de los nazis que ocuparon la casa. Continuaron a la sombra durante décadas. No todos pueden hacerlo.

Las herencias y la necesidad de liquidez propician la salida al mercado de valiosas creaciones, con autoría errónea y sin ella, entremezcladas en lotes de discretas subastas. Si alguna genera dudas, se disparan las alarmas y los compradores. El Ministerio de Cultura bloqueó en abril la venta de un 'eccehomo', ante la sospecha de que fuera de Caravaggio; aún sin identificar, ofrecían por él 23 millones de euros. Lo ha declarado inexportable y bien de interés cultural (BIC). No repetirá su patinazo con otro 'caravaggio', 'La crucifixión de San Andrés', que se vendió en 1976 al Museo de Cleveland. Un error que evitó el Estado francés al vetar en 2019 la venta de 'El Cristo burlado', de Cenni di Pepo Cimabue, del siglo XIII, por 24 millones. Lo tenía en su cocina una anciana de Compiègne, pero acabará colgado en el Louvre junto a otro Cimabue: 'La Maestà'.

'Magnolias sobre paño de terciopelo dorado' de M. J. Heade; 'El Cristo burlado' de Cimabue, detalle del 'Eccehomo' atribuido a Caravaggio y Declaración de Independencia de EE UU.

Mirar y no ver

Nadie espera encontrar un tesoro en un tenderete callejero, y no lo ve aún teniéndolo en la mano. Le pasa a Marcia Fuqua. Al intentar vender en 2012 un cuadro comprado en el rastrillo de Harpers Ferry, en Virginia (Estados Unidos), descubre que es 'Paisaje en la rivera del Sena', un 'renoir' de 1879 robado en 1951 del Museo de Arte de Baltimore que lo reclama. El juez Leonie Brinkema determina que «un ladrón no puede transmitir la posesión de un bien robado a otra persona aunque esta la haya adquirido honestamente». Tras demostrar ante el FBI que actuó de buena fe, Fuqua se despide de los 100.000 dólares que pedía por él. Lo increíble es que la tela lleva en la base una placa dorada que la identifica: Renoir 1841-1919. Pero nadie la creyó. Tampoco lo hizo el vecino de Indiana que, jugando al Masterpiece, volteó una ficha con la imagen de la pintura que tenía en la pared: 'Magnolias sobre paño de terciopelo dorado', de Martin Johnson Heade, pintor del siglo XIX de la Escuela del Río Hudson. Lo había conseguido por 29 dólares, para tapar un agujero. Una galería de Manhattan ratificó la autoría. Y, como tenía hasta el marco original en perfecto estado, el Bellas Artes de Houston se lo compró en 1999 por 1,25 millones de dólares.

'El Cristo burlado', valorado en 24 millones, decoraba la cocina de una anciana de Compiègne

Otros hallazgos

Joyas inimaginables se blindan en todo tipo de objetos. Eso les salva la vida y las mantiene en tan buen estado que, al reaparecer, multiplican su valor. Ocurre con la pintura que un estadounidense se lleva en 1989 del mercado de pulgas de Adamstown, Pensilvania, por cuatro dólares. No le interesa, solo aprovechará el marco. Al desmontarlo, ve en su trasera una copia de la Declaración de Independencia de Estados Unidos, de 1776. La guarda como curiosidad, la cree un 'souvenir' del siglo XIX. Un amigo le anima a investigarla más a fondo, y estalla el bombazo. Es una de las primeras copias impresas que se hicieron; sobreviven veinticuatro en el mundo, solo tres en manos privadas. Está intacta, sin ningún arreglo ni restauración, hasta tiene la doblez original. «Es indescriptiblemente nueva. El hecho de que haya estado en la trasera del marco la preservó», anuncia a bombo y platillo en 1991 David N. Redden, de Sotheby's, que la subasta por 2.4 millones de dólares. El vendedor permanece en el anonimato.

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Hasta la música pierde los papeles. En 2014, el musicólogo español Javier Lupiáñez encuentra en una biblioteca de Dresde (Alemania) la composición anónima RV 820; la cree de Vivaldi. Le sigue la pista. Procede de la localidad de Ansbach, residencia del profesor del músico Giuseppe Torelli, según la marca de agua del papel. La transcribe Johann Georg Pisendel, alumno de Vivaldi, que la compone con 23 años. Manda su investigación a Michael Talbot, del Conservatorio de Birmingham (Reino Unido), que la remite al Instituto Vivaldi de Venecia y al Repertorio Internacional de Fuentes Musicales. Todos la ratifican. Y le nombran codescubridor de la RV 820, junto a Federico Maria Sardelli que de forma paralela ha contrastado la misma teoría.

A la izquierda, 'Retrato de Bernarda Tavira' de Goya. A la derecha, 'Retrato de una dama' de Klimt, reaparecido en 2019.

Igor Stravinski murió creyéndolo irrecuperable. Se equivocó. En 2015, la profesora del Conservatorio de Música de San Petersburgo Natalia Braginskaya halló el 'Canto Fúnebre' que dedicó hace un siglo a su mentor Nikolai Rimsky Kórsakov. Estaba en un almacén, tras unas estanterías del centro. Eran 58 partichelas de los músicos que, el 17 de enero de 1909 y dirigidos por Félix Blumenfeld, tocaron el único concierto que lo interpretó en homenaje a Kórsakov, muerto el 21 de junio de 1908. Lo compuso con 26 años y, en su honor, la Orquesta del Teatro Mariinsky dirigida por Valery Gérgiev lo hizo sonar en 2016 como apertura del Festival del Año de Stravinski.

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Cuarenta años permaneció en las baldas de un baño de Oxford (Inglaterra) una primera edición de 'El origen de las especies', de Charles Darwin, que Christie's subastó en 2009 por 114.000 euros. Es uno de los 1.250 ejemplares publicados en 1859. En cambio, el pasado abril se abortó la subasta en internet de la primera edición del mismo libro en castellano, por 3.000 euros. Pertenece desde 1912 a la Biblioteca Pública de Ciudad Real. Se editó en 1877, desapareció en la Guerra Civil e incluye una sorpresa: una carta del autor autorizando su traducción a Enrique Godínez.

Peor suerte han tenido los cinco 'galileos' que han volado de la Biblioteca Nacional; según la entidad, podrían ser ocho. Se descubrió tras el robo del tratado astronómico 'Sidereus nuncius', detectado en 2014 y denunciado en 2018. Lo cambiaron por la copia obtenida de un facsímil de 1964. En el último quinquenio han salido al mercado diez ejemplares de la obra, varios de procedencia cuestionable.

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También hay sospechas sobre la sorprendente aparición en 2019 de 'Retrato de una dama', de Gustav Klimt, en el mismo sitio en que se robó en 1997: la galería de Arte Moderno Ricci Oddi, en Piacenza (Italia). Lo encontró un jardinero en una bolsa, en un agujero de la pared exterior cubierto con una chapa camuflada con hiedra. Para el director del museo, Massimo Ferrari, el eco mediático y el rechazo que generó su sustracción, unido a su valoración en 60 millones de euros, hicieron desistir a quien lo robó de intentar colocarlo en el mercado. Otros recelan: ¿es el mismo que desapareció?, ¿realmente ha estado 22 años en el muro?

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